HECHOS
DE LOS APÓSTOLES
La
elección de Matías
Capítulo
1.
Exorcismal
1614: Dios castigó a Satanás en la figura de Judas
15 Uno de esos
días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos –los que
estaban reunidos eran alrededor de ciento veinte personas– y dijo:
16 «Hermanos,
era necesario que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu
Santo, por boca de David, habla de Judas, que fue el jefe de los que
apresaron a Jesús.
18 Pero
después de haber comprado un campo con el precio de su crimen, cayó
de cabeza, y su cuerpo se abrió, dispersándose sus entrañas.
19 El hecho
fue tan conocido por todos los habitantes de Jerusalén, que ese
campo fue llamado en su idioma Hacéldama, que quiere decir:
“Campo
de sangre”.
Que
su casa quede desierta
y nadie la habite.
y nadie la habite.
Y
más adelante:
Que
otro ocupe su cargo.
21 Es
necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante
todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros, 22
desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión, sea
constituido junto con nosotros testigo de su resurrección».
«Señor, tú que conoces
los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste 25
para desempeñar el ministerio del apostolado, dejado por Judas al
irse al lugar que le correspondía».
Capítulo
5
1
Un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, Safira, vendió
una propiedad, 2 y de acuerdo con ella, se guardó parte del dinero y
puso el resto a disposición de los Apóstoles.
3
Pedro le dijo:
«Ananías,
¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti
hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte
del dinero del campo?
4
¿Acaso no eras dueño de quedarte con él?
Y
después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero?
¿Cómo
se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios».
5
Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto.
Un
gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido.
6
Vinieron unos jóvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a
enterrar.
7
Unas tres horas más tarde, llegó su mujer, completamente ajena a lo
ocurrido.
8
Pedro le preguntó:
«¿Es
verdad que han vendido el campo en tal suma?».
Ella
respondió:
«Sí,
en esa suma».
9
Pedro le dijo:
«¿Por
qué se han puesto de acuerdo para tentar así al Espíritu del
Señor?
Mira
junto a la puerta las pisadas de los que acaban de enterrar a tu
marido; ellos también te van a llevar a ti».
10
En ese mismo momento, ella cayó muerta a sus pies; los
jóvenes, al entrar, la encontraron muerta, la llevaron y la
enterraron junto a su marido.
11
Un gran temor se apoderó entonces de toda la Iglesia y de
todos los que oyeron contar estas cosas.
12
Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo.
Todos
solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de
Salomón, 13 pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los
Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos.
14
Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el
Señor, tanto hombres como mujeres.
15
Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en
catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su
sombra cubriera a alguno de ellos.
16
La multitud acudía también de las ciudades vecinas a
Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus
impuros, y todos quedaban curados.
Capítulo
8
Exorcismal
1614: Satanás tienta a Simón el mago para comprar el don del
Espíritu Santo
5
Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a
Cristo.
6
Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían
unánimemente las palabras de Felipe.
7
Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos,
salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de
paralíticos y lisiados quedaron curados.
8
Y fue grande la alegría de aquella ciudad.
9
Desde hacía un tiempo, vivía en esa ciudad un hombre llamado Simón,
el cual con sus artes mágicas tenía deslumbrados a los
samaritanos y pretendía ser un gran personaje.
10
Todos, desde el más pequeño al más grande, lo seguían y
decían:
«Este
hombre es la Fuerza de Dios, esa que es llamada Grande».
11
Y lo seguían, porque desde hacía tiempo los tenía seducidos con
su magia.
12
Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena
Noticia del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, todos, hombres y
mujeres, se hicieron bautizar.
13
Simón también creyó y, una vez bautizado, no se separaba de
Felipe.
Al
ver los signos y los grandes prodigios que se realizaban, él no
salía de su asombro.
14
Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los
samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro
y a Juan.
15
Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el
Espíritu Santo.
16
Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos,
sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.
17
Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu
Santo.
18
Al ver que por la imposición de las manos de los Apóstoles
se confería el Espíritu Santo, Simón les ofreció dinero,
19
diciéndoles:
«Les
ruego que me den ese poder a mí también, para que aquel a quien yo
imponga las manos reciba el Espíritu Santo».
20
Pedro le contestó:
«Maldito
sea tu dinero y tú mismo, porque has creído que el don de Dios se
compra con dinero.
21
Tú no tendrás ninguna participación en ese poder,
porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios.
22
Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor: quizá él
te perdone este mal deseo de tu corazón, 23
porque veo que estás sumido en la amargura de la hiel y envuelto en
los lazos de la iniquidad».
24
Simón respondió:
«Rueguen
más bien ustedes al Señor, para que no me suceda nada de lo que
acabas de decir».
Capítulo
10
28
Dirigiéndose a ellas, les dijo:
«Ustedes
saben que está prohibido a un judío tratar con un extranjero o
visitarlo.
Pero
Dios acaba de mostrarme que no hay que considerar manchado o impuro a
ningún hombre.
29
Por eso, cuando ustedes me llamaron, vine sin dudar.
Y
ahora quisiera saber para qué me llamaron».
30
Cornelio le respondió:
«Hace
tres días me encontraba orando en mi casa, alrededor de las tres de
la tarde, cuando se me apareció un hombre con vestiduras
resplandecientes, 31 y me dijo:
«Cornelio,
tu oración ha sido escuchada y Dios se ha acordado de tus
limosnas.
32
Manda a buscar a Simón, llamado Pedro, que está en Jope, a la
orilla del mar, en la casa de Simón el curtidor».
33
En seguida te mandé a buscar y has hecho bien en venir.
Ahora
estamos reunidos delante de Dios, para escuchar lo que el Señor te
ha mandado decirnos».
34
Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo:
«Verdaderamente,
comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 y que
en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es
agradable a él.
36
El envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena
Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.
37
Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por
Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:
38 cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder.
38 cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder.
El
pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en
poder del demonio,
porque Dios estaba con él.
39
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos
y en Jerusalén.
Y
ellos mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.
40
Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se
manifestara, 41 no a todo el pueblo, sino a testigos
elegidos de antemano por Dios:
a
nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección.
42
Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que él fue
constituido por Dios Juez de vivos y muertos.
43
Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los
que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su
Nombre»
Capítulo
12
Exorcismal
1614: el endiosamiento procede de Satanás
Estos
se pusieron de acuerdo para ir a verlo, y después de haberse
conquistado a Blasto, el camarero del rey, solicitaron la
reconciliación, ya que importaban sus víveres del territorio del
rey.
«¡Es
un dios el que habla, no un hombre!».
23
Pero en ese mismo instante, el Ángel del Señor lo hirió, por no
haber dado gloria a Dios, y Herodes murió carcomido por los
gusanos.
Capítulo
13
4
Saulo y Bernabé, enviados por el Espíritu Santo, fueron a Seleucia
y de allí se embarcaron para Chipre.
5
Al llegar a Salamina anunciaron la Palabra de Dios en las
sinagogas de los judíos, y Juan colaboraba con ellos.
6
Recorrieron toda la isla y llegaron hasta Pafos, donde encontraron a
un mago judío llamado Barjesús, que se hacía
pasar por profeta 7 y estaba vinculado al procónsul
Sergio Pablo, hombre de gran prudencia.
Este
hizo llamar a Bernabé y a Saulo, porque deseaba escuchar la Palabra
de Dios.
8
Pero los discípulos chocaron con la oposición de Barjesús –llamado
Elimas, que significa mago– el cual quería impedir
que el procónsul abrazara la fe.
9
Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, clavó
los ojos en él, 10 y le dijo:
«Hombre
falso y lleno de maldad, hijo del demonio, enemigo de
la justicia, ¿cuándo dejarás de torcer los rectos caminos del
Señor?
11
Ahora la mano del Señor va a caer sobre ti: quedarás ciego
y privado por un tiempo de la luz del sol».
En
ese mismo momento, se vio envuelto en oscuridad y tinieblas, y andaba
a tientas buscando a alguien que le tendiera la mano.
12
Al ver lo que había sucedido, el procónsul, profundamente
impresionado por la doctrina del Señor, abrazó la fe.
Capítulo
16
16
Un día, mientras nos dirigíamos al lugar de oración, nos
salió al encuentro una muchacha poseída de un espíritu
de adivinación, que daba mucha ganancia a sus patrones
adivinando la suerte.
17
Ella comenzó a seguirnos, a Pablo y a nosotros, gritando:
«Esos
hombres son los servidores del Dios Altísimo, que les anuncian a
ustedes el camino de la salvación».
18
Así lo hizo durante varios días, hasta que al fin Pablo se
cansó y, dándose vuelta, dijo al espíritu:
«Yo
te ordeno en nombre de Jesucristo que salgas de esta mujer»,
y
en ese mismo momento el espíritu
salió de ella.
19
Pero sus patrones, viendo desvanecerse las esperanzas y de
lucro, se apoderaron de Pablo y de Silas, los arrastraron hasta la
plaza pública ante las autoridades, 20 y llevándolos delante de los
magistrados, dijeron:
«Esta
gente está sembrando la confusión en nuestra ciudad.
Son
unos judíos 21 que predican ciertas costumbres que
nosotros, los romanos, no podemos admitir ni practicar».
22
La multitud se amotinó en contra de ellos, y los magistrados
les hicieron arrancar la ropa y ordenaron que los azotaran.
23
Después de haberlos golpeado despiadadamente, los encerraron
en la prisión, ordenando al carcelero que los vigilara con mucho
cuidado.
24
Habiendo recibido esta orden, el carcelero los encerró
en una celda interior y les sujetó los pies en el cepo.
25
Cerca de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban
alabanzas de Dios, mientras los otros prisioneros los escuchaban.
26
De pronto, la tierra comenzó a temblar tan violentamente que
se conmovieron los cimientos de la cárcel, y en un instante, todas
las puertas se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron.
27
El carcelero se despertó sobresaltado y, al ver abiertas las
puertas de la prisión, desenvainó su espada con la intención de
matarse, creyendo que los prisioneros se habían escapado.
28
Pero Pablo le gritó:
«No
te hagas ningún mal, estamos todos aquí».
29
El carcelero pidió unas antorchas, entró precipitadamente en
la celda y, temblando, se echó a los pies de Pablo y de Silas.
30
Luego los hizo salir y les preguntó:
«Señores,
¿qué debo hacer para alcanzar la salvación?».
31
Ellos le respondieron:
«Cree
en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia».
32
En seguida le anunciaron la Palabra del Señor, a él y a todos
los de su casa.
33
A esa misma hora de la noche, el carcelero los atendió y curó
sus llagas. Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su
familia.
34
Luego los hizo subir a su casa y preparó la mesa para festejar con
los suyos la alegría de haber creído en Dios.
Capítulo
19
11
Por intermedio de Pablo, Dios realizaba milagros poco comunes,
12 hasta tal punto que el aplicarse sobre los enfermos
pañuelos o lienzos que habían tocado el cuerpo de
Pablo, aquellos se curaban y quedaban libres de los malos
espíritus.
13
Algunos exorcistas ambulantes judíos, hicieron la
prueba de pronunciar el nombre del Señor Jesús sobre los poseídos
por los malos espíritus, diciendo:
«Yo
los conjuro por ese Jesús que anuncia Pablo».
14
Un cierto Sevas, Sumo Sacerdote judío, tenía siete hijos que
practicaban estos exorcismos.
15
El espíritu malo les respondió:
«Yo
conozco a Jesús y sé quién es Pablo, pero ustedes, ¿quiénes
son?».
16
Y el hombre poseído por el espíritu malo,
abalanzándose sobre los exorcistas, los dominó a
todos y los maltrató de tal manera que debieron escaparse de esa
casa desnudos y cubiertos de heridas.
17
Todos los habitantes de Efeso, tanto judíos como paganos, se
enteraron de este hecho y, llenos de temor, glorificaban el
nombre del Señor Jesús.
18
Muchos de los que habían abrazado la fe vinieron a confesar
abiertamente sus prácticas, 19 y un buen número
de los que se habían dedicado a la magia traían sus
libros y los quemaban delante de todos.
Se
estimó que el valor de estos libros alcanzaba a unas cincuenta
mil monedas de plata.
20
Así, por el poder del Señor, la Palabra se difundía y se
afianzaba.
Capítulo
26
1
Agripa dijo a Pablo:
«Estás
autorizado a defenderte».
Entonces
Pablo, extendiendo la mano, comenzó su defensa, diciendo:
2
«Rey Agripa, me considero dichoso de tener que defenderme hoy,
delante de ti, de las acusaciones que me hacen los judíos, 3
porque tú conoces todas las costumbres y controversias de los
judíos.
Por
eso te ruego que me escuches con paciencia.
4
Todos los judíos saben cómo he vivido desde los primeros días
de mi juventud, en medio de mi pueblo y en la misma Jerusalén.
5
Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y si quieren, pueden
atestiguar que he vivido como fariseo, es decir, siguiendo la secta
más rígida de nuestra religión.
6
Y si ahora soy sometido a juicio, es por mi esperanza en la
promesa hecha por Dios a nuestros padres, 7 la promesa que
nuestras doce tribus esperan ver cumplida, sirviendo a Dios
fervientemente día y noche.
Acusa
de esta esperanza, rey Agripa, soy acusado por los judíos.
8
¿Por qué les parece increíble que Dios resucite a los
muertos?
9
Yo, por mi parte, consideraba que debía combatir por todos los
medios el nombre de Jesús de Nazaret.
10
Así lo hice en Jerusalén: yo mismo encarcelé a un gran
número de santos con la autorización de los sumos sacerdotes, y
cuando se los condenaba a muerte, mi voto era favorable.
11
Recorría frecuentemente las sinagogas, y los castigaba para
obligarlos a renegar de su fe.
Lleno
de rabia contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades
extranjeras.
12
Una vez, cuando me dirigía a Damasco con plenos poderes y con
la orden de los sumos sacerdotes, 13 en el camino, hacia
el mediodía, vi una luz más brillante que el sol, que venía del
cielo y me envolvía a mí y a los que me acompañaban.
14
Todos caímos en tierra, y yo oí una voz que me decía en
hebreo:
«Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues? Te lastimas al dar coces contra el
aguijón».
15
Yo respondí:
«¿Quién
eres, Señor?».
Y
me dijo:
«Soy
Jesús, a quien tú persigues.
16
Levántate y permanece de pie, porque me he aparecido a ti para
hacerte ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas
en que yo me manifestaré a ti.
17
Te libraré de los judíos y de las naciones paganas.
A
ellas te envío 18 para que les abras los ojos, y se
conviertan de las tinieblas a la luz y del imperio
de Satanás al verdadero Dios, y por la fe en mí, obtengan
el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los santos».
19
Desde ese momento, rey Agripa, nunca fui infiel a esa visión
celestial.
20
Por el contrario, dirigiéndome primero a los habitantes de
Damasco, luego a los de Jerusalén y de todo el país de Judea, y
finalmente a los paganos, les prediqué que era necesario
arrepentirse y convertirse a Dios, manifestando su conversión con
obras.
21
Por todo esto, los judíos me detuvieron en el Templo y
trataron de matarme.
22
Pero con la protección de Dios, he podido hasta el día de hoy
seguir dando testimonio ante los pequeños y los grandes.
Y
nunca dije nada fuera de lo que los Profetas y Moisés anunciaron que
iba a suceder, 23 es decir, que el Mesías debía sufrir y
que, siendo el primero en resucitar de entre los muertos, anunciaría
la luz a nuestro pueblo y a los paganos».
CARTA
A LOS ROMANOS
Capítulo
1
17
En el Evangelio se revela la justicia de Dios, por la fe y para
la fe, conforme a lo que dice la Escritura: El justo vivirá por la
fe.
18
En efecto, la ira de Dios se revela desde el
cielo contra la impiedad y la injusticia de los
hombres, que por su injusticia retienen prisionera la verdad.
Capítulo
2
1
Por eso, tú que pretendes ser juez de los demás –no importa
quién seas– no tienes excusa, porque al juzgar a otros, te
condenas a ti mismo, ya que haces lo mismo que condenas.
2
Sabemos que Dios juzga de acuerdo con la verdad a los que se
comportan así, 3 tú que juzgas a los que hacen esas cosas e
incurres en lo mismo, ¿acaso piensas librarte del Juicio de Dios?
4
¿O desprecias la riqueza de la bondad de Dios, de su tolerancia y de
su paciencia, sin reconocer que esa bondad te debe llevar a la
conversión?
5
Por tu obstinación en no querer arrepentirte, vas acumulando
ira para el día de la ira, cuando se manifiesten los justos
juicios de Dios, 6 que retribuirá a cada uno según sus
obras.
7
El dará la Vida eterna a los que por su constancia en la
práctica del bien, buscan la gloria, el honor y la inmortalidad.
8
En cambio, castigará con la ira y
la violencia a los rebeldes, a los que no
se someten a la verdad y se dejan arrastrar por la injusticia.
9
Es decir, habrá tribulación y angustia
para todos los que hacen el mal: para los judíos en primer
lugar, y también para los que no lo son.
10
Y habrá gloria, honor y paz para
todos los que obran el bien: para los judíos, en primer
lugar, y también para los que no lo son, 11 porque Dios
no hace acepción de personas.
12
En efecto, todos los que hayan pecado sin tener la Ley de
Moisés perecerán sin esa Ley;
y
los que hayan pecado teniendo la Ley serán juzgados
por ella, 13 porque a los ojos de Dios, no son justos
los que oyen la Ley, sino los que la practican.
Capítulo
5
12
Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el
mundo, y por el pecado la muerte, y así la
muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.
13
En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes de al Ley,
pero cuando no hay Ley, el pecado no se
tiene
en cuenta.
14
Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta
Moisés, incluso en aquellos que no habían pecado, cometiendo una
transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que debía
venir.
15
Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la
falta de uno solo provocó la muerte de todos, la
gracia de Dios y el don conferido pro la gracia de un solo hombre,
Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos.
16
Tampoco se puede comparar ese don con las consecuencias
del pecado cometido por un solo hombre, ya que el juicio
de condenación vino por una sola falta, mientras que el don
de la gracia lleva a la justificación después de muchas faltas.
17
En efecto, si por la falta de uno solo reinó la muerte,
con mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un solo
hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido abundantemente la
gracia y el don de la justicia.
18
Por consiguiente, así como la falta de uno solo
causó la condenación de todos, también el acto de
justicia de uno solo producirá para todos los hombres la
justificación que conduce a la Vida.
19
Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo
hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la
obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos.
20
Es verdad que la Ley entró para que se multiplicaran las
transgresiones, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.
21
Porque así como el pecado reinó produciendo la
muerte, también la gracia reinará por medio de la
justicia para la Vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.
Capítulo
13
11
Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de
despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros
que cuando abrazamos la fe.
12
La noche está muy avanzada y se acerca el día.
Abandonemos
las obras propias de la noche y vistámonos con la
armadura de la luz.
13
Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos
en la comida y en
la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no
más peleas ni envidias.
14
Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se
preocupen por satisfacer los deseos de la carne.
Capítulo
16
17
Les fuego, hermanos, que se cuiden de los que provocan
disensiones y escándalos, contrariamente a la
enseñanza que ustedes han recibido.
Eviten
su trato, 18 porque ellos no sirven a nuestro Señor
Jesucristo, sino a su propio interés, seduciendo a los simples
con palabras suaves y aduladoras.
19
En todas partes se conoce la obediencia de ustedes, y esto me
alegra; pero quiero que sean hábiles para el bien y sencillos para
el mal.
20
El Dios de la paz aplastará muy pronto a Satanás,
dándoles la victoria sobre él.
La
gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes.
PRIMERA
CARTA A LOS CORINTIOS
Capítulo
2
1
Por mi parte, hermanos, cuando los visité para anunciarles el
misterio de Dios, no llegué con el prestigio de
la elocuencia o de la sabiduría.
2
Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y
Jesucristo crucificado.
3
Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante.
4
Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la
argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que
eran demostración del poder del Espíritu,
5
para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres,
sino en el poder de Dios.
6
Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son
personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este
mundo ni la que ostentan los dominadores
de este mundo, condenados a la destrucción.
7
Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y
secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el
mundo;
8
aquella que ninguno de los dominadores
de este mundo alcanzó a conocer, porque si la
hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria.
9
Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio
ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los
que lo aman.
10
Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el
Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios.
11
¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu
del mismo hombre?
De
la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el
Espíritu de Dios.
12
Y nosotros no hemos recibido el espíritu
del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para
que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado.
13
Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de
la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de
Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las
realidades del Espíritu.
14
El hombre puramente natural no valora lo que viene del
Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender,
porque para juzgarlo necesita del Espíritu.
15
El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no
puede ser juzgado por nadie.
16
Porque ¿quién penetró en el pensamiento del Señor, para
poder enseñarle?
Pero
nosotros tenemos el pensamiento de Cristo.
Capítulo
5
1
Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos
deshonestos, como no se encuentran ni siquiera entre los paganos, ¡a
tal extremo que uno convive con la mujer de su padre!
2
¡Y todavía se enorgullecen, en lugar de estar de duelo para
que se expulse al que cometió esa acción!
3
En lo que a mí respecta, estando ausente con el cuerpo pero presente
con el espíritu, ya lo he juzgado, como si yo mismo estuviera allí.
4
Es necesario que ustedes y yo nos reunamos espiritualmente, en
el nombre y con el poder de nuestro Señor Jesús, 5 para
que este hombre sea entregado a Satanás:
así
se perderá su carne, pero se salvará su espíritu en el Día del
Señor.
6
¡No es como para gloriarse! ¿No saben que «un poco de levadura
hace fermentar toda la masa»?
7
Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa, ya
que ustedes mismos son como el pan sin levadura.
Porque
Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
8
Celebremos, entonces, nuestra Pascua, no con la vieja levadura de la
malicia y la perversidad, sino con los panes sin levadura de la
pureza y la verdad.
9
En una carta anterior, les advertí que no se mezclaran con
los deshonestos.
10
No quiero decir que se aparten por completo de los deshonestos
de este mundo, de los avaros, de los ladrones y de los idólatras:
de ser así, tendrían que abandonar este mundo.
11
Lo que quise decirles es que se no mezclen con aquellos que,
diciéndose hermanos, son deshonestos, avaros, idólatras,
difamadores, bebedores o ladrones: les aconsejo que ni siquiera
coman con ellos.
12
No es asunto mío juzgar a los que están fuera de la Iglesia.
Ustedes juzguen a los que están dentro; 13 porque a los de afuera los juzga Dios.
Ustedes juzguen a los que están dentro; 13 porque a los de afuera los juzga Dios.
Expulsen
al perverso de en medio de ustedes.
Capítulo
6
1
¡Cómo es posible que cuando uno de ustedes tienen algún conflicto
con otro, se atreve a reclamar justicia a los injustos, en lugar de
someterse al juicio de los santos?
2
¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?
Y
si el mundo va ser juzgado por ustedes, ¿cómo no van a ser capaces
de juzgar asuntos de mínima importancia?
3
¿Ignoran que vamos a juzgar a los mismos ángeles?
Con
mayor razón entonces, los asuntos de esta vida.
4
¡Y pensar que cuando ustedes tienen litigios, buscan como
jueces a los que no son nadie para la Iglesia!
5
Lo digo para avergonzarlos:
¡por lo visto, no hay entre ustedes ni siquiera un hombre sensato, que sea capaz de servir de árbitro entre sus hermanos!
¡por lo visto, no hay entre ustedes ni siquiera un hombre sensato, que sea capaz de servir de árbitro entre sus hermanos!
6
¡Un hermano pleitea con otro, y esto, delante de los que no
creen!
7
Ya está mal que haya litigios entre ustedes: ¿acaso no es
preferible sufrir la injusticia o ser despojado?
8
Pero no, ustedes mismos son los que cometen injusticias y
defraudan a los demás, ¡y esto entre hermanos!
9
¿Ignoran que los injustos no heredarán el Reino de Dios?
No
se hagan ilusiones:
ni
los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los pervertidos, 10 ni los ladrones, ni los
avaros, ni los bebedores, ni los difamadores, ni los usurpadores
heredarán el Reino de Dios.
11
Algunos de ustedes fueron así, pero ahora han sido
purificados, santificados y justiciados en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios.
12
«Todo me está permitido»,
pero
no todo es conveniente.
«Todo
me está permitido»,
pero
no me dejaré dominar por nada.
13
Los alimentos son para el estómago y el estómago para los
alimentos, y Dios destruirá a ambos.
Pero
el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor
es para el cuerpo.
14
Y Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a
nosotros con su poder.
15
¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?
¿Cómo
voy a tomar los miembros de Cristo para convertirlos en miembros de
una prostituta?
De
ninguna manera.
16
¿No saben que el que se une a una prostituta, se hace un
solo cuerpo con ella?
Porque
dice la Escritura:
Los
dos serán una sola carne.
17
En cambio, el que se une al Señor se hace un solo espíritu
con él.
18
Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre
es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio
cuerpo.
19
¿O no saben que sus cuerpos son templo del espíritu Santo,
que habita en ustedes y que han recibido de Dios?
Por
lo tanto, ustedes no se pertenecen, 20 sino que han sido
comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus
cuerpos.
Capítulo
7
1
Ahora responderé a lo que ustedes me han preguntado por escrito: Es
bueno para el hombre abstenerse de la mujer.
2
Sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre
tenga su propia esposa, y cada mujer, su propio marido.
3
Que el marido cumpla los deberes conyugales con su esposa; de la
misma manera, la esposa con su marido.
4
La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido;
tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer.
5
No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún
tiempo, a fin de poder dedicarse con más intensidad a la oración;
después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás
no se aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente.
6
Esto que les digo es una concesión y no una orden.
7
Mi deseo es que todo el mundo sea como yo, pero cada uno recibe
del Señor su don particular: unos este, otros aquel.
8
A los solteros y a las viudas, les aconsejo que permanezcan
como yo.
9
Pero si no pueden contenerse, que se casen; es preferible casarse que
arder en malos
deseos.
Capítulo
10
Capítulo
10
1
Porque no deben ignorar, hermanos, que todos nuestros padres
fueron guiados por la nube y todos atravesaron el mar; 2 y
para todos, la marcha bajo la nube y el paso del mar, fue un bautismo
que los unió a Moisés.
3
También todos comieron la misma comida y bebieron la misma
bebida espiritual.
4
En efecto, bebían el agua de una roca espiritual que los acompañaba,
y esa roca era Cristo.
5
A pesar de esto, muy pocos de ellos fueron agradables a Dios,
porque sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
6
Todo esto aconteció simbólicamente para ejemplo nuestro, a fin de
que no nos dejemos arrastrar por los malos deseos, como lo hicieron
nuestros padres.
7
No adoren a falsos dioses, como hicieron algunos de ellos,
según leemos en la Escritura:
El
pueblo se sentó a comer y a beber, y luego se levantó para
divertirse.
8
No forniquemos, como algunos de ellos, y por eso, en castigo,
murieron veintitrés mil en un solo día.
9
No provoquemos al Señor, como hicieron algunos de ellos, y
perecieron víctimas de las serpientes.
10
No nos rebelemos contra Dios, como algunos de ellos, por lo
cual murieron víctimas del Angel exterminador.
11
Todo esto les sucedió simbólicamente, y está escrito para que nos
sirva de lección a los que vivimos en el tiempo final.
12
Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!
13
Hasta ahora, ustedes no tuvieron tentaciones que superen sus
fuerzas humanas.
Dios
es fiel, y él no permitirá que sean tentados más allá de sus
fuerzas.
Al
contrario, en el momento de la tentación, les dará el medio de
librarse de ella, y los ayudará a soportarla.
14
Por esto, queridos míos, eviten la idolatría.
15
Les hablo como a gente sensata; juzguen ustedes mismos lo que
voy a decirles.
16
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión
con la Sangre de Cristo?
Y
el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?
17
Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos,
formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.
18
Pensemos en Israel según la carne: aquellos que comen las
víctimas, ¿no están acaso en comunión con el altar?
19
¿Quiero decir con esto que la carne sacrificada a los ídolos
tiene algún valor, o que el ídolo es algo?
20
No, afirmo sencillamente que los paganos ofrecen sus
sacrificios a los demonios y no a Dios.
Ahora
bien, yo no quiero que ustedes entren en comunión con los
demonios.
21
Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y de la
copa de los demonios; tampoco pueden sentarse a la mesa del
Señor y a la mesa de los demonios.
22
¿O es que queremos provocar los celos del Señor? ¿Pretendemos
ser más fuertes que él?
23
«Todo está permitido»,
pero
no todo es conveniente.
«Todo
está permitido»,
pero
no todo es edificante.
Capítulo
11
1
Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo.
2
Los felicito porque siempre se acuerdan de mí y guardan las
tradiciones tal como yo se las he transmitido.
3
Sin embargo, quiero que sepan esto:
Cristo
es la cabeza del hombre; la cabeza de la mujer
es el hombre y la cabeza de Cristo es Dios.
4
En consecuencia, el hombre que ora o profetiza con la cabeza
cubierta deshonra a su cabeza; 5 y la mujer que ora o
profetiza con la cabeza descubierta deshonra a su cabeza,
exactamente como si estuviera rapada.
6
Si una mujer no se cubre con el velo, que se corte el cabello.
Pero
si es deshonroso para una mujer cortarse el cabello o raparse, que se
ponga el velo.
7
El hombre, no debe cubrir su cabeza, porque él es la imagen
y el reflejo de Dios, mientras que la mujer es el reflejo del hombre.
8
En efecto, no es el hombre el que procede de la mujer, sino la
mujer del hombre;
9
ni fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a
causa del hombre.
10
Por esta razón, la mujer debe tener sobre su cabeza un
signo de sujeción, por respeto a los ángeles.
11
Por supuesto que para el Señor, la mujer no existe la mujer
sin el hombre ni el hombre sin la mujer.
12
Porque si la mujer procede del hombre, a su vez, el
hombre nace de la mujer y todo procede de Dios.
13
Juzguen por ustedes mismos:
¿Les
parece conveniente que la mujer ore con la cabeza descubierta?
14
¿Acaso la misma naturaleza no nos enseña que es una vergüenza
para el hombre dejarse el cabello largo, 15 mientras que
para la mujer es una gloria llevarlo así?
Porque
la cabellera le ha sido dada a manera de velo.
16
Por lo demás, si alguien es amigo de discusiones, le advertimos que
entre nosotros se acostumbra usar el velo y también en las
Iglesias de Dios.
Capítulo
11
17
Y ya que les hago esta advertencia, no puedo felicitarlos por
sus reuniones, que en lugar de beneficiarlos, los
perjudican.
18
Ante todo, porque he oído decir que cuando celebran sus
asambleas, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo.
19
Sin embargo, es preciso que se formen partidos entre ustedes,
para se pongan de manifiesto los que tienen verdadera virtud.
20
Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del
Señor, 21 porque apenas se sientan a la mesa, cada uno se
apresura a comer su propia comida, y mientras uno pasa hambre, el
otro se pone ebrio.
22
¿Acaso no tienen sus casas para comer y beber?
¿O
tan poco aprecio tienen a la Iglesia de Dios, que quieren hacer pasar
vergüenza a los que no tienen nada?
¿Qué
les diré?
¿Los
voy a alabar? En esto, no puedo alabarlos.
23
Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es
lo siguiente:
El
Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, 24
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto
es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».
25
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo:
«Esta
copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la
beban, háganlo en memora mía».
26
Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa,
proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.
27
Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor
indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del
Señor.
28
Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y
beber esta copa; 29 porque si come y bebe sin discernir
el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.
30
Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y débiles, y son
muchos los que han muerto.
31
Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos
condenados.
32
Pero el Señor nos juzga y nos corrige para que no seamos
condenados con el mundo.
33
Así, hermanos, cuando se reúnan para participar de la Cena,
espérense unos a otros.
34
Y si alguien tiene
hambre, que coma en su casa, para que sus asambleas no sean motivo de
condenación.
Lo
demás lo arreglaré cuando vaya.
El
evangelio de Pablo
Capítulo
15
1
Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he
predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles.
2
Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la
anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.
3
Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo
murió por nuestros pecados, conforme a la
Escritura.
4
Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la
Escritura.
5
Se apareció a Pedro y después a los Doce.
6
Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo
tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto.
7
Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles.
8
Por último, se me apareció también a mí, que soy como el
fruto de un aborto.
9
Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser
llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios.
10
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue
estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos,
aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
11
En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es
lo que ustedes han creído.
La
resurrección de Cristo
(Biblia
vaticana omite 13-17)
12
Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos,
¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no
resucitan?
13
¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó!
14
Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y
vana también la fe de ustedes.
15
Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos
que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos
no resucitan.
16
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
17
Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y
sus pecados no han sido perdonados.
18 En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre.
18 En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre.
19
Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente
para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima.
20
Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero
de todos.
21
Porque la muerte vino al mundo por
medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la
resurrección.
22
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos
revivirán en Cristo, 23 cada uno según el orden que
le corresponde:
Cristo,
el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el
momento de su Venida.
24
En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a
Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado,
Dominio y Poder.
25
Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los
enemigos debajo de sus pies.
26
El último enemigo que será vencido es la muerte, 27 ya
que Dios todo lo sometió bajo sus pies.
Pero
cuando él diga:
«Todo
está sometido»,
será
evidentemente a excepción de aquel que le ha sometido
todas las cosas.
28
Y cuando el universo entero le sea sometido,
el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las
cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.
La
resurrección es el fundamento de la esperanza
29
Si no fuera así, ¿de qué sirve bautizarse por los que han
muerto?
Si
los muertos no resucitan, ¿qué sentido tiene bautizarse por ellos?
30
Y nosotros mismos, ¿por qué nos exponemos a cada instante al
peligro?
31
Cada día yo me enfrento con la muerte, y esto es tan cierto,
hermanos, como que ustedes son mi orgullo en Cristo Jesús, nuestro
Señor.
32
¿Y qué he ganado, si solamente por motivos humanos, yo tuve
que luchar con las fieras en Efeso?
Si los muertos no resucitan,
Si los muertos no resucitan,
«comamos
y bebamos, porque mañana moriremos».
33
No se dejen engañar:
«Las
malas compañías corrompen las buenas costumbres».
34
Vuelvan a comportarse como es debido y no pequen más, porque
hay algunos entre ustedes que todavía no saben nada de Dios: lo digo
para vergüenza de ustedes.
La
condición de los cuerpos resucitados
35
Alguien preguntará:
¿Cómo
resucitan los muertos?
¿Con
qué clase de cuerpo?
36
Tu pregunta no tiene sentido.
Lo
que siembras no llega a tener vida, si antes no muere.
37
Y lo que siembras, no es la planta tal como va a brotar, sino
un simple grano, de trigo por ejemplo, o de cualquier otra planta.
38
Y Dios da a cada semilla la forma que él quiere, a cada clase
de semilla, el cuerpo que le corresponde.
39
No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne
de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y
otra la de los peces.
40
Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y cada uno tiene
su propio resplandor:
41 uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.
41 uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.
42
Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos:
se
siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles;
43
se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos;
se
siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza;
44
se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán
cuerpos espirituales.
Porque
hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo
espiritual.
45
Esto es lo que dice la Escritura:
El
primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente;
el
último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida.
46
Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente
natural; lo espiritual viene después.
47
El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el
segundo hombre procede del cielo.
48
Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los
celestiales como el celestial.
49
De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del
hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre
celestial.
La
victoria sobre la muerte
50
Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener
parte en el Reino de Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es
incorruptible.
51
Les voy a revelar un misterio:
No
todos vamos a morir, pero todos seremos transformados
52
En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la
trompeta final –porque esto sucederá– los muertos resucitarán
incorruptibles y nosotros seremos transformados.
53
Lo que es corruptible debe revestirse de la incorruptibilidad y
lo que es mortal debe revestirse de la inmortalidad.
54
Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad
y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se
cumplirá la palabra de la Escritura:
La
muerte ha sido vencida
55
¿Dónde está, muerte, tu victoria?
¿Dónde
está tu aguijón?
56
Porque lo que provoca la muerte es el
pecado y lo que da fuerza al pecado es la ley.
57
¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor
Jesucristo!
58
Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles,
progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre
de que los esfuerzos que realizan por él no serán vanos.
SEGUNDA
CARTA A LOS CORINTIOS
Razones
de Pablo para no volver a Corinto
Capítulo
2
1
Estoy decidido a no hacerles otra visita que sea para ustedes
motivo de tristeza.
2
Porque si yo los entristezco, ¿quién me podrá alegrar, sino
el mismo a quien yo entristecí?
3
Y si les he escrito lo que ustedes ya saben, fue para no apenarme al
llegar, a causa de aquellos que debían alegrarme, porque estoy
convencido de que mi alegría es también la de ustedes.
4
Verdaderamente les escribí con gran aflicción y angustia, y
con muchas lágrimas, no para entristecerlos, sino para demostrarles
el profundo afecto que les tengo.
El
perdón al ofensor
5
Si alguien me entristeció, no me entristeció a mí solamente sino
también, en cierta medida –lo digo sin exagerar– a todos
ustedes.
6
Pienso que es suficiente el castigo que la mayoría ha
impuesto al ofensor.
7
Conviene ahora perdonarlo y animarlo para que el pobre no quede
agobiado por una pena excesiva.
8
Por eso, les ruego que en este caso hagan prevalecer el
amor.
9
Antes les escribí para ponerlos a prueba y ver si son capaces de
obedecer en todo.
10
Pero ahora, yo también perdono al que ustedes perdonaron, y lo
hago en la presencia de Cristo por amor de ustedes, 11 para
que Satanás no saque ventaja de nosotros, ya que
conocemos bien sus intenciones.
Los
frutos del apostolado
12
Cuando llegué a Tróade para anunciar la Buena Noticia de
Jesús, aunque el Señor abrió una puerta para mi predicación, 13
estaba muy preocupado porque no encontré a mi hermano Tito;
por
eso, me despedí de ellos y partí para Macedonia.
14
Demos gracias a Dios, que siempre nos hace triunfar en Cristo,
y por intermedio nuestro propaga en todas partes la fragancia de su
conocimiento.
15
Porque nosotros somos la fragancia de Cristo al servicio de
Dios, tanto entre los que se salvan, como entre los que se
pierden:
16
para estos, aroma de muerte, que conduce a
la muerte;
para
aquellos, aroma de vida, que conduce a la Vida.
¿Y
quién es capaz de cumplir semejante tarea?
17
Pero nosotros no somos como muchos que trafican con la
Palabra de Dios, sino que hablamos con sinceridad en nombre de
Cristo, como enviados de Dios y en presencia del mismo Dios.
Capítulo
3
1
¿Comenzamos nuevamente a recomendarnos a nosotros mismos? ¿Acaso
tenemos que presentarles o recibir de ustedes cartas de
recomendación, como hacen algunos?
2
Ustedes mismos son nuestra carta, una carta escrita en nuestros
corazones, conocida y leída por todos los hombres.
3
Evidentemente ustedes son una carta que Cristo escribió por
intermedio nuestro, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios
viviente, no en tablas de piedra, sino de carne, es decir, en los
corazones.
4
Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, 5
no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya
que toda nuestra capacidad viene de Dios.
6
Él nos ha capacitado para que seamos los ministros de una Nueva
Alianza, que no reside en la letra, sino en el Espíritu; porque la
letra mata, pero el Espíritu da vida.
7
Ahora bien, si el ministerio
que lleva a la muerte
–grabado sobre piedras– fue inaugurado con tanta gloria que los
israelitas no podían fijar sus ojos en el rostro de Moisés, por el
resplandor –aunque pasajero– de ese rostro, 8
¡cuánto más glorioso será el ministerio del Espíritu!
9
Y si el ministerio que llevaba a la condenación
fue tan glorioso, ¡cuál no será la gloria del ministerio que
conduce a la justicia!
10
En realidad, aquello que fue glorioso bajo cierto aspecto ya no lo es
más en comparación con esta gloria extraordinaria.
11
Porque si lo que era transitorio se ha manifestado con tanta gloria,
¡cuánto más glorioso será lo que es permanente!
Capítulo
4
1
Por eso, investidos misericordiosamente del ministerio
apostólico, no nos desanimamos 2 y nunca hemos callado nada por
vergüenza, ni hemos procedido con astucia o falsificando la Palabra
de Dios.
Por
el contrario, manifestando abiertamente la verdad, nos recomendamos a
nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda conciencia humana.
3
Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo
para aquellos que se pierden,
4
para los incrédulos, a quienes el dios de este
mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no
vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la
imagen de Dios.
5
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo
Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes
por amor de Jesús.
6
Porque el mismo Dios que dijo:
«Brille
la luz en medio de las tinieblas»,
es
el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que
resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el
rostro de Cristo.
7
Pero nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro,
para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de
nosotros, sino de Dios.
8
Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos;
perplejos,
pero no desesperados;
9
perseguidos, pero no abandonados;
derribados,
pero no aniquilados.
10
Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos
de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestro cuerpo.
11
Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte
por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestra carne mortal.
12
De esa manera, la muerte hace su obra en nosotros, y en
ustedes, la vida.
13
Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la
Escritura:
Creí,
y por eso hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto,
hablamos.
14
Y nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos
resucitará con él y nos reunirá a su lado junto con ustedes.
15
Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde
también el número de los que participan en la acción de gracias
para gloria de Dios.
16
Por eso, no nos desanimamos: aunque nuestro hombre exterior
se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando día a
día.
17
Nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos prepara
una gloria eterna, que supera toda medida.
18
Porque no tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino
en las invisibles: lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es
eterno.
Capítulo
5
1
Nosotros sabemos, en efecto, que si esta tienda de campaña
–nuestra morada terrenal– es destruida, tenemos una casa
permanente en el cielo, no construida por el hombre, sino por Dios.
2
Por eso, ahora gemimos deseando ardientemente revestirnos de aquella
morada celestial; 3 porque una vez que nos hayamos revestido en ella,
ya no nos encontraremos desnudos.
4
Mientras estamos en esta tienda de campaña, gemimos
angustiosamente, porque no queremos ser desvestidos,
sino revestirnos, a fin de que lo que es mortal sea absorbido por la
vida.
5
Y aquel que nos destinó para esto es el mismo Dios que nos dio
las primicias del Espíritu.
6
Por eso, nos sentimos plenamente seguros, sabiendo que habitar
en este cuerpo es vivir en el exilio, lejos del Señor; 7 porque
nosotros caminamos en la fe y todavía no vemos claramente.
8
Sí, nos sentimos plenamente seguros, y por eso, preferimos
dejar este cuerpo para estar junto al Señor;
9
en definitiva, sea que vivamos en este cuerpo o fuera de él,
nuestro único deseo es agradarlo.
10
Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba, de acuerdo con sus obras
buenas o malas, lo que mereció durante su vida mortal.
11
Por lo tanto, compenetrados del temor del Señor, tratamos de
persuadir a los hombres.
Dios
ya nos conoce plenamente, y espero que también ustedes nos conozcan
de la misma manera.
Capítulo
6
14
No tengan relaciones indebidas con los que no creen.
Porque,
¿qué tienen en común la justicia con la iniquidad, o
la luz con las tinieblas?
15
¿Qué entendimiento puede haber entre Cristo y Belial?,
¿o qué unión entre el creyente y el que no cree?
16
¿Qué acuerdo entre el templo de Dios y los ídolos?
Porque
nosotros somos el templo del Dios viviente, como lo dijo el mismo
Dios:
Yo
habitaré y caminaré en medio de ellos; seré su Dios y ellos serán
mi Pueblo.
17
Por eso, salgan de en medio de esa gente y pónganse
aparte, dice el Señor. No toquen nada impuro,
y yo los recibiré.
18
Y seré para ustedes un Padre, y ustedes serán mis hijos y mis
hijas, dice el Señor todopoderoso.
Capítulo
11
1
¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte!
De
hecho, ya me toleran.
2
Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he
unido al único Esposo, Cristo, para
presentarlos
a él como una virgen pura.
3
Pero temo que, así como la serpiente, con su astucia,
sedujo a Eva, también ustedes se dejen corromper
interiormente, apartándose de la sinceridad debida a Cristo.
4
Si alguien viniera a predicarles otro Jesucristo,
diferente del que nosotros hemos predicado, o si recibieran
un Espíritu distinto del que han recibido, u otro
Evangelio diverso del que han aceptado, ¡ciertamente lo
tolerarían!
5
Yo pienso, sin embargo, que no soy inferior a esos que se
consideran «apóstoles por excelencia».
6
Porque, aunque no soy más que un profano en cuanto a la
elocuencia, no lo soy en cuanto al conocimiento; y esto lo he
demostrado en todo y delante de todos.
7
¿Acaso procedí mal al anunciarles gratuitamente la Buena
Noticia de Dios, humillándome a mí mismo para elevarlos a ustedes?
8
Yo he despojado a otras Iglesias, aceptando su ayuda, para poder
servirlos a ustedes.
9
Y cuando estaba entre ustedes, aunque me encontré necesitado,
no fui gravoso para nadie, porque los hermanos que habían venido de
Macedonia me proveyeron de lo que necesitaba.
Siempre
evité serles una carga, y así lo haré siempre.
10
Les aseguro por la verdad de Cristo que reside en mí, que yo no
quiero perder este motivo de orgullo en la región de Acaya.
11
¿Será acaso porque no los amo? Dios lo sabe.
12
Y lo que hago, lo seguiré haciendo, para quitar todo pretexto
a los que buscan una ocasión de gloriarse por los mismos motivos que
nos gloriamos nosotros.
13
Estos son falsos apóstoles, que proceden
engañosamente, haciéndose pasar por apóstoles de Cristo.
14
Su táctica no debe sorprendernos, porque el mismo
Satanás se disfraza de ángel de luz.
15
No es de extrañar, entonces, que sus servidores se
disfracen de servidores de la justicia. Pero su fin será
digno de sus obras.
Capítulo
12
1
¿Hay que seguir gloriándose?
Aunque
no esté bien, pasaré a las visiones y revelaciones del Señor.
2
Conozco a un discípulo de Cristo que hace catorce años –no
sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– fue
arrebatado al tercer cielo.
3
Y sé que este hombre –no sé si con el cuerpo o fuera de él,
¡Dios lo sabe!– 4 fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras
inefables que el hombre es incapaz de repetir.
5
De ese hombre podría jactarme, pero en cuanto a mí, sólo me
glorío de mis debilidades.
6
Si quisiera gloriarme, no sería un necio, porque diría la verdad;
pero me abstengo de hacerlo, para que nadie se forme de mí una idea
superior a lo que ve o me oye decir.
7
Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca,
tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás
que me hiere.
8
Tres veces pedí al Señor que me librara, 9 pero él
me respondió:
«Te
basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad».
Más
bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida
en mí el poder de Cristo.
10
Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en
las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas
por amor de Cristo;
porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte.
...…
20
Porque temo que a mi llegada no los encuentre como deseo, y que
ustedes, a su vez, no me encuentren como quisieran.
Quizá
haya contiendas, envidias, animosidades, rivalidades,
detracciones, murmuraciones, engreimientos, desórdenes.
21
Y temo también que en mi próxima visita Dios me humille a
causa de ustedes, y tenga que lamentarme por muchos de aquellos que
antes pecaron y no se arrepintieron de la impureza, de la
fornicación y de los excesos que cometieron.
CARTA
A LOS GALATAS
Capítulo
1
1
Pablo, Apóstol –no de parte de hombres ni por la mediación
de un hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó
de entre los muertos– 2 y todos los hermanos que están
conmigo, saludamos a las Iglesias de Galacia.
3
Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios,
nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, 4 que se entregó
por nuestros pecados para librarnos de este mundo perverso,
conforme a la voluntad de Dios, nuestro Padre, 5 a quien
sea la gloria para siempre. Amén.
6
Me sorprende que ustedes abandonen tan pronto al que los llamó
por la gracia de Cristo, para seguir otro evangelio.
7
No es que haya otro, sino que hay gente que los está perturbando
y quiere alterar el Evangelio de Cristo.
8
Pero si nosotros mismos o un ángel del cielo les
anuncia un evangelio distinto del que les hemos anunciado, ¡que sea
expulsado!
9
Ya se lo dijimos antes, y ahora les vuelvo a repetir: el que les
predique un evangelio distinto del que ustedes han recibido, ¡que
sea expulsado!
Capítulo
4
1
Voy a ser más explícito: el heredero, mientras es menor de
edad, aunque sea propietario de todos sus bienes, en nada se
diferencia de un esclavo.
2
En efecto, hasta la edad fijada por su padre, está bajo la
dependencia de sus tutores y administradores.
3
Así también nosotros, cuando éramos menores de edad,
estábamos sometidos a los elementos del mundo.
4
Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo,
nacido de una mujer y sujeto a la Ley, 5 para redimir a
los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
6
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios
llamándolo ”¡Abba!”, es decir, ¡Padre!
7
Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto,
heredero por la gracia de Dios.
8
Antes, cuando ustedes no conocían a Dios, estaban al servicio
de dioses que no lo son realmente.
9
Pero ahora, que conocen a Dios –o mejor dicho, que son
conocidos por él– ¿cómo es posible que se vuelvan otra vez a
esos elementos sin fuerza ni valor, para someterse nuevamente a
ellos?
10
¡Observar los días, los meses, las estaciones y los años!
11
Francamente, temo haber trabajado inútilmente por ustedes.
CARTA
A LOS EFESIOS
Capítulo
1
17
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la
gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que
les permita conocerlo verdaderamente.
18
Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar
la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que
encierra su herencia entre los santos,
19
y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en
nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza.
Este
es el mismo poder 20 que Dios manifestó en Cristo, cuando
lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el
cielo, 21 elevándolo por encima de todo Principado,
Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad
que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro.
22
El puso todas las cosas bajo sus pies y lo
constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, 23 que
es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente
todas las cosas.
Capítulo
2
1
Ustedes estaban muertos a causa de las faltas y pecados 2
que cometían, cuando vivían conforme al criterio de este mundo,
según el Príncipe que domina en el espacio, el mismo
Espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan.
3
Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo,
viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo nuestra
concupiscencia y nuestras malas inclinaciones, de manera que por
nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los
demás.
4
Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con
que nos amó, 5 precisamente cuando estábamos muertos a
causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo –¡ustedes
han sido salvados gratuitamente!– 6 y con Cristo Jesús
nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.
Capítulo
4
17
Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los
paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos 18
y tienen la mente oscurecida.
Ellos
están apartados de la Vida de Dios por su ignorancia y su
obstinación,19 y habiendo perdido el sentido
moral, se han entregado al vicio, cometiendo desenfrenadamente toda
clase de impurezas.
20
Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo, 21 si
es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la
verdad que reside en Jesús.
22
De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que
llevaban, despojándose del hombre
viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la
concupiscencia, 23 para renovarse en lo más íntimo de su
espíritu 24 y revestirse del hombre
nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la
verdadera santidad.
25
Por eso, renuncien a la mentira y digan siempre la verdad a su
prójimo, ya que todos somos miembros, los unos de los otros.
26
Si se enojan, no se dejen arrastrar al pecado ni permitan
que la noche los sorprenda enojados, 27 dando así
ocasión al demonio.
28
El que robaba, que deje de robar y se ponga a trabajar
honestamente con sus manos, para poder ayudar al que está
necesitado.
29
No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus
palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando
sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan.
30
No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado
con un sello para el día de la redención.
31
Eviten la amargura, los arrebatos, la ira,
los gritos, los insultos y toda clase de maldad.
32
Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos,
perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado
en Cristo.
Capítulo
5
1
Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos.
2
Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se
entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.
3
En cuanto al pecado carnal y cualquier clase de impureza o
avaricia, ni siquiera se los mencione entre ustedes, como
conviene a los santos.
4
Lo mismo digo acerca de las obscenidades, de las malas
conversaciones y de las bromas groseras: todo esto está fuera de
lugar. Lo que deben hacer es dar gracias a Dios.
5
Y sépanlo bien: ni el hombre lujurioso, ni el impuro, ni el
avaro –que es un idólatra– tendrán parte en la herencia del
Reino de Cristo y de Dios.
6
No se dejen engañar por falsas razones: todo eso atrae
la ira de Dios sobre los que se resisten a obedecerle.
7
No se hagan cómplices de los que obran así!
8
Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz
en el Señor. Vivan como hijos de la luz.
9
Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la
verdad.
10
Sepan discernir lo que agrada al Señor, 11 y no
participen de las obras estériles de las tinieblas; al
contrario, pónganlas en evidencia.
12
Es verdad que resulta vergonzoso aun mencionar las cosas que
esa gente hace ocultamente.
13
Pero cuando se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por
la luz, 14 porque todo lo que se pone de manifiesto es
luz. Por eso se dice:
Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.
15
Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como
personas sensatas 16 que saben aprovechar bien el momento
presente, porque estos tiempos son malos.
17
No sean irresponsables,
sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor.
18
No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien,
llénense del Espíritu Santo.
19
Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales,
cantando y celebrando al Señor de todo corazón.
20
Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro
Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
El
marido y la mujer
21
Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo.
22
Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor, 23
porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la
Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.
24
Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma
manera las mujeres deben respetar en todo a su marido.
25
Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y
se entregó por ella, 26 para santificarla.
El
la purificó con el bautismo del agua y la palabra, 27
porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni
arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.
28
Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio
cuerpo.
El
que ama a su esposa se ama a sí mismo.
29
Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo
cuida.
Así
hace Cristo por la Iglesia, 30 por nosotros, que somos los
miembros de su Cuerpo.
31
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse
a su mujer, y los dos serán una sola carne.
32
Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo
y a la Iglesia.
33
En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como así
mismo, y la esposa debe respetar a su marido.
Capítulo
6
1
Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo
justo, 2 ya que el primer mandamiento que contiene una
promesa es este:
Honra
a tu padre y a tu madre, 3 para que seas feliz y tengas
una larga vida en la tierra.
4
Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos,
corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor.
5
Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin
ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo;
6
no con una obediencia fingida que trata de agradar a los
hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón
la voluntad de Dios.
7
Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del
Señor y no de los hombres, 8 teniendo en cuenta que el
Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo
o un hombre libre.
9
Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus
servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de
ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace
acepción de personas.
Las
armas y armaduras espirituales
10
Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su
poder.
11
Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir
las insidias del demonio.
12
Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre,
sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos
de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan
en el espacio.
13
Por lo tanto, tomen la armadura
de Dios, para que puedan resistir en el día
malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los
obstáculos.
14
Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón
de la verdad y vistiendo la justicia
como coraza.
15
Calcen sus pies con el celo para
propagar la Buena Noticia de la paz.
16
Tengan siempre en la mano el escudo
de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas
encendidas del Maligno.
17
Tomen el casco de la salvación,
y la espada del Espíritu,
que es la Palabra de Dios.
18
Eleven constantemente toda clase de oraciones
y súplicas, animadas por el Espíritu.
Dedíquense
con perseverancia incansable a interceder
por todos los hermanos,
19
y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas
para anunciar resueltamente el misterio
del Evangelio, 20 del cual yo soy embajador
en medio de mis cadenas.
¡Así
podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!
PRIMERA
CARTA A LOS TESALONICENSES
Capítulo
1
6
Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor,
recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría
que da el Espíritu Santo.
7
Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y
Acaya.
8
En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo
resonó en Macedonia y Acaya:
en
todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de
manera que no es necesario hablar de esto.
9
Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se
convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para
servir al Dios vivo y verdadero, 10 y esperar a su Hijo,
que vendrá desde el cielo:
Jesús,
a quien él resucitó y que nos libra de la ira venidera.
Capítulo
2
14
En efecto, ustedes, hermanos, siguieron el ejemplo de las
Iglesias de Dios, unidas a Cristo Jesús, que están en Judea, porque
han sufrido de parte de sus compatriotas el mismo trato que ellas
sufrieron de parte de los judíos.
15
Ellos mataron al Señor Jesús y a los profetas, y también nos
persiguieron a nosotros; no agradan a Dios y son enemigos de todos
los hombres, 16 ya que nos impiden predicar a los paganos
para que se salven.
Así,
constantemente están colmando la medida de sus pecados, pero la ira
de Dios ha caído sobre ellos para siempre.
17
En cuanto a nosotros, hermanos –físicamente separados de
ustedes por un tiempo, aunque no de corazón– sentimos un
ardiente y vivísimo deseo de volver a verlos.
18
Por eso quisimos ir hasta allí; yo mismo, Pablo, lo intenté
varias veces, pero Satanás me lo impidió.
Capítulo
3
1
Por eso, no pudiendo soportar más, resolvimos quedarnos en
Atenas 2 y enviarles a Timoteo, hermano nuestro y
colaborador de Dios en el anuncio de la Buena Noticia de Cristo.
Lo
hicimos para afianzarlos y confortarlos en la fe, 3 de
manera que nadie se deje perturbar por estas tribulaciones.
Ustedes
saben que estamos para eso.
4
Cuando todavía estábamos con ustedes les advertimos que íbamos a
tener dificultades, y así sucedió, como ustedes pudieron
comprobarlo.
5
Por eso, no pudiendo soportar más, les envié a Timoteo para
que me informara acerca de la fe de ustedes, temiendo que el Tentador
los hubiera puesto a prueba y todo nuestro trabajo hubiera
resultado estéril.
6
Pero ahora Timoteo acaba de regresar de allí con buenas
noticias sobre la fe y el amor de ustedes, y él nos cuenta cómo nos
recuerdan siempre con cariño y tienen el mismo deseo que nosotros de
volver a vernos.
Capítulo
5
1
Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que
les escriba.
2
Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un
ladrón en plena noche.
3
Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción
caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores de parto sobre
una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
4
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas
para que ese Día los sorprenda como un ladrón: 5 todos
ustedes son hijos de la luz, hijos del día.
Nosotros
no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas.
6
No nos durmamos, entonces, como hacen los otros:
permanezcamos despiertos y seamos sobrios.
7
Los que duermen lo hacen de noche,
y también los que se emborrachan.
8
Nosotros, por el contrario, seamos sobrios, ya que pertenecemos al
día: revistámonos con la coraza de la fe y del amor, y cubrámonos
con el caso de la esperanza de la salvación.
9
Porque Dios no nos destinó para la
ira, sino para
adquirir la salvación por nuestro Señor Jesucristo, 10 que murió
por nosotros, a fin de que, velando
o durmiendo,
vivamos unidos a él.
SEGUNDA
CARTA A LOS TESALONICENSES
Capítulo
1
1
Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica,
que está unida a Dios, nuestro Padre y al Señor Jesucristo.
2
Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios Padre y del
Señor Jesucristo.
3
Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios a causa de
ustedes, y es justo que lo hagamos, porque la fe de ustedes progresa
constantemente y se acrecienta el amor de cada uno hacia los demás.
4
Tanto es así que, ante las Iglesias de Dios, nosotros nos sentimos
orgullosos de ustedes, por la constancia y la fe con que soportan las
persecuciones y contrariedades.
5
En esto se manifiesta el justo Juicio de Dios, para que ustedes sean
encontrados dignos del Reino de Dios por el cual tienen que sufrir.
6
Es justo que Dios retribuya con sufrimientos a quienes los
hacen sufrir a ustedes.
7
En cambio, a ustedes, los que sufren, les dará el descanso
junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús, que vendrá
desde el cielo, con los ángeles
de su poder, 8 en medio de un fuego ardiente.
Entonces
él hará justicia con aquellos que no reconocen a Dios y no
obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús.
9
Estos sufrirán como castigo la perdición eterna,
alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,
10 cuando él venga aquel Día para ser
glorificado en sus santos y admirado por todos los que hayan creído.
¡Y
ustedes han creído en nuestro testimonio!
11
Pensando en esto, rogamos constantemente por ustedes a fin de
que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en
ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada
en la fe.
12
Así el nombre del Señor
Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la
gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Capítulo
2
1
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra
reunión con él, les rogamos, hermanos,
2 que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.
2 que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.
3
Que nadie los engañe de ninguna manera.
Porque
antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el
hombre impío, el Ser condenado a la perdición,
4 el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios.
4 el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios.
5
¿No recuerdan que cuando estuve con ustedes les decía estas
cosas?
6
Ya saben qué es lo que ahora lo retiene, para que no se
manifieste sino a su debido tiempo.
7
El misterio de la iniquidad ya está actuando.
Sólo falta que desaparezca el que lo retiene, 8 y entonces se
manifestará el Impío, a quien el Señor Jesús
destruirá con el aliento de su boca y aniquilará con el resplandor
de su Venida.
9
La venida del Impío será provocada por la acción de
Satanás y está acompañada de toda clase de
demostraciones de poder, de signos y falsos milagros,
10 y de toda clase de engaños perversos,
destinados a los que se pierden por no haber amado la verdad que los
podía salvar.
11
Por eso, Dios les envía un poder engañoso que
les hace creer en la mentira, 12 a fin de que sean
condenados todos los que se negaron a creer en la verdad y se
complacieron en el mal.
13
Nosotros, por nuestra parte, siempre debemos dar gracias a
Dios, a causa de ustedes, hermanos amados por el Señor.
En
efecto, Dios los eligió desde el principio para que alcanzaran la
salvación mediante la acción santificadora del Espíritu y la fe en
la verdad.
14
El los llamó, por medio de nuestro Evangelio, para que posean
la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
15
Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y conserven
fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente
o por carta.
16
Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos
amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz
esperanza, 17 los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda
palabra buena.
Capítulo
3
1
Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra
del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es
entre ustedes.
2
Rueguen también para que nos vemos libres de los hombres
malvados y perversos, ya que no todos tienen fe.
3
Pero el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará
del Maligno.
CARTA
A LOS FILIPENSES
Capítulo
3
17
Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que
siguen el ejemplo que yo les he dado.
18
Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito
llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de
Cristo.
19
Su fin es la perdición, su dios es el vientre,
su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza,
y no aprecian sino las cosas de la tierra.
20
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos
ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo.
21
El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a
su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas
bajo su dominio.
I
TIMOTEO
Recomendación
a Timoteo
Capítulo
1
18
Hijo mío, te hago esta recomendación, conforme a lo que se dijo de
ti por inspiración de Dios, a fin de que luches valientemente, 19
conservando la fe y la buena conciencia.
Por
no haber tenido una buena conciencia algunos fracasaron en la fe, 20
entre otros, Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás
para que aprendieran a no blasfemar.
El
jefe de la comunidad
Capítulo
3
«El
que aspira a presidir la comunidad, desea ejercer una noble función».
2
Por eso, el que preside debe ser un hombre irreprochable, que se haya
casado una sola vez, sobrio, equilibrado, ordenado, hospitalario y
apto para la enseñanza.
3
Que no sea afecto a la bebida ni pendenciero, sino indulgente,
enemigo de las querellas y desinteresado. 4 Que sepa
gobernar su propia casa y mantener a sus hijos en la obediencia con
toda dignidad.
6
Y no debe ser un hombre recientemente convertido, para que el orgullo
no le haga perder la cabeza y no incurra en la misma condenación
que el demonio.
7
También es necesario que goce de buena fama entre los no creyentes,
para no exponerse a la maledicencia y a las redes del demonio.
El
falso ascetismo y los Últimos Tiempos
Capítulo
4
1
El Espíritu afirma claramente que en los últimos tiempos habrá
algunos que renegarán de su fe, para entregarse a espíritus
seductores y doctrinas demoníacas, 2 seducidos por
gente mentirosa e hipócrita, cuya conciencia está marcada a fuego.
3
Esa gente proscribe el matrimonio y prohíbe el consumo de
determinados alimentos que Dios creó para que los creyentes y los
conocedores de la verdad los comieran dando gracias.
4
Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es despreciable, si se lo
recibe con acción de gracias, 5 porque la Palabra de Dios
y la oración lo santifican.
Las
viudas
Capítulo
5
4
Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, estos deben aprender
primero a cumplir con sus deberes familiares y a ser agradecidos con
sus padres, porque eso es lo que agrada a Dios.
5
Hay viudas que lo son realmente, porque se han quedado solas y tienen
puesta su confianza en Dios, consagrando sus días y sus noches a la
súplica y a la oración.
7
Incúlcales esto para que sean irreprochables: 8 el que no
se ocupa de los suyos, sobre todo si conviven con él, ha renegado
de su fe y es peor que un infiel.
9 Para estar inscrita en el grupo de las viudas, una mujer debe tener por lo menos sesenta años y haberse casado una sola vez.
10
Que sus buenas obras den testimonio de ella; tiene que haber educado
a sus hijos, ejercitado la hospitalidad, haber lavado los pies a los
hermanos, socorrido a los necesitados y practicado el bien en todas
sus formas.
11
No inscribas, en cambio, a las viudas más jóvenes, porque cuando
los deseos puramente humanos prevalecen sobre su entrega a Cristo,
quieren casarse otra vez, 12 y se hacen culpables
por faltar a su compromiso.
13
Además, si no tienen nada que hacer, acaban yendo de casa en casa y
se dedican a charlar y a curiosear, ocupándose en lo que no les
importa.
14
Por eso quiero que las viudas jóvenes se casen, que tengan hijos y
atiendan a sus obligaciones domésticas, para no dar lugar a la
maledicencia de los enemigos.
De
esta manera, la Iglesia no las tendrá a su cargo y quedará libre
para atender a las que están realmente necesitadas.
II
TIMOTEO
El
ministerio de Timoteo
Capítulo
1
6
Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido
por la imposición de mis manos.
7
Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor,
sino de fortaleza, de amor y de sobriedad.
Al
contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer
por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
9
Él nos salvó y nos eligió con su santo llamado, no por nuestras
obras, sino por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que
nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, 10
y que ahora se ha revelado en la Manifestación de nuestro Salvador
Jesucristo.
Porque
él destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible,
mediante la Buena Noticia, 11 de la cual he sido
constituido heraldo, Apóstol y maestro.
La
bondad del servidor de Cristo
Capítulo
2
22
No cedas a los impulsos propios de la juventud y busca la justicia,
la fe, el amor y la paz, junto con todos los que invocan al Señor
con un corazón puro.
Por
el contrario, tiene que ser amable con todos, apto para enseñar y
paciente en las pruebas.
25
Debe reprender con dulzura a los adversarios, teniendo en cuenta que
Dios puede concederles la conversión y llevarlos al conocimiento de
la verdad, 26 haciéndolos reaccionar y librándolos de
la trampa del demonio que los tiene cautivos al servicio de su
voluntad.
COLOCENSES
Acción
de gracias y súplica
Capítulo
1
3 Damos
gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando sin
cesar por ustedes, 4 desde que nos hemos enterado de la fe
que tienen en Cristo Jesús y del amor que demuestran a todos los
santos, 5 a causa de la esperanza que les está reservada
en el cielo.
Ustedes
oyeron anunciar esta esperanza por medio de la Palabra de la verdad,
de la Buena Noticia 6 que han recibido y que se extiende y
fructifica en el mundo entero.
Eso
mismo sucede entre ustedes, desde que oyeron y comprendieron la
gracia de Dios en toda su verdad, 7 al ser instruidos por
Epafras, nuestro querido compañero en el servicio de Dios.
Él
es para ustedes un fiel ministro de Cristo, 8 y por él
conocimos el amor que el Espíritu les inspira.
9
Por eso, desde que nos enteramos de esto, oramos y pedimos sin cesar
por ustedes, para que Dios les haga conocer perfectamente su
voluntad, y les dé con abundancia la sabiduría y el sentido de las
cosas espirituales.
10
Así podrán comportarse de una manera digna del Señor, agradándolo
en todo, fructificando en toda clase de obras buenas y progresando en
el conocimiento de Dios.
11
Fortalecidos plenamente con el poder de su gloria, adquirirán una
verdadera firmeza y constancia de ánimo, 12 y darán
gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho dignos de participar
de la herencia luminosa de los santos.
13
Porque él [Dios Padre] nos libró del poder de las tinieblas
y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, 14
en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.
Capítulo
2
Advertencia
contra los errores; Cristo, Cabeza, Salvador y Mediador, y rechazo
del falso ascetismo
5
Aunque ausente con el cuerpo, estoy presente en espíritu, y me
alegro al ver el orden que reina entre ustedes y la firmeza de la fe
que tienen en Cristo.
6
Vivan en Cristo Jesús, el Señor, tal como ustedes lo han recibido,
7 arraigados y edificados en él, apoyándose en la fe que
les fue enseñada y dando gracias constantemente.
8
No se dejen esclavizar por nadie con la vacuidad de una engañosa
filosofía, inspirada en tradiciones puramente humanas y en los
elementos del mundo, y no en Cristo.
9
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad,
10 y ustedes participan de esa plenitud de Cristo, que es
la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad.
11
En él fueron circuncidados, no por mano de hombre, sino por una
circuncisión que los despoja del cuerpo carnal, la circuncisión
de Cristo.
12
En el bautismo, ustedes fueron sepultados con él, y con él
resucitaron, por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre
los muertos.
13
Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la
incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con él,
perdonando todas nuestras faltas.
14
Él canceló el acta de condenación que nos era contraria, con
todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.
15
En cuanto a los Principados y a las Potestades, los despojó y
los expuso públicamente a la burla, incorporándolos a su cortejo
triunfal.
16
Por eso, que nadie los critique por cuestiones de alimento y de
bebida, o de días festivos, de novilunios y de sábados.
Esa
gente tiene en cuenta solamente las cosas que ha visto y se
vanagloria en el orgullo de su mentalidad carnal, 19 pero
no se mantiene unida a la Cabeza que vivifica a todo el Cuerpo y le
da cohesión por medio de las articulaciones y de los ligamentos, a
fin de que su crecimiento se realice en Dios.
20 Ya que ustedes han muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué se someten a las prohibiciones de 21 «no tomar», «no comer» y «no tocar», como si todavía vivieran en el mundo?
22
Todo esto se refiere a cosas destinadas a ser destruidas por su mismo
uso y no son más que preceptos y doctrinas de hombres.
23
Estas doctrinas tienen una cierta apariencia de sabiduría por su
«religiosidad», su «humildad» y su «desprecio del cuerpo», pero
carecen de valor y sólo satisfacen los deseos de la carne.
Capítulo
3
Cristo
resucitado, principio de la Vida nueva; el hombre viejo y el hombre
nuevo; exhortación al amor
1
Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del
cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
4
Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes
también aparecerán con él, llenos de gloria.
5
Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la
lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los
malos deseos y también la avaricia, que es una forma
de idolatría.
8
Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor,
la maldad, las injurias y las conversaciones
groseras.
Porque
ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras, 10
y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el
conocimiento perfecto, renovándose constantemente
según la imagen de su Creador.
11
Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso,
bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo,
que es todo y está en todos.
12
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de
sentimientos de profunda compasión. Practiquen la
benevolencia, la humildad, la dulzura, la
paciencia.
13
Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente
siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los
ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.
15
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que
han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la
acción de gracias.
Instrúyanse
en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los
otros.
Canten
a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos
inspirados.
17
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del
Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre
SANTIAGO
La
fe y las obras
Capítulo
2
¿Acaso
esa fe puede salvarlo?
15
¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana
desnudos o sin el alimento necesario, 16 les dice:
«Vayan
en paz, caliéntense y coman»,
y
no les da lo que necesitan para su cuerpo?
«Uno
tiene la fe y otro, las obras».
A
ese habría que responderle:
«Muéstrame,
si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las
obras, te demostraré mi fe».
21
¿Acaso nuestro padre Abraham no fue justificado por las obras,
cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?
“Abraham
creyó en Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación,
y fue llamado amigo de Dios.”
25
¿Acaso Rahab, la prostituta, no fue justificada por las obras,
cuando recibió a los mensajeros y les hizo tomar otro camino?
La
verdadera y la falsa sabiduría
Capítulo
3
13
El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta
que sus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.
14
Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el
espíritu de discordia, no se vanagloríen ni falten a la
verdad.
y
además, pacífica, benévola y conciliadora;
está
llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien;
es
imparcial y sincera.
Exhortación
a eliminar las discordias; los juicios contra el prójimo
Capítulo
4
¿No
es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros?
2
Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian,
y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra.
Ustedes
no tienen, porque no piden.
¿No
saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de
Dios?
Porque
el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.
El
alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos.
“Dios
resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.”
Que
los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen
el corazón dividido.
Que
la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en
tristeza.
Los
juicios contra el prójimo
Capítulo
4
El
que habla en contra de un hermano o lo condena, habla en contra de la
Ley y la condena.
Ahora
bien, si tú condenas la Ley, no eres cumplidor de la Ley, sino juez
de la misma.
¿Quién
eres tú para condenar al prójimo?
Advertencia
a los ricos
Capítulo
5
3
Su oro y su plata se han herrumbrado, y esa herrumbre dará
testimonio contra ustedes y devorará sus cuerpos como un fuego.
¡Ustedes
han amontonado riquezas, ahora que es el tiempo final!
4
Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus
campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a
los oídos del Señor del universo.
5
Ustedes llevaron en este mundo una vida de lujo y de placer, y se han
cebado a sí mismos para el día de la matanza.
El
juramento
Capítulo
5
que
cuando digan «sí», sea sí; y cuando digan «no», sea no, para no
ser condenados.
La
eficacia de la oración
Capítulo
5
Si
está alegre, que cante salmos.
14
Si está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia, para
que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor.
15
La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo
aliviará, y si tuviera pecados, le serán perdonados.
La
oración perseverante del justo es poderosa.
17
Elías era un hombre como nosotros, y sin embargo, cuando oró con
insistencia para que no lloviera, no llovió sobre la tierra durante
tres años y seis meses.
La
corrección fraterna
Capítulo
5
Purgatorio
19
Hermanos míos, si uno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo
hace volver, 20 sepan que el que hace volver a un pecador
de su mal camino salvará su vida de la muerte y
obtendrá el perdón de numerosos pecados.
HEBREOS
Capítulo
2
1
Por eso, nosotros debemos prestar más atención a lo que hemos
escuchado, no sea que marchemos a la deriva.
2
Porque si la Palabra promulgada por medio de los ángeles tuvo plena
vigencia, a tal punto que toda transgresión y desobediencia recibió
su justa retribución, 3 ¿cómo nos libraremos nosotros,
si rehusamos semejante salvación?
Esta
salvación, anunciada en primer lugar por el Señor, nos fue luego
confirmada por todos aquellos que la habían oído anunciar, 4
mientras Dios añadía su testimonio con signos y prodigios, con toda
clase de milagros y con los dones del Espíritu Santo, distribuidos
según su voluntad.
5 Porque Dios no ha sometido a los ángeles el mundo venidero del que nosotros hablamos.
5 Porque Dios no ha sometido a los ángeles el mundo venidero del que nosotros hablamos.
"¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano para que te ocupes de él?
8 Todo lo sometiste bajo sus pies".
Si Dios le ha sometido todas las cosas, nada ha quedado fuera de su dominio.
De
hecho, todavía no vemos que todo le está sometido.
9
Pero a aquel que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a
Jesús, ahora lo vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la
muerte que padeció.
Así,
por la gracia de Dios, él experimentó la muerte en favor de
todos.
10 Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación.
10 Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación.
"Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea".
"En
él pondré mi confianza".
Y además:
"Aquí
estamos yo y los hijos que Dios me ha dado".
14 Y ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, él también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al demonio,
15 y liberar de este modo a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la muerte.
14 Y ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, él también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al demonio,
15 y liberar de este modo a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la muerte.
17
En consecuencia, debió hacerse semejante en todo a sus hermanos,
para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el
servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.
18
Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento,
él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba.
Capítulo
11
28
Por la fe [Moisés], celebró la primera Pascua e hizo la primera
aspersión de sangre, a fin de que el Exterminador no dañara a los
primogénitos de Israel.
I
PEDRO
El
nuevo Pueblo de Dios
Capítulo
2
1
Renuncien a toda maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la
envidia y a toda clase de maledicencia. 2
Como
niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los
hará crecer para la salvación, 3 ya que han gustado
qué bueno es el Señor.
4 Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,
5 también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
Yo
pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que
deposita su confianza en ella, no será confundido.
En
cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores
rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: 8
piedra de tropiezo y roca de escándalo.
Ellos
tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les
está reservada.
9 Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz:
10 ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado
La
resurrección de Cristo y el Bautismo
Capítulo
3
18
Cristo murió una vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció
por los injustos– para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en
su carne, fue vivificado en el Espíritu.
19
Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban
prisioneros, 20 a los que se resistieron a creer cuando
Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé
construía el arca.
En
ella, unos pocos –ocho en total– se salvaron a través del agua.
21
Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son
salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha
corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura,
por la resurrección de Jesucristo,
22 que está a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.
22 que está a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.
Las
costumbres paganas
Capítulo
4
1
Y ya que Cristo sufrió en su carne, compenétrense también ustedes
de esta convicción: el que ha sufrido en la carne ha roto con el
pecado.
Porque
el que sufre en la carne está libre del pecado, 2 para
vivir el resto de su vida mortal, no según los deseos humanos, sino
según la voluntad de Dios.
3
Ya han vivido bastante tiempo conforme al criterio de los paganos,
entregándose a toda clase de desenfrenos, a los malos
deseos, a las borracheras, a los excesos en la comida,
a las orgías y al culto ilícito de los ídolos.
4
Ahora los paganos se extrañan de que ustedes no se precipiten con
ellos hacia ese desborde de libertinaje, y se deshacen en injurias
contra ustedes.
6
Porque la Buena Noticia ha sido anunciada a los muertos, para
que ellos, después de haber sido juzgados en la carne conforme a su
condición humana, vivan por el Espíritu con la vida de Dios.
Últimas
exhortaciones
Capítulo
5
Que
cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los demás,
porque Dios se opone a los orgullosos y da su ayuda a los
humildes.
8
Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el
demonio, ronda como un león rugiente, buscando
a quién devorar.
9
Resístanlo firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos dispersos por
el mundo padecen los mismos sufrimientos que ustedes.
10
El Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna en
Cristo, después que hayan padecido un poco, los restablecerá y
confirmará, los hará fuertes e inconmovibles.
II
PEDRO
Los
falsos maestros
Capítulo
2
De
la misma manera, habrá entre ustedes falsos maestros que
introducirán solapadamente desviaciones perniciosas, y renegarán
del Señor que los redimió, atrayendo sobre sí mismos una inminente
perdición.
2
Muchos imitarán su desenfreno, y por causa de ellos, el camino de la
verdad será objeto de blasfemias.
3
Llevados por la ambición, y valiéndose de palabras engañosas,
ellos se aprovecharán de ustedes.
Pero
hace mucho que el juicio los amenaza y la perdición los acecha.
Las
lecciones del pasado
Capítulo
2
4
Porque Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los
precipitó en el infierno y los sumergió en el abismo de las
tinieblas, donde están reservados para el Juicio.
5
Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que desencadenó el
diluvio sobre una tierra poblada de impíos, preservando sólo a ocho
personas, entre ellas a Noé, el heraldo de la justicia.
6
También condenó a la destrucción y redujo a cenizas a las
ciudades de Sodoma y Gomorra, para que sirvieran de ejemplo
a los impíos del futuro.
7
En cambio, libró a Lot, el justo, que estaba afligido por la
conducta licenciosa de esos hombres sin ley:
8
porque teniendo que vivir en medio de ellos, su alma de justo se
sentía constantemente torturada por las iniquidades que veía y
escuchaba.
9
El Señor, en efecto, sabe librar de la prueba a los hombres
piadosos, y reserva a los culpables para que sean castigados
en el día del Juicio,
10 sobre todo, a los que, llevados por sus malos deseos, corren detrás de los placeres carnales y desprecian la Soberanía.
10 sobre todo, a los que, llevados por sus malos deseos, corren detrás de los placeres carnales y desprecian la Soberanía.
La
perversidad de los falsos maestros
Capítulo
2
Estos
hombres audaces y arrogantes no tienen miedo de blasfemar contra los
ángeles caídos, 11 mientras que los ángeles
superiores en fuerza y en poder no pronuncian ningún juicio
injurioso contra ellos en la presencia del Señor.
12
Pero ellos, como animales irracionales, destinados por naturaleza a
ser capturados y destruidos, hablan injuriosamente de lo que ignoran,
y perecerán como esos mismos animales, 13 sufriendo
así el castigo en pago de su iniquidad.
Ellos
se deleitan entregándose a la depravación en pleno día; son
hombres viciosos y corrompidos, que se gozan en engañarlos mientras
comen con ustedes.
seres
insaciables de pecado, que seducen a las almas débiles y cuyos
corazones sólo conocen la codicia.
15
Ellos abandonaron el camino recto, extraviándose tras los pasos de
Balaam, hijo de Bosor, que se dejó seducir por un salario
injusto;
16
pero él encontró quien le reprochara su falta: un animal de carga
pronunció palabras humanas y puso freno a la insensatez del
profeta.
17 Los que obran así son fuentes sin agua, nubes arrastradas por el huracán: a ellos les está reservada la densidad de las tinieblas.
18
Con sus palabras altisonantes y vacías, atraen, por medio de los
deseos desenfrenados de la carne, a los que apenas acaban de librarse
de los que viven en el error.
19
Les prometen la libertad, siendo ellos mismos esclavos de la
corrupción: porque uno es esclavo de aquello que lo domina.
20
En efecto, si alguien se aleja de los vicios del mundo, por medio del
conocimiento del Señor y Salvador
Jesucristo,
y después se deja enredar y dominar de nuevo por esos vicios, su
estado final llega a ser peor que el primero.
21
Más le hubiera valido no conocer el camino de la justicia que,
después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que le
fue transmitido.
«El
perro volvió a comer lo que había vomitado»,
y
este otro:
«La
puerca recién lavada se revuelca en el barro»
El
Día del Señor
Capítulo
3
En
las dos les he recomendado algunas cosas, para que tengan un criterio
exacto.
2
No olviden lo que ha sido anunciado por los santos profetas, así
como tampoco el mandamiento del Señor y Salvador, que los Apóstoles
les han transmitido.
3 Sepan, en primer lugar, que en los últimos días vendrán hombres burlones y llenos de sarcasmo, que viven de acuerdo con sus pasiones, 4 y que dirán:
«¿Dónde
está la promesa de su Venida?
Nuestros padres han muerto y todo sigue como al principio de la creación».
Nuestros padres han muerto y todo sigue como al principio de la creación».
5
Al afirmar esto, ellos no tienen en cuenta que hace mucho tiempo hubo
un cielo, y también una tierra brotada del agua que tomó
consistencia en medio de las aguas por la palabra de Dios.
7
Esa misma palabra de Dios ha reservado el cielo y la tierra de ahora
para purificarlos por el fuego en el día del Juicio y de la
perdición de los impíos.
8 Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día.
9
El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se
imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que
nadie perezca, sino que todos se conviertan.
10
Sin embargo, el Día del Señor llegará como un ladrón, y ese día,
los cielos desaparecerán estrepitosamente;
los
elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo
que hay en ella, será consumida.
I
JUAN
Dios
es luz
Capítulo
1
5
La noticia que hemos oído de él y que nosotros les anunciamos, es
esta: Dios es luz, y en él no hay tinieblas.
6
Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las
tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad.
7
Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos
en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos
purifica de todo pecado.
El
reconocimiento de nuestros pecados
Capítulo
2
8
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos y la verdad no está en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad.
10
Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por
mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Cristo,
víctima de propiciación
Capítulo
2
Pero
si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el
Justo.
2 Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
El
cumplimiento de los mandamientos
Capítulo
2
«Yo
lo conozco»,
y
no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no
está en él.
Esta
es la señal de que vivimos en él.
7
Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento
antiguo, el que aprendieron desde el principio:
este
mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron.
El
mandamiento nuevo
Capítulo
2
Y
esto es verdad tanto en él como en ustedes, porque se disipan las
tinieblas y ya brilla la verdadera luz.
11
Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y
camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han
enceguecido.
Los
destinatarios de la Carta
Capítulo
2
Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno.
Padres,
les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el
principio.
Jóvenes,
les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en
ustedes, y ustedes han vencido al Maligno.
El
desapego del mundo
Capítulo
2
Si
alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
–los
deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la
riqueza–
no
viene del Padre, sino del mundo.
En
cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente
Los
anticristos
Capítulo
2
Ustedes
oyeron decir que vendría un Anticristo; en realidad, ya han
aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado
la última hora.
Si
lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros.
Pero
debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros.
21
Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la
conocen, y porque ninguna mentira procede de la verdad.
Ese
es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo.
23
El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo
también está unido al Padre.
La
conducta de los Hijos de Dios
Capítulo
3
Y
el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio.
9
El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece
en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
el
que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a
su hermano.
El
amor fraterno
Capítulo
3
¿Y
por qué lo mató?
Porque
sus obras eran malas, y las de su hermano, en cambio, eran
justas.
El
que no ama permanece en la muerte.
15
El que odia a su hermano es un homicida, y ustedes saben que ningún
homicida posee la Vida eterna.
Por
eso, también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
17
Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la
necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor
de Dios?
19
En esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos
delante de Dios 20 aunque nuestra conciencia nos reproche
algo, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce
todas las cosas.
21
Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche,
podemos acercarnos a Dios con plena confianza, 22 y él
nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus
mandamientos y hacemos lo que le agrada.
23
Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo
Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó.
24
El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en
él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que
nos ha dado.
La
verdadera y la falsa inspiración
Capítulo
4
1
Queridos míos, no crean a cualquiera que se considere inspirado:
pongan a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios, porque
han aparecido en el mundo muchos falsos profetas.
2 En esto reconocerán al que está inspirado por Dios: todo el que confiesa a Jesucristo manifestado en la carne, procede de Dios.
3
Y todo el que niega a Jesús, no procede de Dios, sino que
está inspirado por el Anticristo, por el que ustedes oyeron
decir que vendría y ya está en el mundo.
4
Hijos míos, ustedes son de Dios y han vencido a esos falsos
profetas, porque aquel que está en ustedes es más grande que el
que está en el mundo.
El
que conoce a Dios nos escucha, pero el que no es de Dios no nos
escucha.
Y
en esto distinguiremos la verdadera de la falsa inspiración.
Dios
es amor
Capítulo
4
7
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor
procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
9
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo,
para que tuviéramos Vida por medio de él.
10
Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima
propiciatoria por nuestros pecados.
12
Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su
plenitud en nosotros.
13 La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu.
Dios
es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios
permanece en él.
La
plenitud del amor
Capítulo
4
17
La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está
en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque
ya en este mundo somos semejantes a él.
18
En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto
elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que
teme no ha llegado a la plenitud del amor.
«Amo
a Dios»,
y
no ama a su hermano, es un mentiroso.
¿Cómo
puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien
ve?
el
que ama a Dios debe amar también a su hermano.
La
fe y el amor
Capítulo
5
1
El que cree que Jesús es el Cristo que ha nacido de Dios; y el que
ama al Padre ama también al que ha nacido de él.
3
El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus
mandamientos no son una carga, 4 porque el que ha nacido
de Dios, vence al mundo.
Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe.
El
testimonio sobre el Hijo de Dios
Capítulo
5
6
Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el
agua, sino con el agua y con la sangre.
Y
el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad.
9 Si damos fe al testimonio de los hombres, con mayor razón tenemos que aceptar el testimonio de Dios.
Y
Dios ha dado testimonio de su Hijo.
El
que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, porque no cree en el
testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
13
Les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre del Hijo
de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna.
La
oración por los pecadores
Capítulo
5
Purgatorio
15
Y sabiendo que él nos escucha en todo lo que le pedimos, sabemos que
ya poseemos lo que le hemos pedido.
Me refiero a los que cometen pecados que no conducen a la muerte, porque hay un pecado que lleva a la muerte; por este no les pido que oren.
II
JUAN
Capítulo
5
18
Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Hijo de
Dios lo protege, y el Maligno no le puede hacer nada.
20 Y sabemos también que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al que es Verdadero; y nosotros permanecemos en el que es Verdadero, en su Hijo Jesucristo.
El
es el Dios verdadero y la Vida eterna.
CARTA
DE JUDAS
Saludo
inicial
1
1 Judas, servidor de Jesucristo, hermano de Santiago,
saluda a los que han sido llamados, a los amados de Dios, el Padre, y
protegidos por Jesucristo.
Ocasión
de la Carta
3
Queridos míos, yo tenía un gran deseo de escribirles acerca de
nuestra común salvación, pero me he visto obligado a hacerlo con el
fin de exhortarlos a combatir por la fe, que de una vez para siempre
ha sido transmitida a los santos.
4
Porque se han infiltrado entre ustedes ciertos hombres, cuya
condenación estaba preanunciada desde hace mucho tiempo.
Son
impíos que hacen de la gracia de Dios un pretexto para su
libertinaje y reniegan de nuestro único Dueño y Señor
Jesucristo.
Los
falsos maestros
5
Quiero recordarles, aunque ustedes ya lo han aprendido de una vez por
todas, que el Señor, después de haber salvado al pueblo, sacándolo
de Egipto, hizo morir en seguida a los incrédulos.
6
En cuanto a los ángeles que no supieron conservar su preeminencia
y abandonaron su propia morada, el Señor los tiene encadenados
eternamente en las tinieblas para el Juicio del gran Día.
7
También Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas, que
se prostituyeron de un modo semejante a ellos, dejándose
arrastrar por relaciones contrarias a la naturaleza, han
quedado como ejemplo, sometidas a la pena de un fuego eterno.
8 Lo mismo pasa con estos impíos: en su delirio profanan la carne, desprecian la Soberanía e injurian a los ángeles gloriosos.
9
Ahora bien, el mismo arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el
demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés,
no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino
que dijo solamente:
«Que
el Señor te reprima».
10
Estos impíos, en cambio, hablan injuriosamente de lo que
ignoran; y lo que conocen por instinto natural, como animales
irracionales, sólo sirve para su ruina.
La
perversidad de los falsos maestros
11
¡Ay de ellos! Porque siguieron el camino de Caín; por amor
al dinero cayeron en el extravío de Balaam y perecieron en la
rebelión de Coré.
12
Ellos manchan las comidas fraternales, porque se dejan llevar de la
glotonería sin ninguna vergüenza y sólo tratan de
satisfacerse a sí mismos.
Son
nubes sin agua llevadas por el viento, árboles otoñales
sin frutos, doblemente muertos y arrancados de raíz;
1
3 olas bravías del mar, que arrojan la espuma de sus propias deshonras, estrellas errantes a las que está reservada para siempre la densidad de las tinieblas.
3 olas bravías del mar, que arrojan la espuma de sus propias deshonras, estrellas errantes a las que está reservada para siempre la densidad de las tinieblas.
«Ya
viene el Señor con sus millares de ángeles, 15 para
juzgar a todos y condenar a los impíos por las maldades que
cometieron, y a los pecadores por las palabras insolentes que
profirieron contra él».
16
Todos estos son murmuradores y descontentos que viven conforme
al capricho de sus pasiones: su boca está llena de petulancia
y adulan a los demás por interés.
Recomendaciones
a los fieles
17
En cuanto a ustedes, queridos míos, acuérdense de lo que predijeron
los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.
«En
los últimos tiempos habrá gente que se burlará de todo y
vivirá de acuerdo con sus pasiones impías».
20
Pero ustedes, queridos míos, edifíquense a sí mismos sobre el
fundamento de su fe santísima, orando en el Espíritu Santo.
21
Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro
Señor Jesucristo para la Vida eterna.
En
cuanto a los demás, tengan piedad de ellos, pero con
cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su
cuerpo.
Doxología
24
A aquel que puede preservarlos de toda caída y hacerlos
comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su
gloria,
25 al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre.
25 al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre.
Amén.
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