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VII.- Demonios - Hechos y Cartas paulinas y católicas

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

La elección de Matías
Capítulo 1.

Exorcismal 1614: Dios castigó a Satanás en la figura de Judas

15 Uno de esos días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos –los que estaban reunidos eran alrededor de ciento veinte personas– y dijo:

16 «Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, habla de Judas, que fue el jefe de los que apresaron a Jesús.

17 Él era uno de los nuestros y había recibido su parte en nuestro ministerio.

18 Pero después de haber comprado un campo con el precio de su crimen, cayó de cabeza, y su cuerpo se abrió, dispersándose sus entrañas.

19 El hecho fue tan conocido por todos los habitantes de Jerusalén, que ese campo fue llamado en su idioma Hacéldama, que quiere decir:

Campo de sangre”.

20 En el libro de los Salmos está escrito:
Que su casa quede desierta
y nadie la habite.
Y más adelante:
Que otro ocupe su cargo.
21 Es necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros, 22 desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión, sea constituido junto con nosotros testigo de su resurrección».
23 Se propusieron dos: José, llamado Barsabás, de sobrenombre el Justo, y Matías.

24 Y oraron así:

«Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste 25 para desempeñar el ministerio del apostolado, dejado por Judas al irse al lugar que le correspondía».

26 Echaron suertes, y la elección cayó sobre Matías, que fue agregado a los once Apóstoles.


Capítulo 5

1 Un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, Safira, vendió una propiedad, 2 y de acuerdo con ella, se guardó parte del dinero y puso el resto a disposición de los Apóstoles.

3 Pedro le dijo:

«Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo?

4 ¿Acaso no eras dueño de quedarte con él?

Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero?

¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios».

5 Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto.

Un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido.

6 Vinieron unos jóvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a enterrar.

7 Unas tres horas más tarde, llegó su mujer, completamente ajena a lo ocurrido.

8 Pedro le preguntó:

«¿Es verdad que han vendido el campo en tal suma?».

Ella respondió:

«Sí, en esa suma».

9 Pedro le dijo:

«¿Por qué se han puesto de acuerdo para tentar así al Espíritu del Señor?

Mira junto a la puerta las pisadas de los que acaban de enterrar a tu marido; ellos también te van a llevar a ti».
10 En ese mismo momento, ella cayó muerta a sus pies; los jóvenes, al entrar, la encontraron muerta, la llevaron y la enterraron junto a su marido.

11 Un gran temor se apoderó entonces de toda la Iglesia y de todos los que oyeron contar estas cosas.

12 Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo.

Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, 13 pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos.
14 Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres.

15 Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos.

16 La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban curados.


Capítulo 8

Exorcismal 1614: Satanás tienta a Simón el mago para comprar el don del Espíritu Santo

5 Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.

6 Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.

7 Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.

8 Y fue grande la alegría de aquella ciudad.

9 Desde hacía un tiempo, vivía en esa ciudad un hombre llamado Simón, el cual con sus artes mágicas tenía deslumbrados a los samaritanos y pretendía ser un gran personaje.

10 Todos, desde el más pequeño al más grande, lo seguían y decían:

«Este hombre es la Fuerza de Dios, esa que es llamada Grande».

11 Y lo seguían, porque desde hacía tiempo los tenía seducidos con su magia.

12 Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena Noticia del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, todos, hombres y mujeres, se hicieron bautizar.

13 Simón también creyó y, una vez bautizado, no se separaba de Felipe.

Al ver los signos y los grandes prodigios que se realizaban, él no salía de su asombro.

14 Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.

15 Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo.

16 Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.

17 Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

18 Al ver que por la imposición de las manos de los Apóstoles se confería el Espíritu Santo, Simón les ofreció dinero,

19 diciéndoles:

«Les ruego que me den ese poder a mí también, para que aquel a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo».

20 Pedro le contestó:

«Maldito sea tu dinero y tú mismo, porque has creído que el don de Dios se compra con dinero.

21 Tú no tendrás ninguna participación en ese poder, porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios.

22 Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor: quizá él te perdone este mal deseo de tu corazón, 23 porque veo que estás sumido en la amargura de la hiel y envuelto en los lazos de la iniquidad».

24 Simón respondió:

«Rueguen más bien ustedes al Señor, para que no me suceda nada de lo que acabas de decir».


Capítulo 10

28 Dirigiéndose a ellas, les dijo:

«Ustedes saben que está prohibido a un judío tratar con un extranjero o visitarlo.

Pero Dios acaba de mostrarme que no hay que considerar manchado o impuro a ningún hombre.

29 Por eso, cuando ustedes me llamaron, vine sin dudar.

Y ahora quisiera saber para qué me llamaron».

30 Cornelio le respondió:

«Hace tres días me encontraba orando en mi casa, alrededor de las tres de la tarde, cuando se me apareció un hombre con vestiduras resplandecientes, 31 y me dijo:

«Cornelio, tu oración ha sido escuchada y Dios se ha acordado de tus limosnas.

32 Manda a buscar a Simón, llamado Pedro, que está en Jope, a la orilla del mar, en la casa de Simón el curtidor».

33 En seguida te mandé a buscar y has hecho bien en venir.

Ahora estamos reunidos delante de Dios, para escuchar lo que el Señor te ha mandado decirnos».

34 Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo:

«Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él.

36 El envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.

37 Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:

38 cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder.

El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.

39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén.

Y ellos mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.

40 Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, 41 no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios:

a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección.

42 Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos.

43 Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre»


Capítulo 12

Exorcismal 1614: el endiosamiento procede de Satanás

20 Herodes estaba en grave conflicto con los habitantes de Tiro y Sidón.

Estos se pusieron de acuerdo para ir a verlo, y después de haberse conquistado a Blasto, el camarero del rey, solicitaron la reconciliación, ya que importaban sus víveres del territorio del rey.

21 El día fijado, Herodes se sentó en su trono con la vestidura real y les dirigió la palabra.

22 El pueblo comenzó a gritar:

«¡Es un dios el que habla, no un hombre!».

23 Pero en ese mismo instante, el Ángel del Señor lo hirió, por no haber dado gloria a Dios, y Herodes murió carcomido por los gusanos.

Capítulo 13

4 Saulo y Bernabé, enviados por el Espíritu Santo, fueron a Seleucia y de allí se embarcaron para Chipre.

5 Al llegar a Salamina anunciaron la Palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, y Juan colaboraba con ellos.

6 Recorrieron toda la isla y llegaron hasta Pafos, donde encontraron a un mago judío llamado Barjesús, que se hacía pasar por profeta 7 y estaba vinculado al procónsul Sergio Pablo, hombre de gran prudencia.

Este hizo llamar a Bernabé y a Saulo, porque deseaba escuchar la Palabra de Dios.

8 Pero los discípulos chocaron con la oposición de Barjesús –llamado Elimas, que significa mago– el cual quería impedir que el procónsul abrazara la fe.

9 Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, clavó los ojos en él, 10 y le dijo:

«Hombre falso y lleno de maldad, hijo del demonio, enemigo de la justicia, ¿cuándo dejarás de torcer los rectos caminos del Señor?

11 Ahora la mano del Señor va a caer sobre ti: quedarás ciego y privado por un tiempo de la luz del sol».

En ese mismo momento, se vio envuelto en oscuridad y tinieblas, y andaba a tientas buscando a alguien que le tendiera la mano.

12 Al ver lo que había sucedido, el procónsul, profundamente impresionado por la doctrina del Señor, abrazó la fe.


Capítulo 16

16 Un día, mientras nos dirigíamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha poseída de un espíritu de adivinación, que daba mucha ganancia a sus patrones adivinando la suerte.

17 Ella comenzó a seguirnos, a Pablo y a nosotros, gritando:

«Esos hombres son los servidores del Dios Altísimo, que les anuncian a ustedes el camino de la salvación».

18 Así lo hizo durante varios días, hasta que al fin Pablo se cansó y, dándose vuelta, dijo al espíritu:

«Yo te ordeno en nombre de Jesucristo que salgas de esta mujer»,

y en ese mismo momento el espíritu salió de ella.

19 Pero sus patrones, viendo desvanecerse las esperanzas y de lucro, se apoderaron de Pablo y de Silas, los arrastraron hasta la plaza pública ante las autoridades, 20 y llevándolos delante de los magistrados, dijeron:

«Esta gente está sembrando la confusión en nuestra ciudad.

Son unos judíos 21 que predican ciertas costumbres que nosotros, los romanos, no podemos admitir ni practicar».

22 La multitud se amotinó en contra de ellos, y los magistrados les hicieron arrancar la ropa y ordenaron que los azotaran.

23 Después de haberlos golpeado despiadadamente, los encerraron en la prisión, ordenando al carcelero que los vigilara con mucho cuidado.

24 Habiendo recibido esta orden, el carcelero los encerró en una celda interior y les sujetó los pies en el cepo.

25 Cerca de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas de Dios, mientras los otros prisioneros los escuchaban.

26 De pronto, la tierra comenzó a temblar tan violentamente que se conmovieron los cimientos de la cárcel, y en un instante, todas las puertas se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron.

27 El carcelero se despertó sobresaltado y, al ver abiertas las puertas de la prisión, desenvainó su espada con la intención de matarse, creyendo que los prisioneros se habían escapado.

28 Pero Pablo le gritó:

«No te hagas ningún mal, estamos todos aquí».

29 El carcelero pidió unas antorchas, entró precipitadamente en la celda y, temblando, se echó a los pies de Pablo y de Silas.

30 Luego los hizo salir y les preguntó:

«Señores, ¿qué debo hacer para alcanzar la salvación?».

31 Ellos le respondieron:

«Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia».

32 En seguida le anunciaron la Palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.

33 A esa misma hora de la noche, el carcelero los atendió y curó sus llagas. Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su familia.

34 Luego los hizo subir a su casa y preparó la mesa para festejar con los suyos la alegría de haber creído en Dios.



Capítulo 19

11 Por intermedio de Pablo, Dios realizaba milagros poco comunes, 12 hasta tal punto que el aplicarse sobre los enfermos pañuelos o lienzos que habían tocado el cuerpo de Pablo, aquellos se curaban y quedaban libres de los malos espíritus.

13 Algunos exorcistas ambulantes judíos, hicieron la prueba de pronunciar el nombre del Señor Jesús sobre los poseídos por los malos espíritus, diciendo:

«Yo los conjuro por ese Jesús que anuncia Pablo».

14 Un cierto Sevas, Sumo Sacerdote judío, tenía siete hijos que practicaban estos exorcismos.

15 El espíritu malo les respondió:

«Yo conozco a Jesús y sé quién es Pablo, pero ustedes, ¿quiénes son?».

16 Y el hombre poseído por el espíritu malo, abalanzándose sobre los exorcistas, los dominó a todos y los maltrató de tal manera que debieron escaparse de esa casa desnudos y cubiertos de heridas.

17 Todos los habitantes de Efeso, tanto judíos como paganos, se enteraron de este hecho y, llenos de temor, glorificaban el nombre del Señor Jesús.

18 Muchos de los que habían abrazado la fe vinieron a confesar abiertamente sus prácticas, 19 y un buen número de los que se habían dedicado a la magia traían sus libros y los quemaban delante de todos.

Se estimó que el valor de estos libros alcanzaba a unas cincuenta mil monedas de plata.

20 Así, por el poder del Señor, la Palabra se difundía y se afianzaba.


Capítulo 26

1 Agripa dijo a Pablo:

«Estás autorizado a defenderte».

Entonces Pablo, extendiendo la mano, comenzó su defensa, diciendo:

2 «Rey Agripa, me considero dichoso de tener que defenderme hoy, delante de ti, de las acusaciones que me hacen los judíos, 3 porque tú conoces todas las costumbres y controversias de los judíos.

Por eso te ruego que me escuches con paciencia.

4 Todos los judíos saben cómo he vivido desde los primeros días de mi juventud, en medio de mi pueblo y en la misma Jerusalén.

5 Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y si quieren, pueden atestiguar que he vivido como fariseo, es decir, siguiendo la secta más rígida de nuestra religión.

6 Y si ahora soy sometido a juicio, es por mi esperanza en la promesa hecha por Dios a nuestros padres, 7 la promesa que nuestras doce tribus esperan ver cumplida, sirviendo a Dios fervientemente día y noche.

Acusa de esta esperanza, rey Agripa, soy acusado por los judíos.

8 ¿Por qué les parece increíble que Dios resucite a los muertos?

9 Yo, por mi parte, consideraba que debía combatir por todos los medios el nombre de Jesús de Nazaret.

10 Así lo hice en Jerusalén: yo mismo encarcelé a un gran número de santos con la autorización de los sumos sacerdotes, y cuando se los condenaba a muerte, mi voto era favorable.

11 Recorría frecuentemente las sinagogas, y los castigaba para obligarlos a renegar de su fe.

Lleno de rabia contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.

12 Una vez, cuando me dirigía a Damasco con plenos poderes y con la orden de los sumos sacerdotes, 13 en el camino, hacia el mediodía, vi una luz más brillante que el sol, que venía del cielo y me envolvía a mí y a los que me acompañaban.

14 Todos caímos en tierra, y yo oí una voz que me decía en hebreo:

«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te lastimas al dar coces contra el aguijón».

15 Yo respondí:

«¿Quién eres, Señor?».

Y me dijo:

«Soy Jesús, a quien tú persigues.

16 Levántate y permanece de pie, porque me he aparecido a ti para hacerte ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas en que yo me manifestaré a ti.

17 Te libraré de los judíos y de las naciones paganas.

A ellas te envío 18 para que les abras los ojos, y se conviertan de las tinieblas a la luz y del imperio de Satanás al verdadero Dios, y por la fe en mí, obtengan el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los santos».
19 Desde ese momento, rey Agripa, nunca fui infiel a esa visión celestial.

20 Por el contrario, dirigiéndome primero a los habitantes de Damasco, luego a los de Jerusalén y de todo el país de Judea, y finalmente a los paganos, les prediqué que era necesario arrepentirse y convertirse a Dios, manifestando su conversión con obras.

21 Por todo esto, los judíos me detuvieron en el Templo y trataron de matarme.

22 Pero con la protección de Dios, he podido hasta el día de hoy seguir dando testimonio ante los pequeños y los grandes.

Y nunca dije nada fuera de lo que los Profetas y Moisés anunciaron que iba a suceder, 23 es decir, que el Mesías debía sufrir y que, siendo el primero en resucitar de entre los muertos, anunciaría la luz a nuestro pueblo y a los paganos».


CARTA A LOS ROMANOS

Capítulo 1

17 En el Evangelio se revela la justicia de Dios, por la fe y para la fe, conforme a lo que dice la Escritura: El justo vivirá por la fe.

18 En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad y la injusticia de los hombres, que por su injusticia retienen prisionera la verdad.


Capítulo 2

1 Por eso, tú que pretendes ser juez de los demás –no importa quién seas– no tienes excusa, porque al juzgar a otros, te condenas a ti mismo, ya que haces lo mismo que condenas.

2 Sabemos que Dios juzga de acuerdo con la verdad a los que se comportan así, 3 tú que juzgas a los que hacen esas cosas e incurres en lo mismo, ¿acaso piensas librarte del Juicio de Dios?

4 ¿O desprecias la riqueza de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, sin reconocer que esa bondad te debe llevar a la conversión?

5 Por tu obstinación en no querer arrepentirte, vas acumulando ira para el día de la ira, cuando se manifiesten los justos juicios de Dios, 6 que retribuirá a cada uno según sus obras.

7 El dará la Vida eterna a los que por su constancia en la práctica del bien, buscan la gloria, el honor y la inmortalidad.

8 En cambio, castigará con la ira y la violencia a los rebeldes, a los que no se someten a la verdad y se dejan arrastrar por la injusticia.

9 Es decir, habrá tribulación y angustia para todos los que hacen el mal: para los judíos en primer lugar, y también para los que no lo son.

10 Y habrá gloria, honor y paz para todos los que obran el bien: para los judíos, en primer lugar, y también para los que no lo son, 11 porque Dios no hace acepción de personas.

12 En efecto, todos los que hayan pecado sin tener la Ley de Moisés perecerán sin esa Ley;

y los que hayan pecado teniendo la Ley serán juzgados por ella, 13 porque a los ojos de Dios, no son justos los que oyen la Ley, sino los que la practican.


Capítulo 5

12 Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.

13 En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes de al Ley, pero cuando no hay Ley, el pecado no se
tiene en cuenta.

14 Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no habían pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que debía venir.

15 Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido pro la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos.

16 Tampoco se puede comparar ese don con las consecuencias del pecado cometido por un solo hombre, ya que el juicio de condenación vino por una sola falta, mientras que el don de la gracia lleva a la justificación después de muchas faltas.

17 En efecto, si por la falta de uno solo reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un solo hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido abundantemente la gracia y el don de la justicia.

18 Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de todos, también el acto de justicia de uno solo producirá para todos los hombres la justificación que conduce a la Vida.

19 Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos.

20 Es verdad que la Ley entró para que se multiplicaran las transgresiones, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.

21 Porque así como el pecado reinó produciendo la muerte, también la gracia reinará por medio de la justicia para la Vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.


Capítulo 13

11 Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.

12 La noche está muy avanzada y se acerca el día.

Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz.

13 Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias.

14 Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne.


Capítulo 16

17 Les fuego, hermanos, que se cuiden de los que provocan disensiones y escándalos, contrariamente a la enseñanza que ustedes han recibido.

Eviten su trato, 18 porque ellos no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a su propio interés, seduciendo a los simples con palabras suaves y aduladoras.

19 En todas partes se conoce la obediencia de ustedes, y esto me alegra; pero quiero que sean hábiles para el bien y sencillos para el mal.

20 El Dios de la paz aplastará muy pronto a Satanás, dándoles la victoria sobre él.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes.


PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS

Capítulo 2

1 Por mi parte, hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría.

2 Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado.

3 Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante.

4 Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu,

5 para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

6 Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo, condenados a la destrucción.

7 Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo;

8 aquella que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria.

9 Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman.

10 Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios.

11 ¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre?

De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios.

12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado.

13 Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu.

14 El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu.

15 El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie.

16 Porque ¿quién penetró en el pensamiento del Señor, para poder enseñarle?

Pero nosotros tenemos el pensamiento de Cristo.


Capítulo 5

1 Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonestos, como no se encuentran ni siquiera entre los paganos, ¡a tal extremo que uno convive con la mujer de su padre!

2 ¡Y todavía se enorgullecen, en lugar de estar de duelo para que se expulse al que cometió esa acción!

3 En lo que a mí respecta, estando ausente con el cuerpo pero presente con el espíritu, ya lo he juzgado, como si yo mismo estuviera allí.

4 Es necesario que ustedes y yo nos reunamos espiritualmente, en el nombre y con el poder de nuestro Señor Jesús, 5 para que este hombre sea entregado a Satanás:

así se perderá su carne, pero se salvará su espíritu en el Día del Señor.

6 ¡No es como para gloriarse! ¿No saben que «un poco de levadura hace fermentar toda la masa»?

7 Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa, ya que ustedes mismos son como el pan sin levadura.

Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

8 Celebremos, entonces, nuestra Pascua, no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad, sino con los panes sin levadura de la pureza y la verdad.

9 En una carta anterior, les advertí que no se mezclaran con los deshonestos.

10 No quiero decir que se aparten por completo de los deshonestos de este mundo, de los avaros, de los ladrones y de los idólatras: de ser así, tendrían que abandonar este mundo.

11 Lo que quise decirles es que se no mezclen con aquellos que, diciéndose hermanos, son deshonestos, avaros, idólatras, difamadores, bebedores o ladrones: les aconsejo que ni siquiera coman con ellos.

12 No es asunto mío juzgar a los que están fuera de la Iglesia.

Ustedes juzguen a los que están dentro; 13 porque a los de afuera los juzga Dios.

Expulsen al perverso de en medio de ustedes.


Capítulo 6

1 ¡Cómo es posible que cuando uno de ustedes tienen algún conflicto con otro, se atreve a reclamar justicia a los injustos, en lugar de someterse al juicio de los santos?

2 ¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?

Y si el mundo va ser juzgado por ustedes, ¿cómo no van a ser capaces de juzgar asuntos de mínima importancia?

3 ¿Ignoran que vamos a juzgar a los mismos ángeles?

Con mayor razón entonces, los asuntos de esta vida.

4 ¡Y pensar que cuando ustedes tienen litigios, buscan como jueces a los que no son nadie para la Iglesia!

5 Lo digo para avergonzarlos:

¡por lo visto, no hay entre ustedes ni siquiera un hombre sensato, que sea capaz de servir de árbitro entre sus hermanos!

6 ¡Un hermano pleitea con otro, y esto, delante de los que no creen!

7 Ya está mal que haya litigios entre ustedes: ¿acaso no es preferible sufrir la injusticia o ser despojado?

8 Pero no, ustedes mismos son los que cometen injusticias y defraudan a los demás, ¡y esto entre hermanos!

9 ¿Ignoran que los injustos no heredarán el Reino de Dios?

No se hagan ilusiones:

ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los pervertidos, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los bebedores, ni los difamadores, ni los usurpadores heredarán el Reino de Dios.

11 Algunos de ustedes fueron así, pero ahora han sido purificados, santificados y justiciados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios.

12 «Todo me está permitido»,

pero no todo es conveniente.

«Todo me está permitido»,

pero no me dejaré dominar por nada.

13 Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos, y Dios destruirá a ambos.

Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo.

14 Y Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder.

15 ¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?

¿Cómo voy a tomar los miembros de Cristo para convertirlos en miembros de una prostituta?

De ninguna manera.

16 ¿No saben que el que se une a una prostituta, se hace un solo cuerpo con ella?

Porque dice la Escritura:

Los dos serán una sola carne.

17 En cambio, el que se une al Señor se hace un solo espíritu con él.

18 Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.

19 ¿O no saben que sus cuerpos son templo del espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?

Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, 20 sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.


Capítulo 7

1 Ahora responderé a lo que ustedes me han preguntado por escrito: Es bueno para el hombre abstenerse de la mujer.

2 Sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre tenga su propia esposa, y cada mujer, su propio marido.

3 Que el marido cumpla los deberes conyugales con su esposa; de la misma manera, la esposa con su marido.

4 La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer.

5 No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún tiempo, a fin de poder dedicarse con más intensidad a la oración; después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás no se aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente.

6 Esto que les digo es una concesión y no una orden.

7 Mi deseo es que todo el mundo sea como yo, pero cada uno recibe del Señor su don particular: unos este, otros aquel.

8 A los solteros y a las viudas, les aconsejo que permanezcan como yo.

9 Pero si no pueden contenerse, que se casen; es preferible casarse que arder en malos deseos.


Capítulo 10

Capítulo 10

1 Porque no deben ignorar, hermanos, que todos nuestros padres fueron guiados por la nube y todos atravesaron el mar; 2 y para todos, la marcha bajo la nube y el paso del mar, fue un bautismo que los unió a Moisés.

3 También todos comieron la misma comida y bebieron la misma bebida espiritual.

4 En efecto, bebían el agua de una roca espiritual que los acompañaba, y esa roca era Cristo.

5 A pesar de esto, muy pocos de ellos fueron agradables a Dios, porque sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.

6 Todo esto aconteció simbólicamente para ejemplo nuestro, a fin de que no nos dejemos arrastrar por los malos deseos, como lo hicieron nuestros padres.

7 No adoren a falsos dioses, como hicieron algunos de ellos, según leemos en la Escritura:

El pueblo se sentó a comer y a beber, y luego se levantó para divertirse.

8 No forniquemos, como algunos de ellos, y por eso, en castigo, murieron veintitrés mil en un solo día.

9 No provoquemos al Señor, como hicieron algunos de ellos, y perecieron víctimas de las serpientes.

10 No nos rebelemos contra Dios, como algunos de ellos, por lo cual murieron víctimas del Angel exterminador.

11 Todo esto les sucedió simbólicamente, y está escrito para que nos sirva de lección a los que vivimos en el tiempo final.

12 Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!

13 Hasta ahora, ustedes no tuvieron tentaciones que superen sus fuerzas humanas.

Dios es fiel, y él no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas.

Al contrario, en el momento de la tentación, les dará el medio de librarse de ella, y los ayudará a soportarla.

14 Por esto, queridos míos, eviten la idolatría.

15 Les hablo como a gente sensata; juzguen ustedes mismos lo que voy a decirles.

16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo?

Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?

17 Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.

18 Pensemos en Israel según la carne: aquellos que comen las víctimas, ¿no están acaso en comunión con el altar?

19 ¿Quiero decir con esto que la carne sacrificada a los ídolos tiene algún valor, o que el ídolo es algo?

20 No, afirmo sencillamente que los paganos ofrecen sus sacrificios a los demonios y no a Dios.

Ahora bien, yo no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios.

21 Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios; tampoco pueden sentarse a la mesa del Señor y a la mesa de los demonios.

22 ¿O es que queremos provocar los celos del Señor? ¿Pretendemos ser más fuertes que él?

23 «Todo está permitido»,

pero no todo es conveniente.

«Todo está permitido»,

pero no todo es edificante.


Capítulo 11

1 Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo.

2 Los felicito porque siempre se acuerdan de mí y guardan las tradiciones tal como yo se las he transmitido.

3 Sin embargo, quiero que sepan esto:

Cristo es la cabeza del hombre; la cabeza de la mujer es el hombre y la cabeza de Cristo es Dios.

4 En consecuencia, el hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta deshonra a su cabeza; 5 y la mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra a su cabeza, exactamente como si estuviera rapada.

6 Si una mujer no se cubre con el velo, que se corte el cabello.

Pero si es deshonroso para una mujer cortarse el cabello o raparse, que se ponga el velo.

7 El hombre, no debe cubrir su cabeza, porque él es la imagen y el reflejo de Dios, mientras que la mujer es el reflejo del hombre.

8 En efecto, no es el hombre el que procede de la mujer, sino la mujer del hombre;

9 ni fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.

10 Por esta razón, la mujer debe tener sobre su cabeza un signo de sujeción, por respeto a los ángeles.

11 Por supuesto que para el Señor, la mujer no existe la mujer sin el hombre ni el hombre sin la mujer.

12 Porque si la mujer procede del hombre, a su vez, el hombre nace de la mujer y todo procede de Dios.

13 Juzguen por ustedes mismos:

¿Les parece conveniente que la mujer ore con la cabeza descubierta?

14 ¿Acaso la misma naturaleza no nos enseña que es una vergüenza para el hombre dejarse el cabello largo, 15 mientras que para la mujer es una gloria llevarlo así?
Porque la cabellera le ha sido dada a manera de velo.

16 Por lo demás, si alguien es amigo de discusiones, le advertimos que entre nosotros se acostumbra usar el velo y también en las Iglesias de Dios.

Capítulo 11

17 Y ya que les hago esta advertencia, no puedo felicitarlos por sus reuniones, que en lugar de beneficiarlos, los perjudican.

18 Ante todo, porque he oído decir que cuando celebran sus asambleas, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo.

19 Sin embargo, es preciso que se formen partidos entre ustedes, para se pongan de manifiesto los que tienen verdadera virtud.

20 Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del Señor, 21 porque apenas se sientan a la mesa, cada uno se apresura a comer su propia comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se pone ebrio.

22 ¿Acaso no tienen sus casas para comer y beber?

¿O tan poco aprecio tienen a la Iglesia de Dios, que quieren hacer pasar vergüenza a los que no tienen nada?

¿Qué les diré?

¿Los voy a alabar? En esto, no puedo alabarlos.

23 Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente:

El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, 24 dio gracias, lo partió y dijo:

«Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».

25 De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo:

«Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía».

26 Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.

27 Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor.

28 Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; 29 porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.

30 Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y débiles, y son muchos los que han muerto.

31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos condenados.

32 Pero el Señor nos juzga y nos corrige para que no seamos condenados con el mundo.

33 Así, hermanos, cuando se reúnan para participar de la Cena, espérense unos a otros.

34 Y si alguien tiene hambre, que coma en su casa, para que sus asambleas no sean motivo de condenación.

Lo demás lo arreglaré cuando vaya.


El evangelio de Pablo

Capítulo 15

1 Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles.

2 Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.

3 Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura.

4 Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura.

5 Se apareció a Pedro y después a los Doce.

6 Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto.

7 Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles.

8 Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.

9 Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios.

10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.

11 En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído.


La resurrección de Cristo
(Biblia vaticana omite 13-17)

12 Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan?

13 ¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó!

14 Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes.

15 Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos no resucitan.

16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.

17 Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados.

18 En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre.

19 Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima.

20 Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.

21 Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.

22 En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, 23 cada uno según el orden que le corresponde:

Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.

24 En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder.

25 Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies.

26 El último enemigo que será vencido es la muerte, 27 ya que Dios todo lo sometió bajo sus pies.

Pero cuando él diga:

«Todo está sometido»,

será evidentemente a excepción de aquel que le ha sometido todas las cosas.

28 Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.


La resurrección es el fundamento de la esperanza

29 Si no fuera así, ¿de qué sirve bautizarse por los que han muerto?

Si los muertos no resucitan, ¿qué sentido tiene bautizarse por ellos?

30 Y nosotros mismos, ¿por qué nos exponemos a cada instante al peligro?

31 Cada día yo me enfrento con la muerte, y esto es tan cierto, hermanos, como que ustedes son mi orgullo en Cristo Jesús, nuestro Señor.

32 ¿Y qué he ganado, si solamente por motivos humanos, yo tuve que luchar con las fieras en Efeso?

Si los muertos no resucitan,

«comamos y bebamos, porque mañana moriremos».

33 No se dejen engañar:

«Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».

34 Vuelvan a comportarse como es debido y no pequen más, porque hay algunos entre ustedes que todavía no saben nada de Dios: lo digo para vergüenza de ustedes.


La condición de los cuerpos resucitados

35 Alguien preguntará:

¿Cómo resucitan los muertos?

¿Con qué clase de cuerpo?

36 Tu pregunta no tiene sentido.

Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere.

37 Y lo que siembras, no es la planta tal como va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo, o de cualquier otra planta.

38 Y Dios da a cada semilla la forma que él quiere, a cada clase de semilla, el cuerpo que le corresponde.

39 No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces.

40 Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y cada uno tiene su propio resplandor:

41 uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.

42 Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos:

se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles;
43 se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos;
se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza;
44 se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales.

Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual.

45 Esto es lo que dice la Escritura:

El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente;

el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida.

46 Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después.

47 El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo.

48 Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial.

49 De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.


La victoria sobre la muerte

50 Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener parte en el Reino de Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es incorruptible.

51 Les voy a revelar un misterio:


No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados

52 En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final –porque esto sucederá– los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados.

53 Lo que es corruptible debe revestirse de la incorruptibilidad y lo que es mortal debe revestirse de la inmortalidad.

54 Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura:


La muerte ha sido vencida

55 ¿Dónde está, muerte, tu victoria?

¿Dónde está tu aguijón?

56 Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al pecado es la ley.

57 ¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!

58 Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por él no serán vanos.


SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS
Razones de Pablo para no volver a Corinto

Capítulo 2

1 Estoy decidido a no hacerles otra visita que sea para ustedes motivo de tristeza.

2 Porque si yo los entristezco, ¿quién me podrá alegrar, sino el mismo a quien yo entristecí?

3 Y si les he escrito lo que ustedes ya saben, fue para no apenarme al llegar, a causa de aquellos que debían alegrarme, porque estoy convencido de que mi alegría es también la de ustedes.

4 Verdaderamente les escribí con gran aflicción y angustia, y con muchas lágrimas, no para entristecerlos, sino para demostrarles el profundo afecto que les tengo.


El perdón al ofensor

5 Si alguien me entristeció, no me entristeció a mí solamente sino también, en cierta medida –lo digo sin exagerar– a todos ustedes.

6 Pienso que es suficiente el castigo que la mayoría ha impuesto al ofensor.

7 Conviene ahora perdonarlo y animarlo para que el pobre no quede agobiado por una pena excesiva.

8 Por eso, les ruego que en este caso hagan prevalecer el amor.

9 Antes les escribí para ponerlos a prueba y ver si son capaces de obedecer en todo.

10 Pero ahora, yo también perdono al que ustedes perdonaron, y lo hago en la presencia de Cristo por amor de ustedes, 11 para que Satanás no saque ventaja de nosotros, ya que conocemos bien sus intenciones.


Los frutos del apostolado

12 Cuando llegué a Tróade para anunciar la Buena Noticia de Jesús, aunque el Señor abrió una puerta para mi predicación, 13 estaba muy preocupado porque no encontré a mi hermano Tito;

por eso, me despedí de ellos y partí para Macedonia.

14 Demos gracias a Dios, que siempre nos hace triunfar en Cristo, y por intermedio nuestro propaga en todas partes la fragancia de su conocimiento.

15 Porque nosotros somos la fragancia de Cristo al servicio de Dios, tanto entre los que se salvan, como entre los que se pierden:

16 para estos, aroma de muerte, que conduce a la muerte;

para aquellos, aroma de vida, que conduce a la Vida.

¿Y quién es capaz de cumplir semejante tarea?

17 Pero nosotros no somos como muchos que trafican con la Palabra de Dios, sino que hablamos con sinceridad en nombre de Cristo, como enviados de Dios y en presencia del mismo Dios.



Capítulo 3

1 ¿Comenzamos nuevamente a recomendarnos a nosotros mismos? ¿Acaso tenemos que presentarles o recibir de ustedes cartas de recomendación, como hacen algunos?

2 Ustedes mismos son nuestra carta, una carta escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.

3 Evidentemente ustedes son una carta que Cristo escribió por intermedio nuestro, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente, no en tablas de piedra, sino de carne, es decir, en los corazones.



4 Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, 5 no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios.

6 Él nos ha capacitado para que seamos los ministros de una Nueva Alianza, que no reside en la letra, sino en el Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.

7 Ahora bien, si el ministerio que lleva a la muerte –grabado sobre piedras– fue inaugurado con tanta gloria que los israelitas no podían fijar sus ojos en el rostro de Moisés, por el resplandor –aunque pasajero– de ese rostro, 8 ¡cuánto más glorioso será el ministerio del Espíritu!

9 Y si el ministerio que llevaba a la condenación fue tan glorioso, ¡cuál no será la gloria del ministerio que conduce a la justicia!

10 En realidad, aquello que fue glorioso bajo cierto aspecto ya no lo es más en comparación con esta gloria extraordinaria.

11 Porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria, ¡cuánto más glorioso será lo que es permanente!

Capítulo 4

1 Por eso, investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos desanimamos 2 y nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia o falsificando la Palabra de Dios.

Por el contrario, manifestando abiertamente la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda conciencia humana.

3 Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para aquellos que se pierden,

4 para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.

5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús.

6 Porque el mismo Dios que dijo:

«Brille la luz en medio de las tinieblas»,

es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo.

7 Pero nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.

8 Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos;

perplejos, pero no desesperados;

9 perseguidos, pero no abandonados;

derribados, pero no aniquilados.

10 Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

11 Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

12 De esa manera, la muerte hace su obra en nosotros, y en ustedes, la vida.

13 Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura:

Creí, y por eso hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto, hablamos.

14 Y nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con él y nos reunirá a su lado junto con ustedes.

15 Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde también el número de los que participan en la acción de gracias para gloria de Dios.

16 Por eso, no nos desanimamos: aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando día a día.

17 Nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna, que supera toda medida.

18 Porque no tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno.


Capítulo 5

1 Nosotros sabemos, en efecto, que si esta tienda de campaña –nuestra morada terrenal– es destruida, tenemos una casa permanente en el cielo, no construida por el hombre, sino por Dios.

2 Por eso, ahora gemimos deseando ardientemente revestirnos de aquella morada celestial; 3 porque una vez que nos hayamos revestido en ella, ya no nos encontraremos desnudos.

4 Mientras estamos en esta tienda de campaña, gemimos angustiosamente, porque no queremos ser desvestidos, sino revestirnos, a fin de que lo que es mortal sea absorbido por la vida.

5 Y aquel que nos destinó para esto es el mismo Dios que nos dio las primicias del Espíritu.

6 Por eso, nos sentimos plenamente seguros, sabiendo que habitar en este cuerpo es vivir en el exilio, lejos del Señor; 7 porque nosotros caminamos en la fe y todavía no vemos claramente.

8 Sí, nos sentimos plenamente seguros, y por eso, preferimos dejar este cuerpo para estar junto al Señor;

9 en definitiva, sea que vivamos en este cuerpo o fuera de él, nuestro único deseo es agradarlo.

10 Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba, de acuerdo con sus obras buenas o malas, lo que mereció durante su vida mortal.

11 Por lo tanto, compenetrados del temor del Señor, tratamos de persuadir a los hombres.

Dios ya nos conoce plenamente, y espero que también ustedes nos conozcan de la misma manera.


Capítulo 6

14 No tengan relaciones indebidas con los que no creen.

Porque, ¿qué tienen en común la justicia con la iniquidad, o la luz con las tinieblas?

15 ¿Qué entendimiento puede haber entre Cristo y Belial?, ¿o qué unión entre el creyente y el que no cree?

16 ¿Qué acuerdo entre el templo de Dios y los ídolos?

Porque nosotros somos el templo del Dios viviente, como lo dijo el mismo Dios:

Yo habitaré y caminaré en medio de ellos; seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.

17 Por eso, salgan de en medio de esa gente y pónganse aparte, dice el Señor. No toquen nada impuro, y yo los recibiré.

18 Y seré para ustedes un Padre, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor todopoderoso.


Capítulo 11

1 ¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte!

De hecho, ya me toleran.

2 Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para
presentarlos a él como una virgen pura.

3 Pero temo que, así como la serpiente, con su astucia, sedujo a Eva, también ustedes se dejen corromper interiormente, apartándose de la sinceridad debida a Cristo.

4 Si alguien viniera a predicarles otro Jesucristo, diferente del que nosotros hemos predicado, o si recibieran un Espíritu distinto del que han recibido, u otro Evangelio diverso del que han aceptado, ¡ciertamente lo tolerarían!

5 Yo pienso, sin embargo, que no soy inferior a esos que se consideran «apóstoles por excelencia».

6 Porque, aunque no soy más que un profano en cuanto a la elocuencia, no lo soy en cuanto al conocimiento; y esto lo he demostrado en todo y delante de todos.

7 ¿Acaso procedí mal al anunciarles gratuitamente la Buena Noticia de Dios, humillándome a mí mismo para elevarlos a ustedes?

8 Yo he despojado a otras Iglesias, aceptando su ayuda, para poder servirlos a ustedes.

9 Y cuando estaba entre ustedes, aunque me encontré necesitado, no fui gravoso para nadie, porque los hermanos que habían venido de Macedonia me proveyeron de lo que necesitaba.

Siempre evité serles una carga, y así lo haré siempre.

10 Les aseguro por la verdad de Cristo que reside en mí, que yo no quiero perder este motivo de orgullo en la región de Acaya.

11 ¿Será acaso porque no los amo? Dios lo sabe.

12 Y lo que hago, lo seguiré haciendo, para quitar todo pretexto a los que buscan una ocasión de gloriarse por los mismos motivos que nos gloriamos nosotros.

13 Estos son falsos apóstoles, que proceden engañosamente, haciéndose pasar por apóstoles de Cristo.

14 Su táctica no debe sorprendernos, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz.

15 No es de extrañar, entonces, que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia. Pero su fin será digno de sus obras.


Capítulo 12

1 ¿Hay que seguir gloriándose?

Aunque no esté bien, pasaré a las visiones y revelaciones del Señor.

2 Conozco a un discípulo de Cristo que hace catorce años –no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– fue arrebatado al tercer cielo.

3 Y sé que este hombre –no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– 4 fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras inefables que el hombre es incapaz de repetir.

5 De ese hombre podría jactarme, pero en cuanto a mí, sólo me glorío de mis debilidades.

6 Si quisiera gloriarme, no sería un necio, porque diría la verdad; pero me abstengo de hacerlo, para que nadie se forme de mí una idea superior a lo que ve o me oye decir.

7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere.

8 Tres veces pedí al Señor que me librara, 9 pero él me respondió:

«Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad».

Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo.

10 Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo;

porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
...…

20 Porque temo que a mi llegada no los encuentre como deseo, y que ustedes, a su vez, no me encuentren como quisieran.

Quizá haya contiendas, envidias, animosidades, rivalidades, detracciones, murmuraciones, engreimientos, desórdenes.

21 Y temo también que en mi próxima visita Dios me humille a causa de ustedes, y tenga que lamentarme por muchos de aquellos que antes pecaron y no se arrepintieron de la impureza, de la fornicación y de los excesos que cometieron.


CARTA A LOS GALATAS

Capítulo 1

1 Pablo, Apóstol –no de parte de hombres ni por la mediación de un hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos– 2 y todos los hermanos que están conmigo, saludamos a las Iglesias de Galacia.

3 Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, 4 que se entregó por nuestros pecados para librarnos de este mundo perverso, conforme a la voluntad de Dios, nuestro Padre, 5 a quien sea la gloria para siempre. Amén.

6 Me sorprende que ustedes abandonen tan pronto al que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir otro evangelio.

7 No es que haya otro, sino que hay gente que los está perturbando y quiere alterar el Evangelio de Cristo.

8 Pero si nosotros mismos o un ángel del cielo les anuncia un evangelio distinto del que les hemos anunciado, ¡que sea expulsado!

9 Ya se lo dijimos antes, y ahora les vuelvo a repetir: el que les predique un evangelio distinto del que ustedes han recibido, ¡que sea expulsado!


Capítulo 4

1 Voy a ser más explícito: el heredero, mientras es menor de edad, aunque sea propietario de todos sus bienes, en nada se diferencia de un esclavo.

2 En efecto, hasta la edad fijada por su padre, está bajo la dependencia de sus tutores y administradores.

3 Así también nosotros, cuando éramos menores de edad, estábamos sometidos a los elementos del mundo.

4 Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, 5 para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.

6 Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo ”¡Abba!”, es decir, ¡Padre!

7 Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.

8 Antes, cuando ustedes no conocían a Dios, estaban al servicio de dioses que no lo son realmente.

9 Pero ahora, que conocen a Dios –o mejor dicho, que son conocidos por él– ¿cómo es posible que se vuelvan otra vez a esos elementos sin fuerza ni valor, para someterse nuevamente a ellos?

10 ¡Observar los días, los meses, las estaciones y los años!

11 Francamente, temo haber trabajado inútilmente por ustedes.


CARTA A LOS EFESIOS

Capítulo 1

17 Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.

18 Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos,

19 y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza.

Este es el mismo poder 20 que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, 21 elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro.

22 El puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, 23 que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas.


Capítulo 2

1 Ustedes estaban muertos a causa de las faltas y pecados 2 que cometían, cuando vivían conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina en el espacio, el mismo Espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan.

3 Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo nuestra concupiscencia y nuestras malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás.

4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, 5 precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo –¡ustedes han sido salvados gratuitamente!– 6 y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.


Capítulo 4

17 Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos 18 y tienen la mente oscurecida.

Ellos están apartados de la Vida de Dios por su ignorancia y su obstinación,19 y habiendo perdido el sentido moral, se han entregado al vicio, cometiendo desenfrenadamente toda clase de impurezas.

20 Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo, 21 si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús.

22 De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, 23 para renovarse en lo más íntimo de su espíritu 24 y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad.

25 Por eso, renuncien a la mentira y digan siempre la verdad a su prójimo, ya que todos somos miembros, los unos de los otros.

26 Si se enojan, no se dejen arrastrar al pecado ni permitan que la noche los sorprenda enojados, 27 dando así ocasión al demonio.

28 El que robaba, que deje de robar y se ponga a trabajar honestamente con sus manos, para poder ayudar al que está necesitado.

29 No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan.

30 No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención.

31 Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad.

32 Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.


Capítulo 5

1 Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos.

2 Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.

3 En cuanto al pecado carnal y cualquier clase de impureza o avaricia, ni siquiera se los mencione entre ustedes, como conviene a los santos.

4 Lo mismo digo acerca de las obscenidades, de las malas conversaciones y de las bromas groseras: todo esto está fuera de lugar. Lo que deben hacer es dar gracias a Dios.

5 Y sépanlo bien: ni el hombre lujurioso, ni el impuro, ni el avaro –que es un idólatra– tendrán parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios.

6 No se dejen engañar por falsas razones: todo eso atrae la ira de Dios sobre los que se resisten a obedecerle.

7 No se hagan cómplices de los que obran así!

8 Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz.

9 Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad.

10 Sepan discernir lo que agrada al Señor, 11 y no participen de las obras estériles de las tinieblas; al contrario, pónganlas en evidencia.

12 Es verdad que resulta vergonzoso aun mencionar las cosas que esa gente hace ocultamente.

13 Pero cuando se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por la luz, 14 porque todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso se dice:

Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.

15 Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas 16 que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos.

17 No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor.

18 No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo.

19 Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón.

20 Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.


El marido y la mujer

21 Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo.

22 Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor, 23 porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.

24 Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido.

25 Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, 26 para santificarla.

El la purificó con el bautismo del agua y la palabra, 27 porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.

28 Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo.

El que ama a su esposa se ama a sí mismo.

29 Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida.

Así hace Cristo por la Iglesia, 30 por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo.

31 Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne.

32 Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.

33 En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como así mismo, y la esposa debe respetar a su marido.


Capítulo 6

1 Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, 2 ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este:

Honra a tu padre y a tu madre, 3 para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra.

4 Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor.

5 Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo;

6 no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios.

7 Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, 8 teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre.

9 Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas.


Las armas y armaduras espirituales

10 Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder.

11 Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio.

12 Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio.

13 Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos.

14 Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza.

15 Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz.

16 Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno.

17 Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.

18 Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu.

Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos,

19 y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio, 20 del cual yo soy embajador en medio de mis cadenas.

¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!


PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES

Capítulo 1

6 Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo.

7 Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya.

8 En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya:

en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto.

9 Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, 10 y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo:

Jesús, a quien él resucitó y que nos libra de la ira venidera.


Capítulo 2

14 En efecto, ustedes, hermanos, siguieron el ejemplo de las Iglesias de Dios, unidas a Cristo Jesús, que están en Judea, porque han sufrido de parte de sus compatriotas el mismo trato que ellas sufrieron de parte de los judíos.

15 Ellos mataron al Señor Jesús y a los profetas, y también nos persiguieron a nosotros; no agradan a Dios y son enemigos de todos los hombres, 16 ya que nos impiden predicar a los paganos para que se salven.

Así, constantemente están colmando la medida de sus pecados, pero la ira de Dios ha caído sobre ellos para siempre.

17 En cuanto a nosotros, hermanos –físicamente separados de ustedes por un tiempo, aunque no de corazón– sentimos un ardiente y vivísimo deseo de volver a verlos.

18 Por eso quisimos ir hasta allí; yo mismo, Pablo, lo intenté varias veces, pero Satanás me lo impidió.


Capítulo 3

1 Por eso, no pudiendo soportar más, resolvimos quedarnos en Atenas 2 y enviarles a Timoteo, hermano nuestro y colaborador de Dios en el anuncio de la Buena Noticia de Cristo.

Lo hicimos para afianzarlos y confortarlos en la fe, 3 de manera que nadie se deje perturbar por estas tribulaciones.

Ustedes saben que estamos para eso.

4 Cuando todavía estábamos con ustedes les advertimos que íbamos a tener dificultades, y así sucedió, como ustedes pudieron comprobarlo.

5 Por eso, no pudiendo soportar más, les envié a Timoteo para que me informara acerca de la fe de ustedes, temiendo que el Tentador los hubiera puesto a prueba y todo nuestro trabajo hubiera resultado estéril.

6 Pero ahora Timoteo acaba de regresar de allí con buenas noticias sobre la fe y el amor de ustedes, y él nos cuenta cómo nos recuerdan siempre con cariño y tienen el mismo deseo que nosotros de volver a vernos.


Capítulo 5

1 Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba.

2 Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.

3 Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores de parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.

4 Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: 5 todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día.

Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas.

6 No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.

7 Los que duermen lo hacen de noche, y también los que se emborrachan.

8 Nosotros, por el contrario, seamos sobrios, ya que pertenecemos al día: revistámonos con la coraza de la fe y del amor, y cubrámonos con el caso de la esperanza de la salvación.

9 Porque Dios no nos destinó para la ira, sino para adquirir la salvación por nuestro Señor Jesucristo, 10 que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a él.


SEGUNDA CARTA A LOS TESALONICENSES

Capítulo 1

1 Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios, nuestro Padre y al Señor Jesucristo.

2 Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

3 Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios a causa de ustedes, y es justo que lo hagamos, porque la fe de ustedes progresa constantemente y se acrecienta el amor de cada uno hacia los demás.

4 Tanto es así que, ante las Iglesias de Dios, nosotros nos sentimos orgullosos de ustedes, por la constancia y la fe con que soportan las persecuciones y contrariedades.

5 En esto se manifiesta el justo Juicio de Dios, para que ustedes sean encontrados dignos del Reino de Dios por el cual tienen que sufrir.

6 Es justo que Dios retribuya con sufrimientos a quienes los hacen sufrir a ustedes.

7 En cambio, a ustedes, los que sufren, les dará el descanso junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús, que vendrá desde el cielo, con los ángeles de su poder, 8 en medio de un fuego ardiente.

Entonces él hará justicia con aquellos que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús.

9 Estos sufrirán como castigo la perdición eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, 10 cuando él venga aquel Día para ser glorificado en sus santos y admirado por todos los que hayan creído.

¡Y ustedes han creído en nuestro testimonio!

11 Pensando en esto, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe.

12 Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.


Capítulo 2

1 Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos,

2 que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.

3 Que nadie los engañe de ninguna manera.

Porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Ser condenado a la perdición,

4 el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios.

5 ¿No recuerdan que cuando estuve con ustedes les decía estas cosas?

6 Ya saben qué es lo que ahora lo retiene, para que no se manifieste sino a su debido tiempo.

7 El misterio de la iniquidad ya está actuando. Sólo falta que desaparezca el que lo retiene, 8 y entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor Jesús destruirá con el aliento de su boca y aniquilará con el resplandor de su Venida.

9 La venida del Impío será provocada por la acción de Satanás y está acompañada de toda clase de demostraciones de poder, de signos y falsos milagros, 10 y de toda clase de engaños perversos, destinados a los que se pierden por no haber amado la verdad que los podía salvar.

11 Por eso, Dios les envía un poder engañoso que les hace creer en la mentira, 12 a fin de que sean condenados todos los que se negaron a creer en la verdad y se complacieron en el mal.

13 Nosotros, por nuestra parte, siempre debemos dar gracias a Dios, a causa de ustedes, hermanos amados por el Señor.

En efecto, Dios los eligió desde el principio para que alcanzaran la salvación mediante la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad.

14 El los llamó, por medio de nuestro Evangelio, para que posean la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

15 Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente o por carta.

16 Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, 17 los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.


Capítulo 3

1 Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes.

2 Rueguen también para que nos vemos libres de los hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe.

3 Pero el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará del Maligno.


CARTA A LOS FILIPENSES

Capítulo 3

17 Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado.

18 Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo.

19 Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra.

20 En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo.

21 El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.


I TIMOTEO

Recomendación a Timoteo

Capítulo 1

18 Hijo mío, te hago esta recomendación, conforme a lo que se dijo de ti por inspiración de Dios, a fin de que luches valientemente, 19 conservando la fe y la buena conciencia.

Por no haber tenido una buena conciencia algunos fracasaron en la fe, 20 entre otros, Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendieran a no blasfemar.


El jefe de la comunidad

Capítulo 3

1 Es muy cierta esta afirmación:

«El que aspira a presidir la comunidad, desea ejercer una noble función».

2 Por eso, el que preside debe ser un hombre irreprochable, que se haya casado una sola vez, sobrio, equilibrado, ordenado, hospitalario y apto para la enseñanza.

3 Que no sea afecto a la bebida ni pendenciero, sino indulgente, enemigo de las querellas y desinteresado. 4 Que sepa gobernar su propia casa y mantener a sus hijos en la obediencia con toda dignidad.

5 Porque si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar la Iglesia de Dios?

6 Y no debe ser un hombre recientemente convertido, para que el orgullo no le haga perder la cabeza y no incurra en la misma condenación que el demonio.

7 También es necesario que goce de buena fama entre los no creyentes, para no exponerse a la maledicencia y a las redes del demonio.


El falso ascetismo y los Últimos Tiempos

Capítulo 4

1 El Espíritu afirma claramente que en los últimos tiempos habrá algunos que renegarán de su fe, para entregarse a espíritus seductores y doctrinas demoníacas, 2 seducidos por gente mentirosa e hipócrita, cuya conciencia está marcada a fuego.

3 Esa gente proscribe el matrimonio y prohíbe el consumo de determinados alimentos que Dios creó para que los creyentes y los conocedores de la verdad los comieran dando gracias.

4 Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es despreciable, si se lo recibe con acción de gracias, 5 porque la Palabra de Dios y la oración lo santifican.


Las viudas

Capítulo 5

3 Honra y atiende a las viudas que realmente están necesitadas.

4 Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, estos deben aprender primero a cumplir con sus deberes familiares y a ser agradecidos con sus padres, porque eso es lo que agrada a Dios.

5 Hay viudas que lo son realmente, porque se han quedado solas y tienen puesta su confianza en Dios, consagrando sus días y sus noches a la súplica y a la oración.

6 Pero la [viuda] que lleva una vida disipada, aunque viva, está muerta.

7 Incúlcales esto para que sean irreprochables: 8 el que no se ocupa de los suyos, sobre todo si conviven con él, ha renegado de su fe y es peor que un infiel.

9 Para estar inscrita en el grupo de las viudas, una mujer debe tener por lo menos sesenta años y haberse casado una sola vez.

10 Que sus buenas obras den testimonio de ella; tiene que haber educado a sus hijos, ejercitado la hospitalidad, haber lavado los pies a los hermanos, socorrido a los necesitados y practicado el bien en todas sus formas.

11 No inscribas, en cambio, a las viudas más jóvenes, porque cuando los deseos puramente humanos prevalecen sobre su entrega a Cristo, quieren casarse otra vez, 12 y se hacen culpables por faltar a su compromiso.

13 Además, si no tienen nada que hacer, acaban yendo de casa en casa y se dedican a charlar y a curiosear, ocupándose en lo que no les importa.

14 Por eso quiero que las viudas jóvenes se casen, que tengan hijos y atiendan a sus obligaciones domésticas, para no dar lugar a la maledicencia de los enemigos.

15 Algunas de ellas ya han abandonado el buen camino y siguen a Satanás.

16 Si una mujer creyente tiene viudas en la familia, que se ocupe de ellas.

De esta manera, la Iglesia no las tendrá a su cargo y quedará libre para atender a las que están realmente necesitadas.


II TIMOTEO

El ministerio de Timoteo

Capítulo 1

6 Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos.

7 Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad.

8 No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero.

Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.

9 Él nos salvó y nos eligió con su santo llamado, no por nuestras obras, sino por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, 10 y que ahora se ha revelado en la Manifestación de nuestro Salvador Jesucristo.

Porque él destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena Noticia, 11 de la cual he sido constituido heraldo, Apóstol y maestro.


La bondad del servidor de Cristo

Capítulo 2

22 No cedas a los impulsos propios de la juventud y busca la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con todos los que invocan al Señor con un corazón puro.

23 Evita las cuestiones estúpidas y carentes de sentido: ya sabes que provocan serios altercados.

24 El que sirve al Señor no debe tomar parte en querellas.

Por el contrario, tiene que ser amable con todos, apto para enseñar y paciente en las pruebas.

25 Debe reprender con dulzura a los adversarios, teniendo en cuenta que Dios puede concederles la conversión y llevarlos al conocimiento de la verdad, 26 haciéndolos reaccionar y librándolos de la trampa del demonio que los tiene cautivos al servicio de su voluntad.


COLOCENSES

Acción de gracias y súplica

Capítulo 1

3 Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando sin cesar por ustedes, 4 desde que nos hemos enterado de la fe que tienen en Cristo Jesús y del amor que demuestran a todos los santos, 5 a causa de la esperanza que les está reservada en el cielo.

Ustedes oyeron anunciar esta esperanza por medio de la Palabra de la verdad, de la Buena Noticia 6 que han recibido y que se extiende y fructifica en el mundo entero.

Eso mismo sucede entre ustedes, desde que oyeron y comprendieron la gracia de Dios en toda su verdad, 7 al ser instruidos por Epafras, nuestro querido compañero en el servicio de Dios.

Él es para ustedes un fiel ministro de Cristo, 8 y por él conocimos el amor que el Espíritu les inspira.

9 Por eso, desde que nos enteramos de esto, oramos y pedimos sin cesar por ustedes, para que Dios les haga conocer perfectamente su voluntad, y les dé con abundancia la sabiduría y el sentido de las cosas espirituales.

10 Así podrán comportarse de una manera digna del Señor, agradándolo en todo, fructificando en toda clase de obras buenas y progresando en el conocimiento de Dios.

11 Fortalecidos plenamente con el poder de su gloria, adquirirán una verdadera firmeza y constancia de ánimo, 12 y darán gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos.

13 Porque él [Dios Padre] nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, 14 en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.


Capítulo 2

Advertencia contra los errores; Cristo, Cabeza, Salvador y Mediador, y rechazo del falso ascetismo

4 Los pongo sobre aviso para que nadie los engañe con sofismas.

5 Aunque ausente con el cuerpo, estoy presente en espíritu, y me alegro al ver el orden que reina entre ustedes y la firmeza de la fe que tienen en Cristo.

6 Vivan en Cristo Jesús, el Señor, tal como ustedes lo han recibido, 7 arraigados y edificados en él, apoyándose en la fe que les fue enseñada y dando gracias constantemente.

8 No se dejen esclavizar por nadie con la vacuidad de una engañosa filosofía, inspirada en tradiciones puramente humanas y en los elementos del mundo, y no en Cristo.

9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, 10 y ustedes participan de esa plenitud de Cristo, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad.

11 En él fueron circuncidados, no por mano de hombre, sino por una circuncisión que los despoja del cuerpo carnal, la circuncisión de Cristo.

12 En el bautismo, ustedes fueron sepultados con él, y con él resucitaron, por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos.

13 Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con él, perdonando todas nuestras faltas.

14 Él canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.

15 En cuanto a los Principados y a las Potestades, los despojó y los expuso públicamente a la burla, incorporándolos a su cortejo triunfal.
16 Por eso, que nadie los critique por cuestiones de alimento y de bebida, o de días festivos, de novilunios y de sábados.

17 Todas esas cosas no son más que la sombra de una realidad futura, que es el Cuerpo de Cristo.

18 Que nadie los prive del premio, bajo pretexto de «humildad» y de un «culto de los ángeles».

Esa gente tiene en cuenta solamente las cosas que ha visto y se vanagloria en el orgullo de su mentalidad carnal, 19 pero no se mantiene unida a la Cabeza que vivifica a todo el Cuerpo y le da cohesión por medio de las articulaciones y de los ligamentos, a fin de que su crecimiento se realice en Dios.

20 Ya que ustedes han muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué se someten a las prohibiciones de 21 «no tomar», «no comer» y «no tocar», como si todavía vivieran en el mundo?

22 Todo esto se refiere a cosas destinadas a ser destruidas por su mismo uso y no son más que preceptos y doctrinas de hombres.

23 Estas doctrinas tienen una cierta apariencia de sabiduría por su «religiosidad», su «humildad» y su «desprecio del cuerpo», pero carecen de valor y sólo satisfacen los deseos de la carne.


Capítulo 3

Cristo resucitado, principio de la Vida nueva; el hombre viejo y el hombre nuevo; exhortación al amor

1 Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.

2 Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.

3 Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.

4 Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.

5 Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría.

6 Estas cosas provocan la ira de Dios sobre los rebeldes.

7 Ustedes mismos se comportaban así en otro tiempo, viviendo desordenadamente.

8 Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras.

9 Tampoco se engañen los unos a los otros.

Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras, 10 y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador.

11 Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.

12 Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia.

13 Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.

14 Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.

15 Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.

16 Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza.

Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros.

Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.

17 Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre


SANTIAGO

La fe y las obras

Capítulo 2

14 ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?

¿Acaso esa fe puede salvarlo?

15 ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, 16 les dice:

«Vayan en paz, caliéntense y coman»,

y no les da lo que necesitan para su cuerpo?

17 Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.

18 Sin embargo, alguien puede objetar:

«Uno tiene la fe y otro, las obras».

A ese habría que responderle:

«Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe».

19 ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. Los demonios también creen, y sin embargo, tiemblan.

20 ¿Quieres convencerte, hombre insensato, de que la fe sin obras es estéril?

21 ¿Acaso nuestro padre Abraham no fue justificado por las obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?

22 ¿Ves cómo la fe no estaba separada de las obras, y por las obras alcanzó su perfección?

23 Así se cumplió la Escritura que dice:

Abraham creyó en Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación, y fue llamado amigo de Dios.”

24 Como ven, el hombre no es justificado sólo por la fe, sino también por las obras.

25 ¿Acaso Rahab, la prostituta, no fue justificada por las obras, cuando recibió a los mensajeros y les hizo tomar otro camino?

26 De la misma manera que un cuerpo sin alma está muerto, así está muerta la fe sin las obras.


La verdadera y la falsa sabiduría

Capítulo 3

13 El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.

14 Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanagloríen ni falten a la verdad.

15 Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y demoníaca.

16 Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad. 1

7 En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura;

y además, pacífica, benévola y conciliadora;

está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien;

es imparcial y sincera.

18 Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.


Exhortación a eliminar las discordias; los juicios contra el prójimo

Capítulo 4

1 ¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes?

¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros?

2 Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra.

Ustedes no tienen, porque no piden.

3 O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones.
4 ¡Corazones adúlteros!

¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de Dios?

Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.

5 No piensen que la Escritura afirma en vano:

El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos.

6 Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice:

Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.”

7 Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes.

8 Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes.

Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido.

9 Reconozcan su miseria con dolor y con lágrimas.

Que la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza.

10 Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.


Los juicios contra el prójimo

Capítulo 4

11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros.

El que habla en contra de un hermano o lo condena, habla en contra de la Ley y la condena.

Ahora bien, si tú condenas la Ley, no eres cumplidor de la Ley, sino juez de la misma.

12 Y no hay más que un solo legislador y juez, aquel que tiene el poder de salvar o de condenar.

¿Quién eres tú para condenar al prójimo?


Advertencia a los ricos

Capítulo 5

1 Ustedes, los ricos, lloren y giman por las desgracias que les van a sobrevenir.

2 Porque sus riquezas se han echado a perder y sus vestidos están roídos por la polilla.

3 Su oro y su plata se han herrumbrado, y esa herrumbre dará testimonio contra ustedes y devorará sus cuerpos como un fuego.

¡Ustedes han amontonado riquezas, ahora que es el tiempo final!

4 Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo.

5 Ustedes llevaron en este mundo una vida de lujo y de placer, y se han cebado a sí mismos para el día de la matanza.

6 Han condenado y han matado al justo, sin que él les opusiera resistencia.


El juramento

Capítulo 5

12 Pero ante todo, hermanos, no juren ni por el cielo, ni por la tierra, ni de ninguna manera:

que cuando digan «sí», sea sí; y cuando digan «no», sea no, para no ser condenados.


La eficacia de la oración

Capítulo 5

13 Si alguien está afligido, que ore.

Si está alegre, que cante salmos.

14 Si está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor.

15 La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará, y si tuviera pecados, le serán perdonados.

16 Confiesen mutuamente sus pecados y oren los unos por los otros, para ser curados.

La oración perseverante del justo es poderosa.

17 Elías era un hombre como nosotros, y sin embargo, cuando oró con insistencia para que no lloviera, no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.

18 Después volvió a orar; entonces el cielo dio la lluvia, y la tierra produjo frutos


La corrección fraterna

Capítulo 5

Purgatorio
19 Hermanos míos, si uno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver, 20 sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados.


HEBREOS

Capítulo 2

1 Por eso, nosotros debemos prestar más atención a lo que hemos escuchado, no sea que marchemos a la deriva.

2 Porque si la Palabra promulgada por medio de los ángeles tuvo plena vigencia, a tal punto que toda transgresión y desobediencia recibió su justa retribución, 3 ¿cómo nos libraremos nosotros, si rehusamos semejante salvación?

Esta salvación, anunciada en primer lugar por el Señor, nos fue luego confirmada por todos aquellos que la habían oído anunciar, 4 mientras Dios añadía su testimonio con signos y prodigios, con toda clase de milagros y con los dones del Espíritu Santo, distribuidos según su voluntad.

5 Porque Dios no ha sometido a los ángeles el mundo venidero del que nosotros hablamos.

6 Acerca de esto, hay un testimonio que dice:

"¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano para que te ocupes de él?
7 Por poco tiempo lo pusiste debajo de los ángeles
y lo coronaste de gloria y esplendor.

8 Todo lo sometiste bajo sus pies".

Si Dios le ha sometido todas las cosas, nada ha quedado fuera de su dominio.

De hecho, todavía no vemos que todo le está sometido.

9 Pero a aquel que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora lo vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció.

Así, por la gracia de Dios, él experimentó la muerte en favor de todos.

10 Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación.

11 Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen.

Por eso, él no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12 cuando dice:

"Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea".
13 Y también:

"En él pondré mi confianza".

Y además:

"Aquí estamos yo y los hijos que Dios me ha dado".

14 Y ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, él también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al demonio,


15 y liberar de este modo a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la muerte.

16 Porque él no vino para socorrer a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham.

17 En consecuencia, debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.

18 Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba.


Capítulo 11

28 Por la fe [Moisés], celebró la primera Pascua e hizo la primera aspersión de sangre, a fin de que el Exterminador no dañara a los primogénitos de Israel.


I PEDRO

El nuevo Pueblo de Dios

Capítulo 2

1 Renuncien a toda maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de maledicencia. 2

Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación, 3 ya que han gustado qué bueno es el Señor.

4 Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,


5 también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.

6 Porque dice la Escritura:

Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido.

7 Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor.

En cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: 8 piedra de tropiezo y roca de escándalo.

Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada.

9 Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz:


10 ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado


La resurrección de Cristo y el Bautismo

Capítulo 3

18 Cristo murió una vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció por los injustos– para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu.

19 Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros, 20 a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca.

En ella, unos pocos –ocho en total– se salvaron a través del agua.

21 Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo,

22 que está a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.


Las costumbres paganas

Capítulo 4

1 Y ya que Cristo sufrió en su carne, compenétrense también ustedes de esta convicción: el que ha sufrido en la carne ha roto con el pecado.

Porque el que sufre en la carne está libre del pecado, 2 para vivir el resto de su vida mortal, no según los deseos humanos, sino según la voluntad de Dios.

3 Ya han vivido bastante tiempo conforme al criterio de los paganos, entregándose a toda clase de desenfrenos, a los malos deseos, a las borracheras, a los excesos en la comida, a las orgías y al culto ilícito de los ídolos.

4 Ahora los paganos se extrañan de que ustedes no se precipiten con ellos hacia ese desborde de libertinaje, y se deshacen en injurias contra ustedes.

5 De esto, tendrán que rendir cuenta a aquel que juzgará a los vivos y a los muertos.

6 Porque la Buena Noticia ha sido anunciada a los muertos, para que ellos, después de haber sido juzgados en la carne conforme a su condición humana, vivan por el Espíritu con la vida de Dios.


Últimas exhortaciones

Capítulo 5

5 De la misma manera, ustedes, los jóvenes, sométanse a los presbíteros.

Que cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los demás, porque Dios se opone a los orgullosos y da su ayuda a los humildes.

6 Humíllense bajo la mano poderosa de Dios, para que él los eleve en el momento oportuno.

7 Descarguen en él todas sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes.
8 Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar.

9 Resístanlo firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos dispersos por el mundo padecen los mismos sufrimientos que ustedes.

10 El Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna en Cristo, después que hayan padecido un poco, los restablecerá y confirmará, los hará fuertes e inconmovibles.

11 ¡A él sea la gloria y el poder eternamente! Amén.


II PEDRO

Los falsos maestros

Capítulo 2

1 En el pueblo de Israel hubo también falsos profetas.

De la misma manera, habrá entre ustedes falsos maestros que introducirán solapadamente desviaciones perniciosas, y renegarán del Señor que los redimió, atrayendo sobre sí mismos una inminente perdición.

2 Muchos imitarán su desenfreno, y por causa de ellos, el camino de la verdad será objeto de blasfemias.

3 Llevados por la ambición, y valiéndose de palabras engañosas, ellos se aprovecharán de ustedes.

Pero hace mucho que el juicio los amenaza y la perdición los acecha.


Las lecciones del pasado

Capítulo 2

4 Porque Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los precipitó en el infierno y los sumergió en el abismo de las tinieblas, donde están reservados para el Juicio.

5 Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que desencadenó el diluvio sobre una tierra poblada de impíos, preservando sólo a ocho personas, entre ellas a Noé, el heraldo de la justicia.

6 También condenó a la destrucción y redujo a cenizas a las ciudades de Sodoma y Gomorra, para que sirvieran de ejemplo a los impíos del futuro.

7 En cambio, libró a Lot, el justo, que estaba afligido por la conducta licenciosa de esos hombres sin ley:

8 porque teniendo que vivir en medio de ellos, su alma de justo se sentía constantemente torturada por las iniquidades que veía y escuchaba.

9 El Señor, en efecto, sabe librar de la prueba a los hombres piadosos, y reserva a los culpables para que sean castigados en el día del Juicio,

10 sobre todo, a los que, llevados por sus malos deseos, corren detrás de los placeres carnales y desprecian la Soberanía.


La perversidad de los falsos maestros

Capítulo 2

Estos hombres audaces y arrogantes no tienen miedo de blasfemar contra los ángeles caídos, 11 mientras que los ángeles superiores en fuerza y en poder no pronuncian ningún juicio injurioso contra ellos en la presencia del Señor.

12 Pero ellos, como animales irracionales, destinados por naturaleza a ser capturados y destruidos, hablan injuriosamente de lo que ignoran, y perecerán como esos mismos animales, 13 sufriendo así el castigo en pago de su iniquidad.

Ellos se deleitan entregándose a la depravación en pleno día; son hombres viciosos y corrompidos, que se gozan en engañarlos mientras comen con ustedes.

14 Son seres malditos, cuyos ojos no pueden mirar a una mujer sin desearla;

seres insaciables de pecado, que seducen a las almas débiles y cuyos corazones sólo conocen la codicia.

15 Ellos abandonaron el camino recto, extraviándose tras los pasos de Balaam, hijo de Bosor, que se dejó seducir por un salario injusto;

16 pero él encontró quien le reprochara su falta: un animal de carga pronunció palabras humanas y puso freno a la insensatez del profeta.

17 Los que obran así son fuentes sin agua, nubes arrastradas por el huracán: a ellos les está reservada la densidad de las tinieblas.

18 Con sus palabras altisonantes y vacías, atraen, por medio de los deseos desenfrenados de la carne, a los que apenas acaban de librarse de los que viven en el error.

19 Les prometen la libertad, siendo ellos mismos esclavos de la corrupción: porque uno es esclavo de aquello que lo domina.

20 En efecto, si alguien se aleja de los vicios del mundo, por medio del conocimiento del Señor y Salvador

Jesucristo, y después se deja enredar y dominar de nuevo por esos vicios, su estado final llega a ser peor que el primero.

21 Más le hubiera valido no conocer el camino de la justicia que, después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que le fue transmitido.

22 En él se cumple lo que dice justamente el proverbio:

«El perro volvió a comer lo que había vomitado»,

y este otro:

«La puerca recién lavada se revuelca en el barro»


El Día del Señor

Capítulo 3

1 Queridos hermanos, esta es la segunda carta que les escribo.

En las dos les he recomendado algunas cosas, para que tengan un criterio exacto.

2 No olviden lo que ha sido anunciado por los santos profetas, así como tampoco el mandamiento del Señor y Salvador, que los Apóstoles les han transmitido.

3 Sepan, en primer lugar, que en los últimos días vendrán hombres burlones y llenos de sarcasmo, que viven de acuerdo con sus pasiones, 4 y que dirán:

«¿Dónde está la promesa de su Venida?

Nuestros padres han muerto y todo sigue como al principio de la creación».

5 Al afirmar esto, ellos no tienen en cuenta que hace mucho tiempo hubo un cielo, y también una tierra brotada del agua que tomó consistencia en medio de las aguas por la palabra de Dios.

6 A causa de esas aguas, el mundo de entonces pereció sumergido por el diluvio.

7 Esa misma palabra de Dios ha reservado el cielo y la tierra de ahora para purificarlos por el fuego en el día del Juicio y de la perdición de los impíos.

8 Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día.

9 El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.

10 Sin embargo, el Día del Señor llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente;

los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida.


I JUAN

Dios es luz

Capítulo 1

5 La noticia que hemos oído de él y que nosotros les anunciamos, es esta: Dios es luz, y en él no hay tinieblas.
6 Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad.
7 Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.



El reconocimiento de nuestros pecados

Capítulo 2

8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.

9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad.
10 Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso, y su palabra no está en nosotros.


Cristo, víctima de propiciación

Capítulo 2

1 Hijos míos,les he escrito estas cosas para que no pequen.
Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo.

2 Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.


El cumplimiento de los mandamientos

Capítulo 2

3 La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos.
4 El que dice:
«Yo lo conozco»,
y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
5 Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud.
Esta es la señal de que vivimos en él.

6 El que dice que permanece en él, debe proceder como él.
7 Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el que aprendieron desde el principio:

este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron.


El mandamiento nuevo

Capítulo 2

8 Sin embargo, el mandamiento que les doy es nuevo.

Y esto es verdad tanto en él como en ustedes, porque se disipan las tinieblas y ya brilla la verdadera luz.
9 El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas.
10 El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar.
11 Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido.


Los destinatarios de la Carta

Capítulo 2

12 Hijos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús.
13 Padres, les escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio.

Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno.
14 Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre.
Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio.
Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno.


El desapego del mundo

Capítulo 2

15 No amen al mundo ni las cosas mundanas.

Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
16 Porque todo lo que hay en el mundo

los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la riqueza
no viene del Padre, sino del mundo.
17 Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos.

En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente


Los anticristos

Capítulo 2

18 Hijos míos, ha llegado la última hora.
Ustedes oyeron decir que vendría un Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora.
19 Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros.
Si lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros.
Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros.
20 Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el verdadero conocimiento.
21 Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la verdad.
22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?
Ese es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo.
23 El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre.


La conducta de los Hijos de Dios

Capítulo 3

3 El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro.
4 El que comete el pecado comete también la iniquidad, porque el pecado es la iniquidad.
5 Pero ustedes saben que él se manifestó para quitar los pecados, y que él no tiene pecado.
6 El que permanece en él, no peca, y el que peca no lo ha visto ni lo ha conocido.
7 Hijos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él mismo es justo.
8 Pero el que peca procede del demonio, porque el demonio es pecador desde el principio.
Y el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio.
9 El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
10 Los hijos de Dios y los hijos del demonio se manifiestan en esto:
el que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.


El amor fraterno

Capítulo 3

11 La noticia que oyeron desde el principio es esta: que nos amemos los unos a los otros.
12 No hagamos como Caín, que era del Maligno y mató a su hermano.
¿Y por qué lo mató?
Porque sus obras eran malas, y las de su hermano, en cambio, eran justas.
13 No se extrañen, hermanos, si el mundo los aborrece.
14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la Vida, porque amamos a nuestros hermanos.
El que no ama permanece en la muerte.
15 El que odia a su hermano es un homicida, y ustedes saben que ningún homicida posee la Vida eterna.

16 En esto hemos conocido el amor: en que él entregó su vida por nosotros.
Por eso, también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
17 Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios?
18 Hijitos míos, no amemos con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad.
19 En esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos delante de Dios 20 aunque nuestra conciencia nos reproche algo, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas.
21 Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, 22 y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
23 Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó.
24 El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.


La verdadera y la falsa inspiración

Capítulo 4

1 Queridos míos, no crean a cualquiera que se considere inspirado: pongan a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios, porque han aparecido en el mundo muchos falsos profetas.

2 En esto reconocerán al que está inspirado por Dios: todo el que confiesa a Jesucristo manifestado en la carne, procede de Dios.
3 Y todo el que niega a Jesús, no procede de Dios, sino que está inspirado por el Anticristo, por el que ustedes oyeron decir que vendría y ya está en el mundo.
4 Hijos míos, ustedes son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque aquel que está en ustedes es más grande que el que está en el mundo.
5 Ellos son del mundo, por eso hablan el lenguaje del mundo y el mundo los escucha.

6 Nosotros, en cambio, somos de Dios.
El que conoce a Dios nos escucha, pero el que no es de Dios no nos escucha.
Y en esto distinguiremos la verdadera de la falsa inspiración.


Dios es amor

Capítulo 4

7 Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
8 El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
9 Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él.
10 Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
11 Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
12 Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.

13 La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu.

14 Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.
15 El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él.
16 Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.


La plenitud del amor

Capítulo 4

17 La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a él.
18 En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor.
19 Nosotros amamos porque Dios nos amó primero.
20 El que dice:

«Amo a Dios»,
y no ama a su hermano, es un mentiroso.
¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?
21 Este es el mandamiento que hemos recibido de él:

el que ama a Dios debe amar también a su hermano.


La fe y el amor

Capítulo 5

1 El que cree que Jesús es el Cristo que ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él.

2 La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
3 El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, 4 porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo.

Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe.
5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?


El testimonio sobre el Hijo de Dios

Capítulo 5

6 Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre.

Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad.
7 Son tres los que dan testimonio:

8 el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres están de acuerdo.

9 Si damos fe al testimonio de los hombres, con mayor razón tenemos que aceptar el testimonio de Dios.
Y Dios ha dado testimonio de su Hijo.
10 El que cree en el Hijo de Dios tiene en su corazón el testimonio de Dios.
El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

11 Y el testimonio es este: Dios nos dio la Vida eterna, y esa Vida está en su Hijo.
12 El que está unido al Hijo, tiene la Vida; el que no lo está, no tiene la Vida.
13 Les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna.


La oración por los pecadores
Capítulo 5

Purgatorio

14 Tenemos plena confianza de que Dios nos escucha si le pedimos algo conforme a su voluntad.
15 Y sabiendo que él nos escucha en todo lo que le pedimos, sabemos que ya poseemos lo que le hemos pedido.

16 El que ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, que ore y le dará la Vida.

Me refiero a los que cometen pecados que no conducen a la muerte, porque hay un pecado que lleva a la muerte; por este no les pido que oren.
17 Aunque toda maldad es pecado, no todo pecado lleva a la muerte.


II JUAN

Capítulo 5

18 Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Hijo de Dios lo protege, y el Maligno no le puede hacer nada.

19 Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero está bajo el poder del Maligno.

20 Y sabemos también que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al que es Verdadero; y nosotros permanecemos en el que es Verdadero, en su Hijo Jesucristo.
El es el Dios verdadero y la Vida eterna.
21 Hijitos míos, cuídense de los ídolos...


CARTA DE JUDAS

Saludo inicial

1 1 Judas, servidor de Jesucristo, hermano de Santiago, saluda a los que han sido llamados, a los amados de Dios, el Padre, y protegidos por Jesucristo.

2 Llegue a ustedes la misericordia, la paz y el amor en abundancia.


Ocasión de la Carta

3 Queridos míos, yo tenía un gran deseo de escribirles acerca de nuestra común salvación, pero me he visto obligado a hacerlo con el fin de exhortarlos a combatir por la fe, que de una vez para siempre ha sido transmitida a los santos.

4 Porque se han infiltrado entre ustedes ciertos hombres, cuya condenación estaba preanunciada desde hace mucho tiempo.

Son impíos que hacen de la gracia de Dios un pretexto para su libertinaje y reniegan de nuestro único Dueño y Señor Jesucristo.


Los falsos maestros

5 Quiero recordarles, aunque ustedes ya lo han aprendido de una vez por todas, que el Señor, después de haber salvado al pueblo, sacándolo de Egipto, hizo morir en seguida a los incrédulos.

6 En cuanto a los ángeles que no supieron conservar su preeminencia y abandonaron su propia morada, el Señor los tiene encadenados eternamente en las tinieblas para el Juicio del gran Día.

7 También Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas, que se prostituyeron de un modo semejante a ellos, dejándose arrastrar por relaciones contrarias a la naturaleza, han quedado como ejemplo, sometidas a la pena de un fuego eterno.

8 Lo mismo pasa con estos impíos: en su delirio profanan la carne, desprecian la Soberanía e injurian a los ángeles gloriosos.

9 Ahora bien, el mismo arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente:

«Que el Señor te reprima».

10 Estos impíos, en cambio, hablan injuriosamente de lo que ignoran; y lo que conocen por instinto natural, como animales irracionales, sólo sirve para su ruina.


La perversidad de los falsos maestros

11 ¡Ay de ellos! Porque siguieron el camino de Caín; por amor al dinero cayeron en el extravío de Balaam y perecieron en la rebelión de Coré.

12 Ellos manchan las comidas fraternales, porque se dejan llevar de la glotonería sin ninguna vergüenza y sólo tratan de satisfacerse a sí mismos.

Son nubes sin agua llevadas por el viento, árboles otoñales sin frutos, doblemente muertos y arrancados de raíz; 1

3 olas bravías del mar, que arrojan la espuma de sus propias deshonras, estrellas errantes a las que está reservada para siempre la densidad de las tinieblas.

14 A ellos se refería Henoc, el séptimo patriarca después de Adán, cuando profetizó:

«Ya viene el Señor con sus millares de ángeles, 15 para juzgar a todos y condenar a los impíos por las maldades que cometieron, y a los pecadores por las palabras insolentes que profirieron contra él».

16 Todos estos son murmuradores y descontentos que viven conforme al capricho de sus pasiones: su boca está llena de petulancia y adulan a los demás por interés.


Recomendaciones a los fieles

17 En cuanto a ustedes, queridos míos, acuérdense de lo que predijeron los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.

18 Ellos les decían:

«En los últimos tiempos habrá gente que se burlará de todo y vivirá de acuerdo con sus pasiones impías».

19 Estos son los que provocan divisiones, hombres sensuales que no poseen el Espíritu.

20 Pero ustedes, queridos míos, edifíquense a sí mismos sobre el fundamento de su fe santísima, orando en el Espíritu Santo.

21 Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la Vida eterna.

22 Traten de convencer a los que tienen dudas, 23 y sálvenlos librándolos del fuego.

En cuanto a los demás, tengan piedad de ellos, pero con cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo.


Doxología

24 A aquel que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria,

25 al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre.

Amén.

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