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VI.- Demonios - Evangelios

- Las referencias demonológicas, sobre el purgatorio, el infierno y la condenación, excepto las dos primeras sobre "La Luz del Mundo" y el "Magníficat", se estructuran según el número de paralelismos hallados, y siguiendo el orden de libros y capítulos.

- Por ejemplo: la perícopa de las tres tentaciones tiene tres paralelismos en tres evangelios de Mateo, Marcos y Lucas; otra perícopa tendrá dos paralelismos, y otra sólo estará recogida en su correspondiente evangelio.  



La Luz del Mundo

San Juan 1, 1-18

1 Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.

2 Al principio estaba junto a Dios.

3 Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.

4 En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.

5 La luz brilla en las tinieblas,
y las
tinieblas no la recibieron.

6 Apareció un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.

7 Vino como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.

8 Él no era la luz,
sino el testigo de la luz.

9 La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.

10 Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y
el mundo no la conoció.

11 Vino a los suyos,
y
los suyos no la recibieron.

12 Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.

13 Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.

15 Juan da testimonio de él, al declarar:
«Este es aquel del que yo dije:
El que viene después de mí
me ha precedido,
porque existía antes que yo».

16 De su plenitud, todos nosotros hemos participado
y hemos recibido gracia sobre gracia:

17 porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.

18 Nadie ha visto jamás a Dios;
el que lo ha revelado es el Hijo único,
que es Dios y está en el seno del Padre.


El canto de la Virgen María - Magníficat

San Lucas 1, 46-55

46 María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor,

47 y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,

48 porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,

49 porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!

50 Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.

51 Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.

52 Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.

53 Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.

54 Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,

55 como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».

 
Las tres tentaciones

San Mateo 4, 1-11
 
Lo esencial sobre el demonio: demonología básica

1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio.

2 Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.

3 Y el tentador, acercándose, le dijo:

«Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes».

4 Jesús le respondió:

«Está escrito:

El hombre no vive solamente de pan,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

5 Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, 6 diciéndole:

«Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
Dios dará órdenes a sus ángeles,
y ellos te llevarán en sus manos
para que tu pie no tropiece con ninguna piedra».

7 Jesús le respondió:

«También está escrito:
No tentarás al Señor, tu Dios».

8 El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, 9 y le dijo:

«Te daré todo esto, si te postras para adorarme».

10 Jesús le respondió:

«Retírate, Satanás, porque está escrito:
Adorarás al Señor, tu Dios,
y a él solo rendirás culto».

11 Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.


San Marcos 1, 12-13

12 En seguida el Espíritu lo llevó al desierto, 13 donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás.

Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.

 
San Lucas 4, 1-13

1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, 2 donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días.

No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.

3 El demonio le dijo entonces:

«Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan».

4 Pero Jesús le respondió:

«Dice la Escritura:
El hombre no vive solamente de pan».

5 Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra 6 y le dijo:

«Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero.

7 Si tú te postras delante de , todo eso te pertenecerá».

8 Pero Jesús le respondió:

«Está escrito:

Adorarás al Señor, tu Dios,
y a él solo rendirás culto».

9 Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo:

«Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, 10 porque está escrito:

Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.

11 Y también:

Ellos te llevarán en sus manos
para que tu pie no tropiece con ninguna piedra».

12 Pero Jesús le respondió:

«Está escrito:

No tentarás al Señor, tu Dios».
1
3 Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.

 
Diversas curaciones

San Mateo 8, 16-17

16 Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos, 17 para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:

Él tomó nuestras debilidades
y cargó sobre sí nuestras enfermedades.


San Marcos 1, 32-34

32 Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, 33 y la ciudad entera se reunió delante de la puerta.

34 Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.


San Lucas 4, 40-41

40 Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.

41 De muchos salían demonios, gritando:

«¡Tú eres el Hijo de Dios!».

Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.


Curación de un endemoniado en la sinagoga de Cafarnaún

San Marcos 1, 23-28

23 Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar:

24 «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?

¿Has venido para acabar con nosotros?

Ya sé quién eres: el Santo de Dios».

25 Pero Jesús lo increpó, diciendo:

«Cállate y sal de este hombre».

26 El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.

27 Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros:

«¿Qué es esto?

¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!».

28 Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.


San Lucas 4, 33-37

33 En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza:

34 «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?

¿Has venido para acabar con nosotros?

Ya sé quién eres: el Santo de Dios».

35 Pero Jesús lo increpó, diciendo:

«Cállate y sal de este hombre».

El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.

36 El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros:

«¿Qué tiene su palabra?

¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!».

37 Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.


La misión de Jesús

San Marcos 1, 35-39

35 Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando.

36 Simón salió a buscarlo con sus compañeros, 37 y cuando lo encontraron, le dijeron:

«Todos te andan buscando».

38 Él les respondió:

«Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido».

39 Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.


La multitud sigue a Jesús – La actividad de Jesús en Galilea

San Marcos 3, 7-12

7 Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea.

8 Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón.

9 Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.

10 Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo.

11 Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando:

«¡Tú eres el Hijo de Dios!».

12 Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.


San Mateo 4, 23-25
 
Diferencia entre enfermedad y posesión: endemoniado, epiléptico y paralítico

23 Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.

24 Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos:

endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba.

25 Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.


Compasión de Jesús ante la multitud sin pastor; oración ante la falta de pastores

Referido también a la falta de exorcistas

San Mateo 9, 35-38

35 Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.

36 Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.

37 Entonces dijo a sus discípulos:

«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. 38 Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha».


La institución de los Doce

San Marcos 3, 13-19

13 Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso.

Ellos fueron hacia él, 14 y Jesús instituyó a Doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar 15 con el poder de expulsar a los demonios.

16 Así instituyó a los Doce:

Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro;

17 Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno;

18 luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, 19 y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.


San Mateo 10, 1-4

1 Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.

2 Los nombres de los doce Apóstoles son:

en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés;

luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;

3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;

4 Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó


La misión de los Doce

San Marcos 6, 6-13

Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

7 Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.

8 Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; 9 que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.

10 Les dijo:

«Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.

11 Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos».

12 Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; 13 expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.


San Mateo 10, 1-42

5 A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones:

«No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.

6 Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.

7 Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.

8 Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios.

Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.

9 No lleven encima oro ni plata, ni monedas, 10 ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.

11 Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.

12 Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.

13 Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.

14 Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies.

15 Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.


San Lucas 9, 2-13

7 Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.

8 Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; 9 que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.

10 Les dijo:

«Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.

11 Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos».

12 Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; 13 expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

 
La persecución de los Apóstoles

16 Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.

17 Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas.

18 A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.

19 Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir:

lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, 20 porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.

21 El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.

22 Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera.

Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre.

San Marcos 13, 9-13

9 Estén atentos: los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas, y por mi causa serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos.

10 Pero antes, la Buena Noticia será proclamada a todas las naciones.

11 Cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir:

digan lo que se les enseñe en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu Santo.

12 El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los matarán.

13 Serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero el que persevere hasta el fin, se salvará.


San Lucas 12, 11-12

11 Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, 12 porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir».


Los signos percusores del fin

San Lucas 21, 12-19

12 Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados;

los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, 13 y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.

14 Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, 15 porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.

16 Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.

17 Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.

18 Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza.

19 Gracias a la constancia salvarán sus vidas.


La valentía de los Apóstoles

San Mateo 10, 24-33

24 El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño.

25 Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño.

Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa!

26 No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido.

27 Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día;

y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.

28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.

Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.

29 ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas?

Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo.

30 Ustedes tienen contados todos sus cabellos.

31 No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.

32 Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo.

33 Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.


Condiciones para seguir a Jesús

San Lucas 9, 23-27

23 Después dijo a todos:

«El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.

24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.

25 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?

26 Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.

27 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver el Reino de Dios».


La valentía para reconocer al Hijo del Hombre

San Lucas 12, 8-9

8 Les aseguro que a aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.

9 Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios.
10 Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
11 Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, 12 porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir»


Condiciones para seguir a Jesús

San Marcos 8, 34-38; 9, 1
34 Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo:

«El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.

35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.

36 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?

37 ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

38 Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles».
 
9 1 Y les decía:

«Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder»

 
Jesús, signo de contradicción

34 No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra.

No vine a traer la paz, sino la espada.

35 Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra;

36 y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.
37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí;

y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.

38 El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

39 El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.


San Lucas 12, 51-53

51 ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.

52 De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:

53 el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».


El Día del Hijo del Hombre

San Lucas 17, 26-35

26 En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.

27 La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.

28 Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.

29 Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.

30 Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
31 En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.

32 Acuérdense de la mujer de Lot.

33 El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.

34 Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado;

35 de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada».


San Mateo 16, 24-28

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:

«El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.

25 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.

26 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?

¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
 
27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

28 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino».


Beelzebul

San Marcos 3, 22-27

22 Los escribas que habían venido de Jerusalén decían:

«Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los demonios».

23 Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó:

«¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás?

24 Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir.

25 Y una familia dividida tampoco puede subsistir.

26 Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin.

27 Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.


San Mateo 12, 22-29

22 Entonces, le llevaron a un endemoniado ciego y mudo, y Jesús lo curó, devolviéndole el habla y la vista.

23 La multitud, asombrada, decía:

«¿No será este el Hijo de David?».

24 Los fariseos, oyendo esto, dijeron:

«Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios».
 
25 Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo:

«Un reino donde hay luchas internas va a la ruina; y una ciudad o una familia dividida no puede subsistir.

26 Ahora bien, si Satanás expulsa a Satanás, lucha contra sí mismo; entonces, ¿cómo podrá subsistir su reino?

27 Y si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes?

Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.

28 Pero si expulso a los demonios con el poder del Espíritu de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.

29 ¿Acaso alguien puede entrar en la casa de un hombre fuerte y robar sus cosas, si primero no lo ata? Sólo así podrá saquear la casa.


San Lucas 11, 14-23

14 Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo.

Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar.

La muchedumbre quedó admirada, 15 pero algunos de ellos decían:

«Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios».

16 Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.

17 Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo:

«Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.

18 Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino?

Porque –como ustedes dicen– yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.

19 Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes?

Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.

20 Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
21 Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, 22 pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.

23 El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.


La blasfemia contra el Espíritu Santo
 
San Mateo 12, 30-32

El Purgatorio

30 El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

31 Por eso les digo que todo pecado o blasfemia se les perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.

32 Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el [mundo] futuro.


San Marcos 3, 28-30

28 Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran.

29 Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre».

30 Jesús dijo esto porque ellos decían:

«Está poseído por un espíritu impuro».


San Lucas 12, 10

10 Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.


Sobre San Juan Bautista y Jesús

San Mateo 11, 16-19

16 ¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
 
17 “¡Les tocamos la flauta,
y ustedes no bailaron!
¡Entonamos cantos fúnebres,
y no lloraron!”.

 
18 Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen:

¡Ha perdido la cabeza!” [Daemonium habet”: “Tiene un demonio”, según la Nueva Vulgata]

19 Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen:

Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras».


San Lucas 7, 31-35

31 ¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? 32 Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:
 
¡Les tocamos la flauta,
y ustedes no bailaron!


¡Entonamos cantos fúnebres,
y no lloraron!”.

 
33 Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen:

¡Ha perdido la cabeza!” [“Daemonium habet”: “Tiene un demonio”. Nueva Vulgata].

34 Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen:

¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!”.

35 Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos».


La parábola del sembrador y su explicación

San Marcos 4, 1-9; 13-20

1 Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar.

Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella.

Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla.

2 Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:

3 «¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar.

4 Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron.

5 Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; 6 pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó.

7 Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto.

8 Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno».

9 Y decía:

«¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».

[...]

13 Jesús les dijo:

«¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás?

14 El sembrador siembra la Palabra.

15 Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos.

16 Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría;

17 pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.

18 Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, 19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.

20 Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno».


San Mateo 13, 3-9; 18-23

Les decía:

«El sembrador salió a sembrar.

4 Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron.

5 Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; 6 pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron.

7 Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron.

8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. 9 ¡El que tenga oídos, que oiga!».

[...]

18 Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador.

19 Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino.

20 El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, 21 pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.

22 El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.

23 Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno».


San Lucas 8, 4-8; 11-15

4 Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:

5 «El sembrador salió a sembrar su semilla.

Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.

6 Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.

7 Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.

8 Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno».

Y una vez que dijo esto, exclamó:

«¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».

[...]

11 La parábola quiere decir esto:

La semilla es la Palabra de Dios.

12 Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.

13 Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.

14 Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.

15 Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.


Parábola de la cizaña y su explicación

San Mateo 13, 24-30; 36-43

24 Y les propuso otra parábola:

«El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;

25 pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.

26 Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.

27 Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron:

Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”.

28 Él les respondió:

Esto lo ha hecho algún enemigo”.

Los peones replicaron:

¿Quieres que vayamos a arrancarla?”.

29 “No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.

30 Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero”».

[...]

36 Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron:

«Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».

37 Él les respondió:

«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;

38 el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino;

la cizaña son los que pertenecen al Maligno, 39 y el enemigo que la siembra es el demonio;

la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.

40 Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.

41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, 42 y los arrojarán en el horno ardiente:

allí habrá llanto y rechinar de dientes.

43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.

¡El que tenga oídos, que oiga!


La liberación de los dos endemoniados de Gerasa

San Marcos 5, 1-20

1 Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.

2 Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro.

3 Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.

4 Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo.

5 Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.
 
6 Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, 7 gritando con fuerza:

«¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo?

¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!».

8 Porque Jesús le había dicho:

«¡Sal de este hombre, espíritu impuro!».

9 Después le preguntó:

«¿Cuál es tu nombre?».

Él respondió:

«Mi nombre es Legión, porque somos muchos».

10 Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.

11 Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña.

12 Los espíritus impuros suplicaron a Jesús:

«Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos».

13 Él se lo permitió.

Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara –unos dos mil animales– se precipitó al mar y se ahogó.

14 Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados.

La gente fue a ver qué había sucedido.

15 Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.

16 Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.

17 Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.

18 En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.

19 Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:

«Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti».

20 El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.


San Mateo 8, 28-34

28 Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros.

Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino.

29 Y comenzaron a gritar:

«¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios?

¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?».

30 A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo.

31 Los demonios suplicaron a Jesús:

«Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara».

32 Él les dijo:

«Vayan».

Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.

33 Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados.

34 Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.


San Lucas 8, 26-39

26 Después llegaron a la región de los gerasenos, que está situada frente a Galilea.

27 Jesús acababa de desembarcar, cuando salió a su encuentro un hombre de la ciudad, que estaba endemoniado.

Desde hacía mucho tiempo no se vestía, y no vivía en una casa, sino en los sepulcros.

28 Al ver a Jesús, comenzó a gritar, cayó a sus pies y dijo con voz potente:

«¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? Te ruego que no me atormentes».

29 Jesús, en efecto, estaba ordenando al espíritu impuro que saliera de aquel hombre.

Muchas veces el espíritu se había apoderado de él, y aunque lo ataban con cadenas y grillos para sujetarlo, él rompía sus ligaduras y el demonio lo arrastraba a lugares desiertos.

30 Jesús le preguntó:

«¿Cuál es tu nombre?».

«Legión», respondió, porque eran muchos los demonios que habían entrado en él.

31 Y le suplicaban que no les ordenara precipitarse al abismo.

32 Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña.

Los demonios suplicaron a Jesús que les permitiera entrar en los cerdos.

Él se lo permitió.

33 Entonces salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, la piara se precipitó al mar y se ahogó.

34 Al ver lo que había pasado, los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados.

35 En seguida la gente fue a ver lo que había sucedido.

Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado a sus pies, vestido y en su sano juicio, al hombre del que habían salido los demonios, y se llenaron de temor.

36 Los que habían presenciado el hecho les contaron cómo había sido curado el endemoniado.

37 Todos los gerasenos pidieron a Jesús que se alejara de allí, porque estaban atemorizados; y él, subiendo a la barca, regresó.

38 El hombre del que salieron los demonios le rogaba que lo llevara con él, pero Jesús lo despidió, diciéndole:

39 «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti».

Él se fue y proclamó en toda la ciudad lo que Jesús había hecho por él.


Jesús camina sobre el agua

San Marcos 6, 45-52

45 En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.

46 Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.

47 Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.

48 Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.

49 Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, 50 porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados.

Pero él les habló en seguida y les dijo:

«Tranquilícense, soy yo; no teman».

51 Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, 52 porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.


San Mateo 14, 22-33

22 En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.

23 Después, subió a la montaña para orar a solas.

Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.

24 La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.

25 A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.

26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron.

«Es un fantasma»,

dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.

27 Pero Jesús les dijo:

«Tranquilícense, soy yo; no teman».

28 Entonces Pedro le respondió:

«Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».

29 «Ven», le dijo Jesús.

Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.

30 Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó:

«Señor, sálvame».

31 En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía:

«Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».

32 En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.

33 Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo:

«Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios».


San Juan 6, 16-21

16 Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar 17 y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla.

Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos.

18 El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.

19 Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.

20 Él les dijo:

«Soy yo, no teman».

21 Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.


La liberación de la hija de una sirofenicia o cananea

San Marcos 7, 24-30

24 Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro.

25 En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies.

26 Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.

27 Él le respondió:

«Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros».

28 Pero ella le respondió:

«Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos».

29 Entonces él le dijo:

«A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija».

30 Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.


San Mateo 15, 21-28

21 Jesús se dirigió hacia el país de Tiro y de Sidón.

22 Entonces una mujer cananea, que salió de aquella región, comenzó a gritar:

«¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio».

23 Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron:

«Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos».

24 Jesús respondió:

«Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel».

25 Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo:

«¡Señor, socórreme!».

26 Jesús le dijo:

«No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros».

27 Ella respondió:

«¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!».

28 Entonces Jesús le dijo:

«Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!».

Y en ese momento su hija quedó curada.


La profesión de fe de Pedro y el primer anuncio de la Pasión

San Marcos 8, 27-33

27 Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó:

«¿Quién dice la gente que soy yo?».

28 Ellos le respondieron:

«Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas».

29 «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?».

Pedro respondió:

«Tú eres el Mesías».

30 Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.

31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas;

que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; 32 y les hablaba de esto con toda claridad.

Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.

33 Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo:

«¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».


San Mateo 16, 13-23

13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?».

14 Ellos le respondieron:

«Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».

15 «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?».

16 Tomando la palabra, Simón Pedro respondió:

«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

17 Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.

18 Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.

19 Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».

20 Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

21 Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo:

«Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá».

23 Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro:

«¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».


Liberación de un niño poseído

San Marcos 9, 14-29

14 Cuando volvieron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas.

15 En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo.

16 Él les preguntó:

«¿Sobre qué estaban discutiendo?».

17 Uno de ellos le dijo:

«Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo.

18 Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido.

Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron».

19 «Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo».

20 Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca.

21 Jesús le preguntó al padre:

«¿Cuánto tiempo hace que está así?».

«Desde la infancia, le respondió, 22 y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo.

Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos».

23 «¡Si puedes...!», respondió Jesús. «Todo es posible para el que cree».

24 Inmediatamente el padre del niño exclamó:

«Creo, ayúdame porque tengo poca fe».

25 Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole:

«Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más».

26 El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían:

«Está muerto».

27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie.

28 Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron:

«¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?».

29 Él les respondió:

«Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración [y el ayuno]».
[Vulgata: 29 et dixit illis hoc genus in nullo potest exire nisi in oratione et ieiunio [y con la oración y el ayuno]


San Mateo 17, 14-20

14 Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas, 15 le dijo:

«Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua.

16 Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar».

17 Jesús respondió:

«¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí».

18 Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado.

19 Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado:

«¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?».

20 «Porque ustedes tienen poca fe, les dijo.

Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: “Trasládate de aquí a allá”, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes».


San Lucas 9, 37-43

37 Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, una multitud vino a su encuentro. 38 De pronto, un hombre gritó:

«Maestro, por favor, mira a mi hijo, el único que tengo.

39 Cada tanto un espíritu se apodera de él y se pone a gritar; lo sacude con violencia y le hace echar espuma por la boca. A duras penas se aparta de él, dejándolo extenuado.

40 Les pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron».

41 Jesús le respondió:

«Generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo estaré con ustedes y tendré que soportarlos? Trae aquí a tu hijo».

42 El niño se estaba acercando, cuando el demonio lo arrojó al suelo y lo sacudió violentamente.

Pero Jesús increpó al espíritu impuro, curó al niño y lo entregó a su padre.

43 Todos estaban maravillados de la grandeza de Dios.


Quien no está contra mí, está conmigo

San Marcos 9, 38-40

38 Juan le dijo:

«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros».

39 Pero Jesús les dijo:

«No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.

40 Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.»

 
San Lucas 9, 49-50

49 Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo:

«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros».

50 Pero Jesús le dijo:

«No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».


La gravedad del escándalo

San Marcos 9, 42-48

42 Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.

43 Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. 44 .

45 Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. 46 .

47 Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, 48 donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.


San Mateo 18, 6-10

6 Pero si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar.

7 ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Es inevitable que existan, pero ¡ay de aquel que los causa!

8 Si tu mano o tu pie son para ti ocasión de pecado, córtalos y arrójalos lejos de ti, porque más te vale entrar en la Vida manco o lisiado, que ser arrojado con tus dos manos o tus dos pies en el fuego eterno.

9 Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo y tíralo lejos, porque más te vale entrar con un solo ojo en la Vida, que ser arrojado con tus dos ojos en la Gehena del fuego.

10 Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.


Falsos mesías y falsos profetas

San Marcos 13, 21-23

21 Si alguien les dice entonces:

El Mesías está aquí o está allí”,

no lo crean. 22 Porque aparecerán falsos mesías y falsos profetas que harán milagros y prodigios capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos.

23 Pero ustedes tengan cuidado: yo los he prevenido de todo.


San Mateo 24, 4-14; 23-26

4 Él les respondió:

«Tengan cuidado de que no los engañen, 5 porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo:

Yo soy el Mesías”,

y engañarán a mucha gente.

6 Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; no se alarmen: todo esto debe suceder, pero todavía no será el fin.

7 En efecto, se levantará nación contra nación y reino contra reino.

En muchas partes habrá hambre y terremotos.

8 Todo esto no será más que el comienzo de los dolores del parto.

9 Ustedes serán entregados a la tribulación y a la muerte, y serán odiados por todas las naciones a causa de mi Nombre.

10 Entonces muchos sucumbirán; se traicionarán y se odiarán los unos a los otros.

11 Aparecerá una multitud de falsos profetas, que engañarán a mucha gente.

12 Al aumentar la maldad se enfriará el amor de muchos, 13 pero el que persevere hasta el fin, se salvará.

14 Esta Buena Noticia del Reino será proclamada en el mundo entero como testimonio delante de todos los pueblos, y entonces llegará el fin.

23 Si alguien les dice entonces: “El Mesías está aquí o está allí”, no lo crean.

24 Porque aparecerán falsos mesías y falsos profetas que harán milagros y prodigios asombrosos, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos.

25 Por eso los prevengo.

26 Si les dicen: “El Mesías está en el desierto”, no vayan; o bien: “Está escondido en tal lugar”, no lo crean.


San Lucas 21, 8-19

8 Jesús respondió:

«Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan.

9 Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».

10 Después les dijo:

«Se levantará nación contra nación y reino contra reino.

11 Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.

12 Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, 13 y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.

14 Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, 15 porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.

16 Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.

17 Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.

18 Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza.

19 Gracias a la constancia salvarán sus vidas».

 
Catecismo Iglesia Católica, 675:
Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (Lc 18,8; Mt 24,12).

La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (Lc 21,12; Jn 15,19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad.

La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (2Te 2,4-12; 1Th 5,2-3; 1Te 2; Jn 7 1; Jn 2,18; 1Jn 2,22).

El anuncio de las negaciones de Pedro

San Lucas 22, 31-34

31 Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, 32 pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe.

Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos».

33 «Señor, le dijo Pedro, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte».

34 Pero Jesús replicó:

«Yo te aseguro, Pedro, que hoy, antes que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces».


San Marcos 14, 27-31

27 Y Jesús les dijo:

«Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura:

Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.

28 Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea».

29 Pedro le dijo:

«Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré».

30 Jesús le respondió:

«Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces».

31 Pero él insistía:

«Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré».

Y todos decían lo mismo.


San Mateo 26,31-35

31 Entonces Jesús les dijo:

«Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la Escritura:

Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño.

32 Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea».

33 Pedro, tomando la palabra, le dijo:

«Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás».

34 Jesús le respondió:

«Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces».

35 Pedro le dijo:

«Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré».

Y todos los discípulos dijeron lo mismo.


San Juan 13, 36-38

36 Simón Pedro le dijo:

«Señor, ¿adónde vas?».

Jesús le respondió:

«A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás».

37 Pedro le preguntó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti».

38 Jesús le respondió:

«¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».


La oración de Jesús en el monte de los olivos o Getsemaní

San Marcos 14, 32-42

32 Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos.

«Quédense aquí, mientras yo voy a orar».

33 Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse.

34 Entonces les dijo:

«Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando».

35 Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora.

36 Y decía:

«Abba –Padre– todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».

37 Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos.

Y Jesús dijo a Pedro:

«Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora?

38 Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil».

39 Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras.

40 Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle.

41 Volvió por tercera vez y les dijo:

«Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.

42 ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar».


San Mateo 26, 36-39

36 Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo:

«Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar».

37 Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.

38 Entonces les dijo:

«Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo».

39 Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así:

«Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
40 Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro:

«¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora?

41 Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil».

42 Se alejó por segunda vez y suplicó:

«Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad».
43 Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño.

44 Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.

45 Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo:

«Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.

46 ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar».


San Lucas 22, 39-46

39 En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos.

40 Cuando llegaron, les dijo:

«Oren, para no caer en la tentación».

41 Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba:

42 «Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».

43 Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba.

44 En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo.

45 Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza.

46 Jesús les dijo:

«¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación».


La traición de Judas

San Lucas 22, 1-6

1 Estaba cerca la fiesta de los Ácimos, llamada Pascua.

2 Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de eliminar a Jesús, porque tenían miedo del pueblo.

3 Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era uno de los Doce.

4 Este fue a tratar con los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia sobre el modo de entregárselo.

5 Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero.

6 Judas aceptó y buscaba una ocasión propicia para entregarlo sin que se enterara el pueblo.


Jesús se aparece a la Magdalena

San Mateo 16, 9-11

9 Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios.

10 Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban.

11 Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.


San Mateo 16, 14-20

14 En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado.

15 Entonces les dijo:

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.

16 El que crea y se bautice, se salvará.

El que no crea, se condenará.

17 Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;

18 podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán».
 
19 Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.

20 Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.


Sermón de la Montaña

San Mateo 5, 1-12

Las Bienaventuranzas y las maldiciones

1 Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 2 Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:

3 «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

4 Felices los afligidos, porque serán consolados.

5 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

 
7 Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.

8 Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.

9 Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

10 Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
 
11 Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
 
12 Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.


San Lucas 6, 20-22

20 Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:

«¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!

21 ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!

¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!

22 ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban su nombre, considerándolo infame, a causa del Hijo del hombre!

23 ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!


Las maldiciones

San Lucas 6, 24-26

24 Pero ¡ Ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!

25 ¡ Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!

¡ Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!

26 ¡ Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!


Acusaciones y maldiciones contra los fariseos y maestros de la Ley

San Mateo 23, 13-36

13 «¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. 14

15 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!

16 ¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen:

Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale”!

17 ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?

 
18 Ustedes dicen también:

Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar”.

19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? 20 Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él.

21 Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita.

22 Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.
 
 

23 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!

Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.

24 ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!

25 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!

26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.

27 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!

28 Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.
 

29 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, 30 diciendo:

Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas”!

31 De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas.

32 ¡Colmen entonces la medida de sus padres!
 

33 ¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo podrán escapar a la condenación de la Gehena?

 
34 Por eso, yo voy a enviarles profetas, sabios y escribas; ustedes matarán y crucificarán a unos, azotarán a otros en las sinagogas, y los perseguirán de ciudad en ciudad.

35 Así caerá sobre ustedes toda la sangre inocente derramada en la tierra, desde la sangre del justo Abel, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, al que ustedes asesinaron entre el santuario y el altar.

36 Les aseguro que todo esto sobrevendrá a la presente generación


San Lucas 11, 37-54

37 Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa.

38 El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer.

39 Pero el Señor le dijo:

«¡Así son ustedes, los fariseos!

Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia.

40 ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?

41 Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro.

42 Pero ¡ Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios!

Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.

43 ¡ Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!

44 ¡ Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!».
 

45 Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo:

«Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros».

46 Él le respondió:

«¡ Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!

47 ¡ Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!

48 Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.

49 Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho:

Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.

50 Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario.

Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.

52 ¡ Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden».

53 Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas 54 y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.


La sal de la tierra y la luz del mundo

San Mateo 5, 13-16

13 Ustedes son la sal de la tierra.

Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?

Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.

14 Ustedes son la luz del mundo.

No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña.

15 Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.

16 Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.


San Marcos 9, 49-50

49 Porque cada uno será salado por el fuego.

50 La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar?

Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».


San Lucas 14, 34-35

34 La sal es una cosa excelente, pero si pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?

35 Ya no sirve ni para la tierra ni para abono: hay que tirarla.

¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».


Jesús y la Ley

San Mateo 5, 17-20

17 No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.

18 Les aseguro que no desaparecerá ni una “i” ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.

19 El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos.

En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.

20 Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.


San Lucas 16, 17

16 La Ley y los Profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se proclama el Reino de Dios, y todos tienen que esforzarse para entrar en él.

17 Es más fácil que dejen de existir el cielo y la tierra, antes que desaparezca una coma de la Ley.


El homicidio

El Purgatorio

21 Ustedes han oído que se dijo a los antepasados:

No matarás, y el que mata, será condenado por el tribunal.

22 Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, será condenado por el tribunal.

Y todo aquel que lo insulta, será castigado por el Sanedrín.

Y el que lo maldice, será condenado a la Gehena de fuego.

23 Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, 24 deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

25 Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.

26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.


El adulterio

27 Ustedes han oído que se dijo:

No cometerás adulterio.

28 Pero yo les digo:

El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.

29 Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti:

es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.

30 Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti:

es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.


El divorcio

33 Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados:

No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor.

34 Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey.

36 No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos.

37 Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no.

Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.


San Mateo 6, 9-15

El Padrenuestro

9 Ustedes oren de esta manera:
 
Padre nuestro,

que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre,
10 que venga tu Reino,

que se haga tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

 
11 Danos hoy nuestro pan de cada día.
 
12 Perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos han ofendido.

 
13 No nos dejes caer en la tentación,

sino
líbranos del mal. [Nueva Vulgata: sed libera nos a Malo]


14 Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.

15 Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.


San Lucas 11, 1-4

1 Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:

«Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».

2 Él les dijo entonces:

«Cuando oren, digan:
 
Padre, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino;

3 danos cada día nuestro pan cotidiano;

4 perdona nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos
a aquellos que nos ofenden;

y no nos dejes caer en la tentación».


El verdadero tesoro

San Mateo 6, 19-21

19 No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban.

20 Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben.

21 Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.


San Lucas 12, 33-34

33 Vendan sus bienes y denlos como limosna.

Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.

34 Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.


La luz interior

San Mateo 6, 22

22 La lámpara del cuerpo es el ojo.

Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado.

23 Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas.

Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!


San Lucas 11, 34-36

33 Cuando uno enciende una lámpara, no la esconde ni la cubre, sino que la pone sobre el candelero, para que los que entran vean la claridad.

34 La lámpara del cuerpo es tu ojo.

Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado; pero si tu ojo está enfermo, también tu cuerpo estará en tinieblas.

35 Ten cuidado de que la luz que hay en ti no se oscurezca.

36 Si todo tu cuerpo está iluminado, sin nada de sombra, tendrá tanta luz como cuando la lámpara te ilumina con sus rayos».


Dios y las riquezas

San Mateo 6, 24

24 Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo.

No se puede servir a Dios y al Dinero (mammona).
[Nueva Vulgata: Non potestis Deo servire et mammonae]


San Lucas 16, 13

13 Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo.

No se puede servir a Dios y al Dinero (mammona)».
[Nueva Vulgata: Non potestis Deo servire et mammonae]

14 Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús.

15 Él les dijo:

«Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones.

Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios.

 
Catena Aurea, 3624

Glosa.

Por mammona se entiende también al diablo, que preside a las riquezas; no porque pueda darlas, a menos que Dios se lo permita, sino porque engaña a los hombres por medio de ellas.

San Agustín, de sermone Domini, 2, 14:

El que sirve, pues, a la mammona (esto es, a las riquezas) también sirve a aquel que, puesto a la cabeza de todas ellas por razón de su perversidad, es llamado por Dios príncipe de este mundo.

O de otro modo, manifiesta quiénes son estos dos señores cuando dice:

"No podéis servir a Dios y a las riquezas", o lo que es lo mismo, a Dios y al diablo, porque el hombre aborrecerá a éste y amará al otro (esto es, a Dios), o sufrirá al uno y despreciará al otro. Sufre un duro dominio todo el que sirve a las riquezas.

Cegado por su codicia, vive sometido al diablo, y no lo quiere. Como aquel que está unido a la sierva de otro por la concupiscencia, sufriendo una dura esclavitud, aun cuando no ame a aquél cuya sierva ama.

Obsérvese que ha dicho: "Y despreciará al otro", y no:


"Le aborrecerá", porque apenas hay conciencia que pueda aborrecer a Dios.

Mas se le puede despreciar, esto es, no temerle a causa de la confianza que inspira su bondad.

La benevolencia para juzgar
 

San Mateo 7, 1-5
 

1 No juzguen, para no ser juzgados.
 

2 Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes.
 

3 ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo?
 

4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Deja que te saque la paja de tu ojo”, si hay una viga en el tuyo?
 

5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

 

El respeto por las cosas sagradas
 

6 No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.

 

El camino y la puerta de la Vida
 

[...] 13 Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí.
 

14 Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.

 

Los falsos profetas


15 Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
 

16 Por sus frutos los reconocerán.
 

¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?


17 Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos.


18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.


19 Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego.


20 Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.

 





No sólo el dice “Señor, Señor”: decir y hacer, predicar y dar
 

21 No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
 

22 Muchos me dirán en aquel día:
 

Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre?



¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?”.
 

23 Entonces yo les manifestaré:
 

Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal”.

 

Las dos casas construidas en la arena y la roca
 

24 Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
 

25 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
 

26 Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
 

27 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande».


Los auténticos discípulos de Jesús

Mateo 7, 21-23

21 No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

22 Muchos me dirán en aquel día:

Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?”.

23 Entonces yo les manifestaré:

Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal”.


Lucas 13, 26

22 Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.

23 Una persona le preguntó:

«Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?».

Él respondió:

24 «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.

25 En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”.

Y él les responderá: “No sé de dónde son ustedes”.

26 Entonces comenzarán a decir:

Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”.

27 Pero él les dirá:

No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!”.
 
28 Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.

29 Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.

30 Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».


El criado del centurión
 
San Mateo 8, 5-13

5 Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole:

6 «Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente».

7 Jesús le dijo:

«Yo mismo iré a curarlo».

8 Pero el centurión respondió:

«Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.

9 Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: “Ve”, él va, y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer esto”, él lo hace».
 
10 Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían:

«Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.

11 Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos;

12 en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes».

13 Y Jesús dijo al centurión:

«Ve, y que suceda como has creído».

Y el sirviente se curó en ese mismo momento.


Exigencias de la vocación apostólica

San Mateo 8, 21-22

21 Otro de sus discípulos le dijo:

«Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre».

22 Pero Jesús le respondió:

«Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».


San Lucas 9, 59-60

59 Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». 60 Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios».

 
San Agustín, sermones 100,2:

Como diciendo: "Tu padre ha muerto, pero hay otros muertos que entierran a sus muertos, como son los infieles".San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 27,4:

En lo que manifiesta que este muerto no le pertenecía, porque el difunto, según yo creo, era del número de los infieles.

Si admiras a este joven porque preguntó al Salvador acerca de un asunto tan necesario y no se marchó espontáneamente, admira mucho más que, habiéndose prohibido marchar, se quedó, sin que esto pueda llamarse ingratitud, puesto que no lo hizo por desidia, sino por dar la preferencia a un asunto de más interés.


San Hilario,homiliae in Matthaeum, 7:

Lo que nos enseña el principio de la oración dominical, que en primer lugar debemos rogar: "Padre nuestro que estás en los cielos" (Mt 6,9), se realiza en el discípulo, personificación del pueblo creyente. Se le advierte que tiene un solo Padre, que está en los cielos.

Después, entre el hijo fiel y el padre infiel, no queda ningún derecho para llamarse padre. Advirtió también que no se mezclen en las memorias de los santos los muertos infieles, que igualmente están muertos los que viven apartados de Dios, que por consiguiente, los muertos sean sepultados por los muertos, porque es necesario que por la fe de Dios los vivos se adhieran a los vivos.San Jerónimo:

Si un muerto sepulta a otro muerto, no debemos cuidarnos de los muertos, sino de los que viven, no sea que mientras andamos solícitos por los muertos, vengamos a ser muertos también.San Gregorio Magno, Moralia, 4,27:

Los muertos sepultan también al muerto cuando los pecadores favorecen a los pecadores, pues los que alaban al que peca, le esconden ya muerto bajo la losa de sus palabras.


Curación de un mudo

San Mateo 9, 32-34

32 En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado.

33 El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar.

La multitud, admirada, comentaba:

«Jamás se vio nada igual en Israel».

34 Pero los fariseos decían:

«Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios».


La valentía y la confianza de los Apóstoles

San Mateo 10, 24-33

24 El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño.

25 Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño.

Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa!

26 No les teman.

No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido.

27 Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.

28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.

Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.

29 ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas?

Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo.

30 Ustedes tienen contados todos sus cabellos.

31 No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.

32 Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo.

33 Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres


San Lucas 12, 4-7

4 A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más.

5 Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquel que, después de matar, tiene el poder de arrojar a la Gehena.

Sí, les repito, teman a ese.

6 ¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas?

Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos.

7 Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros

8 Les aseguro que a aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.

9 Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios.
 
10 Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
 
11 Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, 12 porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir».

 
13 Uno de la multitud le dijo:

«Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia».

14 Jesús le respondió:

«Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?».

15 Después les dijo:

«Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas»


El verdadero tesoro

San Lucas 12, 33-34

33 Vendan sus bienes y denlos como limosna.

Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.

34 Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón


La parábola del rico insensato

San Lucas 12, 16-21

16 Les dijo entonces una parábola:

«Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, 17 y se preguntaba a sí mismo:

¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha”.

18 Después pensó:

Voy a hacer esto:

demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, 19 y diré a mi alma:

Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida”.

20 Pero Dios le dijo:

Insensato, esta misma noche vas a morir.

¿Y para quién será lo que has amontonado?”.

21 Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios».


Lamentación por las ciudades de Galilea

San Mateo 11, 20-24

20 Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido.

21 «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza.

22 Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.

 
23 Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría.

24 Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú».


San Lucas 10, 13-16

13 ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!

Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza.

14 Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.

 
15 Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.

16 El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió».


Lo oculto será revelado

San Lucas 12, 1-3

1 Mientras tanto se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos:

«Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.

2 No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido.

3 Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad, será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas.


La raíz de las buenas y malas cosas

San Mateo 12, 33-37

33 Supongan que el árbol es bueno: el fruto también será bueno.

Supongan que el árbol es malo: el fruto también será malo. Porque el árbol se conoce por su fruto.

34 Raza de víboras, ¿cómo pueden ustedes decir cosas buenas, siendo malos? Porque la boca habla de la abundancia del corazón.

35 El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro de bondad; y el hombre malo saca cosas malas de su tesoro de maldad.

36 Pero les aseguro que en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado.

37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado».


El signo de Jonás

San Mateo 12, 38-42

38 Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron:

«Maestro, queremos que nos hagas ver un signo».

39 Él les respondió:

«Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás.

40 Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
 
41 El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás.

42 El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.


San Lucas 11, 29-32

29 Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir:

«Esta es una generación malvada.

Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.

30 Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.

31 El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.

32 El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás


La ofensiva de Satanás

San Mateo 12, 43-45

43 Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, 44 piensa:

Volveré a mi casa, de donde salí”.

Cuando llega, la encuentra vacía, barrida y ordenada.

45 Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; vienen y se instalan allí.

Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio.

Así sucederá con esta generación malvada»


San Lucas 11, 24-26

24 Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa:

Volveré a mi casa, de donde salí”.

25 Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada.

26 Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí.

Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio»


La parábola de la cizaña

San Mateo 13, 24-30 y 36-43

24 Y les propuso otra parábola:

«El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.

26 Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.

27 Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron:

Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”.

28 Él les respondió:

Esto lo ha hecho algún enemigo”.

Los peones replicaron:

¿Quieres que vayamos a arrancarla?”.

29 “No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.

30 Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores:

Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero”».

 
Explicación

36 Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron:

«Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».

37 Él les respondió:

«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;

38 el campo es el mundo;

la buena semilla son los que pertenecen al Reino;

la cizaña son los que pertenecen al Maligno,

39 y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.

40 Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.

41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, 42 y los arrojarán en el horno ardiente:

allí habrá llanto y rechinar de dientes.

43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!


La parábola de la red

San Mateo 13, 47-50

47 El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.

48 Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.

49 Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, 50 para arrojarlos en el horno ardiente.

Allí habrá llanto y rechinar de dientes.


La parábola del servidor despiadado

Purgatorio

23 Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.

24 Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.

25 Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.

26 El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole:

Señor, dame un plazo y te pagaré todo”.

27 El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.

28 Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo:

Págame lo que me debes”.

29 El otro se arrojó a sus pies y le suplicó:

Dame un plazo y te pagaré la deuda”.

30 Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

31 Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.

32 Este lo mandó llamar y le dijo:

¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.

33 ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?”.

34 E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.

35 Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos».


Parábola de los viñadores homicidas

San Mateo 21, 33-46

33 Escuchen otra parábola:

Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.

34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.

35 Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.

36 El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.

37 Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando:

Respetarán a mi hijo”.

38 Pero, al verlo, los viñadores se dijeron:

Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”.

39 Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.

40 Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?».

41 Le respondieron:

«Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo».

42 Jesús agregó:

«¿No han leído nunca en las Escrituras:

La piedra que los constructores rechazaron
ha llegado a ser la piedra angular:
esta es la obra del Señor,
admirable a nuestros ojos?

43 Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos».

44 Y el que cayere sobre esta piedra se destrozará, y a aquel sobre quien cayere, le aplastará"

45 Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos.

46 Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.


San Marcos, 12, 1-12

1 Jesús se puso a hablarles en parábolas:

«Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.

2 A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.

3 Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.

4 De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes.

5 Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.

6 Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando:

Respetarán a mi hijo”.

7 Pero los viñadores se dijeron:

Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra”.

8 Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.

10 ¿No han leído este pasaje de la Escritura:
 
La piedra que los constructores rechazaron
ha llegado a ser la piedra angular:


11 esta es la obra del Señor,
admirable a nuestros ojos?».

12 Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud.

Y dejándolo, se fueron.


San Lucas 20, 9-19

9 Y luego dijo al pueblo esta parábola:

«Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos viñadores y se fue por largo tiempo al extranjero.

10 Llegado el momento, les envió a un servidor para que le entregaran la parte de los frutos que le correspondía.

Pero los viñadores lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.

11 Envió a otro servidor, y también a este lo golpearon, lo ultrajaron y lo echaron con las manos vacías.

12 Mandó después a un tercero, y a él también lo hirieron y lo arrojaron afuera.

13 El dueño de la viña pensó entonces:

¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo muy querido: quizá tengan consideración con él”.

14 Pero los viñadores, al verlo, se dijeron:

Este es el heredero, vamos a matarlo, y la herencia será nuestra”.

15 Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron.

¿Qué hará con ellos el dueño de la viña?

16 Vendrá, acabará con esos viñadores y entregará la viña a otros».

Al oír estas palabras, dijeron:

«¡Dios no lo permita!».

17 Pero fijando en ellos su mirada, Jesús les dijo:

«¿Qué significa entonces lo que está escrito:
 
La piedra que los constructores rechazaron
ha llegado a ser la piedra angular?

18 El que caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y aquel sobre quien ella caiga, será aplastado».
 
19 Los escribas y los sumos sacerdotes querían detenerlo en ese mismo momento, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero temieron al pueblo.


Parábola del banquete nupcial real

San Mateo 22, 1-14

1 Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo:

2 «El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.

3 Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.

4 De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados:

Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas”.

5 Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;

6 y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.

7 Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.

8 Luego dijo a sus servidores:

El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. 9 Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren”.

10 Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
 
11 Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.

12 “Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?”.

El otro permaneció en silencio.

13 Entonces el rey dijo a los guardias:

Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes”.

14 Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos».


Parábola de los invitados descorteses al banquete nupcial real

San Lucas 14,15-24

15 Al oír estas palabras, uno de los invitados le dijo:

«¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!».

16 Jesús le respondió:

«Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente.

17 A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados:

Vengan, todo está preparado”.

18 Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse.

El primero le dijo:

Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes”.

19 El segundo dijo:

He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes”.

20 Y un tercero respondió:

Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir”.
 
21 A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo:

Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos”.

22 Volvió el sirviente y dijo:

Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar”.

23 El señor le respondió:

Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa.

24 Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena”».


La parábola del servidor fiel

San Mateo 24, 45-51

45 ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?

46 Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.

47 Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.

48 Pero si es un mal servidor, que piensa:

Mi señor tardará”, 49 y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, 50 su señor llegará el día y la hora menos pensada, 51 y lo castigará.

Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas.

Allí habrá llanto y rechinar de dientes.


San Lucas 12, 41-48

41 Pedro preguntó entonces:

«Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?».

42 El Señor le dijo:

«¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?

43 ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!

44 Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.

45 Pero si este servidor piensa:

Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, 46 su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
 
47 El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.

48 Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.

Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.
 

La parábola de las diez vírgenes necias y prudentes

San Mateo 25, 1-13

1 Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.

2 Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.

3 Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, 4 mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.

5 Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.

6 Pero a medianoche se oyó un grito:

Ya viene el esposo, salgan a su encuentro”.

7 Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.

8 Las necias dijeron a las prudentes:

¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?”.

9 Pero estas les respondieron:

No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado”.

10 Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.

11 Después llegaron las otras jóvenes y dijeron:

Señor, señor, ábrenos”,

12 pero él respondió:

Les aseguro que no las conozco”.

13 Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.


Parábola de los talentos

San Mateo 25, 14-30

14 El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes.

15 A uno le dio cinco talentos, a otro dos [talentos], y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.

En seguida, 16 el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco.

17 De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, 18 pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.

19 Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores.

20 El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco.

Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado”.

21 “Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”.

22 Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo:

Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado”.

23 “Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”.

24 Llegó luego el que había recibido un solo talento.

Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.

25 Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!”.

26 Pero el señor le respondió:

Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, 27 tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.

28 Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, 29 porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.

30 Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes”.


La parábola de los talentos

San Lucas 19, 11-28

11 Como la gente seguía escuchando, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.

12 Él les dijo:

«Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida.

13 Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles:

Háganlas producir hasta que yo vuelva”.

14 Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir:

No queremos que este sea nuestro rey”.

15 Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.

16 El primero se presentó y le dijo:

Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más”.

17 “Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades”.

18 Llegó el segundo y le dijo:

Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más”.

19 A él también le dijo:

Tú estarás al frente de cinco ciudades”.

20 Llegó el otro y le dijo:

Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo.

21 Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado”.

22 Él le respondió:

Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor.

Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, 23 ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo?

A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses”.

24 Y dijo a los que estaban allí:

Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más”.

25 “¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!”.

26 Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.

27 En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, traíganlos aquí y mátenlos en mi presencia».

28 Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.
 

El juicio final: separación de ovejas y cabritos

San Mateo 25, 31-46

31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.

32 Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, 33 y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda.
 
34 Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha:

Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, 35 porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; 36 desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”.

37 Los justos le responderán:

Señor, ¿cuándo te vimos habriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”.

40 Y el Rey les responderá:

Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
 

41 Luego dirá a los de la izquierda:

Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, 42 porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; 43 estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron”.

44 Estos, a su vez, le preguntarán:

Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?”.

45 Y él les responderá:

Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”.

46 Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna».
 

Negaciones de Pedro

San Mateo 26

69 Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio.

Una sirvienta se acercó y le dijo:

«Tú también estabas con Jesús, el Galileo».

70 Pero él lo negó delante de todos, diciendo:

«No sé lo que quieres decir».

71 Al retirarse hacia la puerta, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí:

«Este es uno de los que acompañaban a Jesús, el Nazareno».

72 Y nuevamente Pedro negó con juramento:

«Yo no conozco a ese hombre».

73 Un poco más tarde, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron:

«Seguro que tú también eres uno de ellos; hasta tu acento te traiciona».

74 Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre.

En seguida cantó el gallo, 75 y Pedro recordó las palabras que Jesús había dicho:

«Antes que cante el gallo, me negarás tres veces».

Y saliendo, lloró amargamente.


San Marcos 14, 66-72

66 Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote 67 y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo:

«Tú también estabas con Jesús, el Nazareno».

68 Él lo negó, diciendo:

«No sé nada; no entiendo de qué estás hablando».

Luego salió al vestíbulo y cantó el gallo.

69 La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes:

«Este es uno de ellos».

70 Pero él lo negó nuevamente.

Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro:

«Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo».

71 Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando.

72 En seguida cantó el gallo por segunda vez.

Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho:

«Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces».

Y se puso a llorar.


San Lucas 22, 56-62

54 Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote.

Pedro lo seguía de lejos.

55 Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor de él y Pedro se sentó entre ellos.

56 Una sirvienta que lo vio junto al fuego, lo miró fijamente y dijo:

«Este también estaba con él».

57 Pedro lo negó, diciendo:

«Mujer, no lo conozco».

58 Poco después, otro lo vio y dijo:

«Tú también eres uno de aquellos».

Pero Pedro respondió:

«No, hombre, no lo soy».

59 Alrededor de una hora más tarde, otro insistió, diciendo:

«No hay duda de que este hombre estaba con él; además, él también es galileo».

60 «Hombre, dijo Pedro, no sé lo que dices».

En ese momento, cuando todavía estaba hablando, cantó el gallo.

61 El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro.

Este recordó las palabras que el Señor le había dicho:

«Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces».

62 Y saliendo afuera, lloró amargamente.


San Juan, 18, 17.25-27

15 Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús.

Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, 16 mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta.

El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.

17 La portera dijo entonces a Pedro:

«¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?».

Él le respondió:

«No lo soy».

18 Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío.

Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.

[…] 25 Simón Pedro permanecía junto al fuego.

Los que estaban con él le dijeron:

«¿No eres tú también uno de sus discípulos?».

Él lo negó y dijo:

«No lo soy».

26 Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió:

«¿Acaso no te vi con él en la huerta?».

27 Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.

 
Beda

En sentido espiritual están significados por la primera negación de Pedro aquellos que antes de la pasión negaron que Jesús fuese Dios;

en la segunda, aquellos que negaron, después de su resurrección, su divinidad e igualmente su humanidad.

También significa el primer canto del gallo la resurrección de Jesucristo como cabeza,

y por el segundo la resurrección de todo el cuerpo (universal)

Por la primera criada que obligó a Pedro a negar, se entiende la avaricia;

por la segunda la voluptuosidad,

y por el criado o muchos criados los demonios que seducen para negar a Cristo.


El anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

San Lucas 1, 5-25

5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón.

6 Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.

7 Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.

8 Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, 9 le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.

10 Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.

11 Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.

12 Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo.

13 Pero el Ángel le dijo:

«No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.

14 Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, 15 porque será grande a los ojos del Señor.

No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, 16 y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.

17 Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto».

18 Pero Zacarías dijo al Ángel:

«¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada».

19 El Ángel le respondió:

«Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.

20 Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo».

21 Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario.

22 Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario.

Él se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.

23 Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa.

24 Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses.

25 Ella pensaba:

«Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres».


Magníficat

San Lucas 1, 46-56

46 María dijo entonces:
 
«Mi alma canta la grandeza del Señor,

47 y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,

48 porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,

49 porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:¡su Nombre es santo!

50 Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.

51 Desplegó la fuerza de su brazo,dispersó a los soberbios de corazón.

52 Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.

53 Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.

54 Socorrió a Israel, su servidor,acordándose de su misericordia,55 como lo había prometido a nuestros padres,en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
 
56 María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa


Canto de Zacarías

San Lucas 1, 67-80

67 Entonces Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente:

68 «Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,porque ha visitado y redimido a su Pueblo,

69 y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor,

70 como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas,

71 para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian.

72 Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza,

73 del juramento que hizo a nuestro padre Abraham

74 de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos,

75 lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida.

76 Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo,porque irás delante del Señor preparando sus caminos,

77 para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados;

78 gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios,que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente,

79 para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte,

y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».


80 El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel


Canto de Simeón

San Lucas 1, 25-28

25 Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel.

El Espíritu Santo estaba en él 26 y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.

27 Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, 28 Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:


Nunc dimittis de Simeón

San Lucas 1, 29-32

29 «Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido,

30 porque mis ojos han visto la salvación

31 que preparaste delante de todos los pueblos:

32 luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».


Profecía de Simeón

San Lucas 1, 33-35

33 Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.

34 Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre:

«Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, 35 y a ti misma una espada te atravesará el corazón.

Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos».


Predicación de Juan el Bautista

San Lucas 3, 7-18

7 Juan decía a la multitud que venía a hacerse bautizar por él:

«Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca?

8 Produzcan los frutos de una sincera conversión, y no piensen:

Tenemos por padre a Abraham”.

Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham.

9 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles;

árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego».

10 La gente le preguntaba:

«¿Qué debemos hacer entonces?».

11 Él les respondía:

«El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto».

12 Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron:

«Maestro, ¿qué debemos hacer?».

13 Él les respondió:

«No exijan más de lo estipulado».

14 A su vez, unos soldados le preguntaron:

«Y nosotros, ¿qué debemos hacer?».

Juan les respondió:

«No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo».
 

15 Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, 16 él tomó la palabra y les dijo a todos:

«Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.

17 Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero.

Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible».

18 Y por medio de muchas otras exhortaciones anunciaba al pueblo la Buena Noticia.


La multitud sigue a Jesús

San Lucas 6, 17-19

17 Al bajar con ellos se detuvo en una llanura.

Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, 18 para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades.

Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados;

19 y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
 

San Mateo 4, 23-25

23 Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.

24 Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba.

25 Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania


San Marcos 3, 7-12

7 Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea.

8 Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón.

9 Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.

10 Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo.

11 Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando:

«¡Tú eres el Hijo de Dios!».

12 Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.


Curación de un hombre en sábado

San Lucas 6, 6-11

6 Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar.

Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.

7 Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo.

8 Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada:

«Levántate y quédate de pie delante de todos».

Él se levantó y permaneció de pie.

9 Luego les dijo:

«Yo les pregunto:

¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?».

10 Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre:

«Extiende tu mano».

Él la extendió y su mano quedó curada.

11 Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.

 
Los signos mesiánicos

San Lucas 7, 18-23

18 Juan fue informado de todo esto por sus discípulos y, llamando a dos de ellos, 19 los envió a decir al Señor:

«¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?».

20 Cuando se presentaron ante él, le dijeron:

«Juan el Bautista nos envía a preguntarte:

“¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”».

21 En esa ocasión, Jesús curó a mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos.

22 Entonces respondió a los enviados:

«Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído:

los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres.

23 ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!».


Las mujeres que acompañan a Jesus

San Lucas 8, 1-3

1 Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios.

Lo acompañaban los Doce 2 y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades:

María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;

3 Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes,

Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.


Misión de los 72 discípulos

San Lucas 10, 1-12

1 Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.

2 Y les dijo:

«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.

Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

3 ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

4 No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

5 Al entrar en una casa, digan primero:

¡Que descienda la paz sobre esta casa!”.

6 Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

7 Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.

8 En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; 9 curen a sus enfermos y digan a la gente:

El Reino de Dios está cerca de ustedes”.

10 Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:

11 “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”.

12 Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.


Regreso de los 72 discípulos

San Lucas 10, 17-20

17 Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo:

«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre».

18 Él les dijo:

«Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

19 Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.

20 No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo».


La parábola del buen samaritano

San Lucas 10, 25-37

[Entre paréntesis, una interpretación homilética]

29 Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?».

30 Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió:

«Un hombre [Adán] bajaba de Jerusalén [Jerusalén celeste] a Jericó [el mundo] y cayó en manos de unos bandidos [los demonios], que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.

31 Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote [los sacerdotes de la Antigua Alianza]: lo vio y siguió de largo.

32 También pasó por allí un levita [los profetas de la Antigua Alianza]: lo vio y siguió su camino.

33 Pero un samaritano [Jesús] que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.

34 Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino [los sacramentos]; d

espués lo puso sobre su propia montura [la Pasión de Jesús], lo condujo a un albergue [la Iglesia] y se encargó de cuidarlo [clérigos y laicos].

35 Al día siguiente, sacó dos denarios [lo suficiente para vivir en la tierra] y se los dio al dueño del albergue, diciéndole:

Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver [la retribución final de la gloria]”.

 
36 ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?».

37 «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor.

Y Jesús le dijo:

«Ve, y procede tú de la misma manera».


Contra el Espiritu Santo

San Lucas 12, 8-10

8 Les aseguro que a aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.

9 Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios.

10 Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.


El verdadero tesoro

San Lucas 12, 33-34

33 Vendan sus bienes y denlos como limosna.

Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.

34 Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.


San Mateo 6, 20-21

19 No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban.

20 Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben.

21 Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.


La Luz interior

San Mateo 6, 22-23

22 La lámpara del cuerpo es el ojo.

Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado.

23 Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas.

Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!

 
Comentario sobre San Mateo 6, 22-23, de Santo Tomás de Aquino

El ojo es la intención, el cuerpo son las acciones.

Con el ojo se significa la intención.

El que quiere hacer una cosa, primero la pretende: así, si tu intención es lúcida -sencilla, transparente-, es decir, encaminada a Dios, todo tu cuerpo, o sea, todas tus acciones serán lúcidas, dirigidas sinceramente al bien.”


San Lucas 11, 34-36

33 Cuando uno enciende una lámpara, no la esconde ni la cubre, sino que la pone sobre el candelero, para que los que entran vean la claridad.

34 La lámpara del cuerpo es tu ojo.

Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado; pero si tu ojo está enfermo, también tu cuerpo estará en tinieblas.

35 Ten cuidado de que la luz que hay en ti no se oscurezca.

36 Si todo tu cuerpo está iluminado, sin nada de sombra, tendrá tanta luz como cuando la lámpara te ilumina con sus rayos».



Dios y las riquezas (servir a dos amos)

San Mateo 6, 24

24 Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo.

No se puede servir a Dios y al Dinero


San Lucas 16, 13

13 Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo.

No se puede servir a Dios y al Dinero».

 
San Agustín, De quaest. Evang. 2,36.

No habla así casualmente o sin reflexión, porque a nadie a quien se le pregunte si ama al demonio contestará que lo ama, sino más bien que le aborrece, mientras que casi todos dicen que aman a Dios.

Así, pues, o aborrecerá al uno (esto es, al diablo) y amará al otro (esto es, a Dios), o se unirá con uno (esto es, con el diablo, buscando sus recompensas temporales) y despreciará al otro, esto es, a Dios, como acostumbran a hacerlo aquellos que, lisonjeándose con que su bondad los deje impunes, no hacen consideración de sus amenazas por satisfacer sus pasiones.


El camino de la vida (la puerta estrecha)

San Mateo 7, 13-14

13 Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí.

14 Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.


San Lucas 13, 23-30

23 Una persona le preguntó:

«Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?».

Él respondió:

24 «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.

25 En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo:

Señor, ábrenos”.

Y él les responderá:

No sé de dónde son ustedes”.

26 Entonces comenzarán a decir:

Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”.

27 Pero él les dirá: “No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!”.

28 Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.

29 Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.

30 Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».

 
Beda

Hay, pues, doble castigo en el infierno: de frío y de calor. Por ello sigue: "Allí será el llorar y el crujir de dientes". El llanto proviene del ardor y el rechinar de dientes del frío. Además el rechinar de dientes manifiesta la indignación, porque el que se arrepiente tarde se irrita contra sí mismo.

...El padre de familia es Jesucristo, el cual, aunque por su Divinidad se halla en todas partes, se dice que está dentro para los que llena de alegría en el cielo con su presencia, pero que está fuera para aquéllos que pelean en esta peregrinación y a quienes ayuda invisiblemente.

Entrará, pues, cuando lleve a toda la Iglesia a la contemplación de su grandeza. Cerrará la puerta cuando quite a los réprobos el tiempo de hacer penitencia. Los que llaman estando fuera, esto es, los que están separados de los justos, en vano implorarán la misericordia que despreciaron. Por esto sigue: "Y El os responderá diciendo: No sé de dónde sois vosotros"


Los falsos profetas (lobos vestidos de piel de cordero)

San Mateo 7, 15-20

15 Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

16 Por sus frutos los reconocerán.

¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?

17 Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos.

18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.

19 Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego.

20 Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 19.

La uva encierra en sí cierto misterio de Jesucristo. Así como el racimo suspende muchos granos pendientes de la cepa, así Jesucristo suspende de sí muchos fieles unidos al árbol de la Cruz. El higo representa la Iglesia, que contiene a muchos fieles con cierto dulce abrazo de caridad, así como el higo contiene muchos granillos encerrados en su piel.

Hay en el higo estas señales de caridad en su dulzura, de unidad en la reunión de sus granos. La uva es el símbolo de la paciencia porque se la lleva al lagar, también lo es de alegría porque el vino alegra el corazón del hombre (Ps 103), de pureza porque no está mezclada con agua, y de suavidad por la complacencia que produce. La espina y el abrojo por todas partes ofrecen puntas.

Así, si examinamos los esclavos del diablo, por cualquier parte que los examinemos, los encontraremos cubiertos de iniquidades. No pueden, pues, estos espinos y estos abrojos producir frutos propios de la Iglesia. Demuestra a continuación que es universalmente verdadero lo que en particular había dicho bajo la semejanza del higo y de la vid, de los espinos y de los abrojos, cuando dice: "Así todo árbol bueno lleva buenos frutos; y todo árbol malo, lleva malos frutos".


San Lucas 6, 43-44

43 No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: 44 cada árbol se reconoce por su fruto.

No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.

45 El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón.

El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.


No todo el que diga “Señor, Señor”

San Mateo 7, 21-23

21 No son los que me dicen:

Señor, Señor”,

los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

22 Muchos me dirán en aquel día:

Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre?

¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?”.

23 Entonces yo les manifestaré:

Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal”.


San Lucas 6, 46

46 ¿Por qué ustedes me llaman:

Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?


Las dos casas sobre la roca y la arena

San Mateo 7, 24-27

24 Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.

25 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.

26 Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.

27 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande».

 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 20.

No dijo, pues: "Consideraré como un varón sabio a aquel que oye y hace", sino: "Será comparado a un varón sabio". Luego el que se compara es hombre ¿a quién se asemeja? A Cristo.

Cristo, pues, es el varón sabio que ha edificado su casa (esto es, su Iglesia) sobre la piedra (esto es, sobre la firmeza de la fe) El hombre necio es el diablo que ha edificado su casa (esto es, todos los impíos) sobre arena (esto es, la inconstancia de la infidelidad), o sobre los hombres mundanos, que se llaman arena por la esterilidad, y como no están unidos entre sí, sino que están divididos por una multitud de opiniones, son innumerables.

La lluvia es la enseñanza que riega al hombre, y las nubes son de donde sale la lluvia.
Unos son encendidos por el Espíritu Santo, como los profetas y los apóstoles; otros son agitados por el espíritu del diablo, como son los herejes.

Los vientos favorables son los espíritus de las diversas virtudes, o los ángeles, que obran de una manera invisible en los sentidos de los hombres y los inclinan a obrar el bien, y vientos perjudiciales son los espíritus inmundos.

Los ríos benéficos son los evangelistas y los maestros del pueblo. Ríos malos son los hombres llenos del espíritu inmundo e instruidos en la palabra, como son los filósofos y los demás profesores de las ciencias humanas, de quienes brotan ríos de aguas pantanosas.

A la Iglesia que Cristo fundó no la corrompe la lluvia de la enseñanza falaz, ni el hálito del demonio la empuja, ni la conmueven las corrientes de los ríos más violentos.




No se opone a esto el que caigan en ello algunos de la Iglesia, pues no todos los que se llaman cristianos pertenecen a Cristo, sino que El conoce los que son suyos (2Tm 2,19)
 


Pero la lluvia de la verdadera doctrina cae contra la casa que el diablo edificó. Soplan los vientos, esto es, las gracias espirituales o los ángeles; se hinchan los ríos, esto es, los cuatro evangelistas y los demás sabios; y así cae la casa, esto es, la gentilidad, para que se levante Cristo. Y su ruina ha sido grande. Disueltos los errores, convencidas las mentiras y destruidos los ídolos en todo el mundo.


Es, pues, semejante a Cristo el que oye sus palabras y obra según ellas, esto es, el que edifica sobre fuerte roca, esto es, Cristo que es todo lo bueno para que sobre cualquier especie de bien que alguno edificare aparezca que ha edificado sobre Cristo.
 




Como la Iglesia, una vez edificada por Cristo, no puede ser destruida, así el cristiano, que edifica sobre Cristo no puede ser derribado por ninguna adversidad, según las palabras del Apóstol a los Romanos (Rm 8,35): "¿Quién, pues, nos separará de la caridad de Cristo?"

Es semejante al diablo, el que oye las palabras del Señor, pero que no obra según ellas. Las palabras que se oyen y no se practican andan separadas y esparcidas, y por ello se asemejan a la arena. Arena es también toda malicia u otros bienes propios del mundo.

Así como se destruye la casa del diablo, así todos los que viven fundados sobre la arena de la malicia son destruidos y caen, y la ruina es grande si uno ha sufrido algún detrimento en la fe, mayor que si hubiese fornicado o hubiese cometido algún homicidio, porque tiene el medio de levantarse por la penitencia como se levantó David.


San Lucas 6, 47-49

47 Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica.

48 Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca.

Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.

49 En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos.

Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande»

Beda.

La casa del diablo es todo el mundo que vive y obra el mal, la cual edifica sobre tierra, porque retrae del cielo a la tierra a los que le siguen. Edifica sin cimiento porque el pecado no tiene fundamento puesto, pues no subsiste por sí mismo; el mal no tiene razón de ser, todo lo que se hace estriba en la naturaleza del bien.


Además, como la palabra fundamento viene de fondo, podemos tomarle también en el sentido de esta palabra, pues del mismo modo que el que cae en un pozo se detiene en su fondo, así el alma que cae se detiene también como en un fondo, si se detiene en alguna medida de pecado; pero como no puede contentarse con el pecado en que cae, puesto que cada día es peor, no encuentra -por decirlo así- fondo que la detenga en el pozo en que ha caído.


Así los malos y los que no son buenos más que en apariencia, resultan peores después de cada tentación que los asalta, hasta que caigan en la pena eterna. De donde prosigue: "Y contra la cual dio impetuosamente la corriente", etc. También puede entenderse por ímpetu del río el discernimiento del juicio final, cuando, destruidas ambas casas, irán los impíos al fuego eterno y los justos a la vida eterna (Mt 25)


Exhortación a la vigilancia y a la fidelidad

San Mateo 24, 42-51

42 Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.

43 Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.

44 Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

 
Orígenes, in Matthaeum, 31

El padre de familia es el entendimiento del hombre, y la casa de éste es el alma, mas el ladrón es el diablo. Es, pues, contrario todo razonamiento que no penetra en el alma del hombre negligente, por la entrada natural, sino como quien mina la casa, destruyendo primero ciertas defensas naturales del alma (esto es, su inteligencia natural) y habiendo penetrado por la misma brecha, despoja al alma.

Algunas veces encuentra alguno al ladrón en la misma perforación, y asiéndole, y dirigiéndole palabras agresivas, lo mata. El ladrón no viene durante el día, cuando el alma del hombre solícito está iluminada por el sol de la justicia, sino por la noche; esto es, en el tiempo en que todavía permanece su malicia.

En la que encontrándose alguno, es posible, que aun cuando carezca de la eficacia del sol, esté, sin embargo, ilustrado con algún esplendor del Verbo, que es la lumbrera; permaneciendo, ciertamente, aun en la malicia, pero teniendo, sin embargo, resolución formada de hacerse mejor, y vigilancia, para que no sea barrenado su propósito; cuando el ladrón quiere minar la casa del alma, suele venir principalmente, en el tiempo de las tentaciones o de cualesquiera otras calamidades.


San Marcos 13, 33-37

33 Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento.

34 Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.

35 Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana.

36 No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.

37 Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos:

¡Estén prevenidos!».


San Lucas 12, 35-48

35 Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.

36 Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.

37 ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada!

Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.

38 ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!

39 Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.

40 Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada»

 
Teofilato

Algunos creen que este ladrón es el diablo, la casa el alma y el padre de familia el hombre, pero esta opinión no parece conforme con lo que sigue. La venida del Señor se compara con este ladrón porque viene cuando menos se espera, según lo que dice el Apóstol (1Th 5,2): "El día del Señor vendrá como el ladrón en la noche". Por esto se añade aquí: "Vosotros, pues, estad apercibidos, porque a la hora que no pensáis", etc.


La interpretación de los signos de los tiempos
 
San Lucas 12, 54-59

Purgatorio

54 Dijo también a la multitud:

«Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.

55 Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.

56 ¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?

57 ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?

58 Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.

59 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo».


Exhortación a la conversión

San Lucas 13, 1-5

1 En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.

2 Él les respondió:

«¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?

3 Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.

4 ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?

5 Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera».


Parábola de la higuera estéril

San Lucas 13, 6-9

6 Les dijo también esta parábola:

«Un hombre tenía una higuera plantada en su viña.

Fue a buscar frutos y no los encontró.

7 Dijo entonces al viñador:

Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?”.

8 Pero él respondió:

Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.

9 Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”».


Curación de una mujer en sábado

San Lucas 13, 10-17

10 Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga.

11 Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años.

Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera.

12 Jesús, al verla, la llamó y le dijo:

«Mujer, estás curada de tu enfermedad», 13 y le impuso las manos.

Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios.

14 Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud:

«Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado».

15 El Señor le respondió:

«¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber?

16 Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?».

17 Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.


Respuesta de Jesús ante las amenazas de Herodes

San Lucas 13, 31-33

31 En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron:

«Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte».

32 Él les respondió:

«Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.

33 Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.


La parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro

San Lucas 16, 19-31

19 Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.

20 A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, 21 que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.

22 El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
 
23 En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.

24 Entonces exclamó:

Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan”.

25 “Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.

26 Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí”.

27 El rico contestó:

Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento”.

29 Abraham respondió:

Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen”.

30 “No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán”. 31

Abraham respondió:

Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”».

 
El rico Epulón y el pobre Lázaro (Lucas 16, 19-31)

Ser sencillos y humildes para que Jesús no encuentre obstáculos para llegar a lo más hondo de nuestro corazón.

Meditación del Papa Benedicto XVI

Jesús narra la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro. El primero vive en el lujo y en el egoísmo, y cuando muere, acaba en el infierno. El pobre, en cambio, que se alimenta de las sobras de la mesa del rico, a su muerte es llevado por los ángeles a la morada eterna de Dios y de los santos. «Bienaventurados los pobres -había proclamado el Señor a sus discípulos- porque vuestro es el reino de Dios» (Lc 6, 20).

Pero el mensaje de la parábola va más allá: recuerda que, mientras estamos en este mundo, debemos escuchar al Señor, que nos habla mediante las Sagradas Escrituras, y vivir según su voluntad; si no, después de la muerte, será demasiado tarde para enmendarse.

Por lo tanto, esta parábola nos dice dos cosas:

- la primera es que Dios ama a los pobres y les levanta de su humillación;

- la segunda es que nuestro destino eterno está condicionado por nuestra actitud; nos corresponde a nosotros seguir el camino que Dios nos ha mostrado para llegar a la vida, y este camino es el amor, no entendido como sentimiento, sino como servicio a los demás, en la caridad de Cristo.

(Benedicto XVI, Ángelus, 26 de septiembre de 2010)

 
La profesión de fe de Pedro

San Juan 6, 64-71

64 Pero hay entre ustedes algunos que no creen». En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65 Y agregó:

«Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».

66 Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. 67 Jesús preguntó entonces a los Doce:

«¿También ustedes quieren irse?».

68 Simón Pedro le respondió:

«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. 69 Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios».

70 Jesús continuó:

«¿No soy yo, acaso, el que los eligió a ustedes, los Doce? Sin embargo, uno de ustedes es un demonio».

71 Jesús hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, que era uno de los Doce, el que lo iba a entregar.


San Juan 7, 14-24

14 Promediaba ya la celebración de la fiesta, cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar.

15 Los judíos, admirados, decían:

«¿Cómo conoce las Escrituras sin haber estudiado?».

16 Jesús les respondió:

«Mi enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió.

 
17 El que quiere hacer la voluntad de Dios conocerá si esta enseñanza es de Dios o si yo hablo por mi cuenta.

18 El que habla por su cuenta busca su propia gloria, pero el que busca la gloria de aquel que lo envió, ese dice la verdad y no hay nada de falso en él.

19 ¿Acaso Moisés no les dio la Ley?
Pero ninguno de ustedes la cumple.
¿Por qué quieren matarme?».

20 La multitud respondió:

«Estás poseído por el demonio: ¿quién quiere matarte?».

21 Jesús continuó:

«Por una sola obra que realicé, ustedes están maravillados.

22 Moisés les dio la circuncisión –aunque ella no viene de Moisés, sino de los patriarcas– y ustedes la practican también en sábado.

23 Si se circuncida a un hombre en sábado para no quebrantar la Ley de Moisés, ¿cómo ustedes se enojan conmigo porque he curado completamente a un hombre en sábado?

24 No juzguen según las apariencias, sino conforme a la justicia»


El demonio, padre de la mentira

San Juan 8, 39-52

39 Ellos le replicaron:

«Nuestro padre es Abraham».

Y Jesús les dijo:

«Si ustedes fueran hijos de Abraham, obrarían como él.

 
40 Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios.
Abraham no hizo eso.
 
41 Pero ustedes obran como su padre».
 
Ellos le dijeron:

«Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios».

Jesús prosiguió:

42 «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él.
No he venido por mí mismo, sino que él me envió.
 
43 ¿Por qué ustedes no comprenden mi lenguaje?
Es porque no pueden escuchar mi palabra.
 
44 Ustedes tienen por padre al demonio y quieren cumplir los deseos de su padre.
Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque no hay verdad en él.
 
Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque es mentiroso y padre de la mentira.
45 Pero a mí no me creen, porque les digo la verdad.
 
46 ¿Quién de ustedes probará que tengo pecado?
 
Y si les digo la verdad, ¿por qué no me creen?
 
47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios; si ustedes no las escuchan, es porque no son de Dios».
 
48 Los judíos le replicaron:

«¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano y que estás endemoniado?».

Jesús respondió:
 
49 «Yo no estoy endemoniado, sino que honro a mi Padre, y ustedes me deshonran a mí.
 
50 Yo no busco mi gloria; hay alguien que la busca, y es él el que juzga.
 
51 Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás».


Jesús y Abraham

San Juan 8, 52-59

52 Los judíos le dijeron:

«Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices:
 
El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás”.

53 ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió?

Los profetas también murieron.

¿Quién pretendes ser tú?».

54 Jesús respondió:

«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada.

Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman “nuestro Dios”, 55 y al que, sin embargo, no conocen.
 
Yo lo conozco y si dijera:

No lo conozco”,

sería, como ustedes, un mentiroso.

 
Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra.
 
56 Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría».
 
57 Los judíos le dijeron:

«Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?».

58 Jesús respondió:

«Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy».

 
59 Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo


El buen pastor

San Juan 10, 1-21

1 «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón y un asaltante.

2 El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

3 El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz.

Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir.

4 Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.

5 Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz».

6 Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

7 Entonces Jesús prosiguió:

«Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.

 
8 Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.

9 Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.
 
10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir.
 
Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.
11 Yo soy el buen Pastor.
 
El buen Pastor da su vida por las ovejas.
 
12 El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
 
13 Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
 
14 Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí 15 –como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre– y doy mi vida por las ovejas.
 
16 Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo
también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
 
17 El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
 
18 Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo.
 
Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre».

19 A causa de estas palabras, se produjo una nueva división entre los judíos.

20 Muchos de ellos decían:

«Está poseído por un demonio y delira. ¿Por qué lo escuchan?».

21 Otros opinaban:

«Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Acaso un demonio puede abrir los ojos a los ciegos?».


La glorificación de Jesús por medio de la muerte

San Juan 12, 20-36

20 Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos 21 que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron:

«Señor, queremos ver a Jesús».

22 Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús.

23 Él les respondió:
 
«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.
 
24 Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.

25 El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.

26 El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor.
El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
 
27 Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: “Padre, líbrame de esta hora”?

¡Si para eso he llegado a esta hora!
 
28 ¡Padre, glorifica tu Nombre!».
 
Entonces se oyó una voz del cielo:

«Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar».
 
29 La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno.

Otros decían:

«Le ha hablado un ángel».

30 Jesús respondió:

«Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes.
 
31 Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;

32 y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».

33 Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.

34 La multitud le respondió:

«Sabemos por la Ley que el Mesías permanecerá para siempre.

¿Cómo puedes decir:

Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto”?

¿Quién es ese Hijo del hombre?».

35 Jesús les respondió:
 
«La luz está todavía entre ustedes,
pero por poco tiempo.

 
Caminen mientras tengan la luz,no sea que las tinieblas los sorprendan:
porque el que camina en tinieblas no sabe a dónde va
.
 
36 Mientras tengan luz,
crean en la luz
y serán hijos de la luz».


La fe y la incredulidad

San Juan 12, 36b-50

Después de hablarles así, Jesús se fue y se ocultó de ellos.

37 A pesar de los muchos signos que hizo en su presencia, ellos no creyeron en él.

38 Así debía cumplirse el oráculo del profeta Isaías, que dice:
 
Señor, ¿quién ha creído en nuestra palabra?

¿A quién fue revelado el poder del Señor?

 
39 Ellos no podían creer, porque como dijo también Isaías:
 
40 El ha cegado sus ojos
y ha endurecido su corazón,
para que sus ojos no vean
y su corazón no comprenda,
para que no se conviertan
ni yo los cure.

 
41 Isaías dijo esto, porque vio la gloria de Jesús y habló acerca de él.

42 Sin embargo, muchos creyeron en él, aun entre las autoridades, pero a causa de los fariseos no lo manifestaban, para no ser expulsados de la sinagoga.

43 Preferían la gloria de los hombres a la gloria de Dios.
 
44 Jesús exclamó:
 
«El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió.
45 Y el que me ve, ve al que me envió.
 
46 Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.
 
47 Al que escucha mis palabras y no las cumple,yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.
 
48 El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.

49 Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar;
 
50 y yo sé que su mandato es Vida eterna.Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó».

 
El lavatorio de los pies: ataque satánico en 2 y 27

San Juan 13, 1-20

1 Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.

2 Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, 3 sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, 4 se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.

5 Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
 
6 Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo:

«¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?».

7 Jesús le respondió:

«No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás».

8 «No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!».

Jesús le respondió:

«Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte».

9 «Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!».

10 Jesús le dijo:

«El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos».

11 Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho:

«No todos ustedes están limpios».

12 Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo:

«¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?

13 Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy.

14 Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.

15 Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

16 Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía.

17 Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.

18 No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido.

Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice:
 
El que comparte mi pan se volvió contra mí.

19 Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy.
 
20 Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió».


El anuncio de la traición de Judas

San Juan 13, 21-30

21 Después de decir esto, Jesús se estremeció y manifestó claramente:
 
«Les aseguro que uno de ustedes me entregará».

22 Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.

23 Uno de ellos –el discípulo al que Jesús amaba– estaba reclinado muy cerca de Jesús.

24 Simón Pedro le hizo una seña y le dijo:

«Pregúntale a quién se refiere».

25 Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó:

«Señor, ¿quién es?».

26 Jesús le respondió:

«Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato».

Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.

27 En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces:

«Realiza pronto lo que tienes que hacer».

28 Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto.

29 Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle:

«Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres.

30 Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.


Jesús, camino del Padrenuestro

San Juan 14, 1-7

1 «No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
 
2 En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes.
 
Yo voy a prepararles un lugar.
 
3 Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
 
4 Ya conocen el camino del lugar adonde voy».
 
5 Tomás le dijo:

«Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?».

6 Jesús le respondió:
 
«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
 
Nadie va al Padre, sino por mí.
 
7 Si ustedes me conocen,conocerán también a mi Padre.
 
Ya desde ahora lo conocen y lo han visto»


El amor es cumplir los mandamientos

San Juan 14, 21

21 El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él».


La misión del Espíritu Santo

San Juan 16, 4b-15

No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes.
 
5 Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta:

“¿A dónde vas?”.
 
6 Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido.
 
7 Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes.
 
Pero si me voy, se lo enviaré.
 
8 Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
 
9 El pecado está en no haber creído en mí.
 
10 La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán.
 
11 Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.
 
12 Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
 
13 Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
 
14 Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
 
15 Todo lo que es del Padre es mío.
 
Por eso les digo:

Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes”.


Oración de Jesús por sus discípulos

San Juan 17, 6-19

6 Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos.
 
Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.

7 Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, 8 porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

9 Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.

10 Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.

11 Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti.

Padre santo, cuídalos en tu Nombre –el Nombre que tú me diste– para que sean uno, como nosotros.

12 Mientras estaba con ellos, yo los cuidaba en tu Nombre –el Nombre que tú me diste– yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.

13 Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.

14 Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

15 No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.

16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

17 Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.

18 Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.

19 Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.

 
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