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7. Exorcismos RICA 1972

Exorcismos RICA


Exorcismos procedentes del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.

Se dan los fragmentos en los que aparecen los exorcismos.

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44. Es propio del Obispo 20, por sí, o por su delegado organizar, orientar y fomentar la educación pastoral de los catecúmenos y admitir a los candidatos a la elección y a los sacramentos. Es de desear que, en cuanto sea posible, además de presidir la liturgia cuaresmal, él mismo celebre el rito de la elección, y en la Vigilia pascual confiera los sacramentos de la iniciación. Finalmente, por su cargo pastoral debe confiar la misión para los exorcismos menores a catequistas que realmente sean dignos y estén bien preparados 21.
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48. Los catequistas, cuyo oficio tiene verdadera importancia para el progreso de los catecúmenos y el aumento de la comunidad, tengan parte activa en los ritos en cuanto fuere posible. Cuando enseñan, procuren que su doctrina esté llena del espíritu evangélico, acomodada a los símbolos y tiempos litúrgicos, adaptada a los catecúmenos y enriquecida, en cuanto sea posible, con las tradiciones y usos locales. Más aún, señalados por el Obispo, pueden realizar los exorcismos menores (Cfr. n. 44) y las bendiciones 27, de que se trata en el Ritual nn. 113-124.

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101. Los exorcismos primeros o menores, ordenados de modo deprecatorio y positivo, muestren ante los ojos de los catecúmenos la verdadera condición de la vida espiritual, la lucha entre la carne y el espíritu, la importancia de la renuncia para conseguir las bienaventuranzas del reino de Dios, y la necesidad constante del divino auxilio (Cfr. nn. 109-118).

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EXORCISMOS MENORES
109. Los exorcismos menores se celebran por el sacerdote o por el diácono, o también por un catequista digno y apto, designado por el Obispo para este ministerio.
Cualquiera de éstos, extiende las manos sobre los catecúmenos, que estarán inclinados o arrodillados, y pronuncia alguna de las oracionesde los nn. 113-118.
110.En la iglesia, o en una capilla o en los locales del catecumenado, se hacen durante la celebración de la palabra; también, si el caso lo aconsejara, al principio o al fin de la reunión para la catequesis; finalmente, por necesidades peculiares, en privado para cada catecúmeno.
111. Ya antes del catecumenado, en el tiempo de la evangelización, pueden hacerse los exorcismos menores para el bien espiritual de los «simpatizantes» («fautores»).
112. Nada impide que las fórmulas asignadas para los exorcismos menores, puedan repetirse en diversas circunstancias.

Oraciones del exorcismo


113. Oremos.

Oh Dios omnipotente y eterno,
que por tu Hijo Unigénito
nos prometiste el Espíritu Santo,
te rogamos humildemente
por estos catecúmenos, que se ofrecen a ti:
aparta de ellos todo espíritu maligno
y toda acción errónea y pecaminosa,
para que merezcan ser templos del Espíritu Santo.

Confirma nuestras palabras, llenas de fe,

y haz que no sean vanas,
sino llenas del poder y de la gracia
con que tu Unigénito libró al mundo del mal.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.


114. Oremos.

Señor, Dios nuestro,
por quien se nos descubre la vida verdadera,
se anula la corrupción,
se fortalece la fe,
se despierta la esperanza
y se inculca la caridad,
te rogamos en el nombre de tu Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
y por la virtud del Espíritu Santo,
que alejes de estos siervos tuyos
la incredulidad y la duda,

(el culto de los ídolos y la magia,
los encantamientos y el espiritismo),

el ansia de dinero y los halagos de las pasiones,
las enemistades y las discordias
y cualquier forma de maldad.

Y puesto que les has llamado
para que sean santos y sin pecado
en tu presencia,
infunde en ellos el espíritu de fe y de piedad,
de paciencia y de esperanza,
de moderación y de pureza,
de caridad y de paz.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

115. Oremos.

Señor, Dios Todopoderoso,
que creaste al hombre a tu imagen y semejanza
en la santidad y en la justicia,
y, que sin abandonar al pecador,
sabiamente preparaste su salvación
por la encarnación de tu Hijo,
salva a estos siervos tuyos
y líbralos con tu poder de todos los males
y de la esclavitud del enemigo;
arranca de ellos el espíritu de la mentira,
de la codicia y de la maldad.

Recíbelos en tu reino,
ábreles los ojos a tu Evangelio,
para que, como hijos de la luz,
sean miembros de tu santa Iglesia,
den testimonio de la verdad
y practiquen, según tus mandamientos,
las obras de misericordia.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.


116. Oremos.
Señor Jesucristo,
que en el sermón de la Montaña
quisiste apartar del pecado a tus discípulos
y revelar las bienaventuranzas
del reino de los cielos,
haz que estos siervos tuyos,
que oyen la palabra del Evangelio,
se conserven inmunes del espíritu de codicia y avaricia,
de sensualidad y de soberbia.

Como fieles discípulos tuyos,
se consideren dichosos,
cuando sean pobres y hambrientos,
misericordiosos y limpios de corazón;
trabajen por la paz
y soporten con alegría
las persecuciones,
para que se hagan partícipes de tu reino,
y así consigan la misericordia prometida,
y experimenten el gozo de ver a Dios en los cielos.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

117. Oremos
Dios Padre,
creador y salvador de todos los hombres
que has llamado a estos catecúmenos
a quienes creaste por amor
y acogiste con misericordia;
tú que sondeas sus corazones,
míralos hoy en espera de tu Hijo;
consérvalos con tu providencia
y realiza en ellos tu amoroso designio de salvación;
para que, unidos firmemente a Cristo,
sean contados entre sus discípulos
aquí en la tierra
y puedan alegrarse de ser reconocidos
por Él en el cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
118. Oremos
Oh Dios, que escrutas las intenciones
y recompensas las obras,
mira benigno los trabajos
y el aprovechamiento de tus siervos.
Asegura sus pasos,
auméntales la fe,
acepta su penitencia,
y, descubriendo abiertamente tu justicia
y tu bondad,
concédeles que merezcan participar
de tus sacramentos en la tierra,
y gozar de tu compañía
eterna en el cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Otras oraciones de exorcismo en el n. 373.

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ESCRUTINIOS Y ENTREGAS
153. En la Cuaresma, que precede a los sacramentos de la iniciación, se celebran los escrutinios y las «entregas». Con estos ritos se completa la preparación espiritual y catequética de los «elegidos» o «postulantes», que se prolonga durante todo el tiempo de Cuaresma.
ESCRUTINIOS
154. La finalidad de los escrutinios es primordialmente espiritual, y se completa con ayuda de los exorcismos. Porque el objeto de los escrutinios es purificar las almas y los corazones, proteger contra las tentaciones, rectificar la intención y mover la voluntad, para que los catecúmenos se unan más estrechamente a Cristo y prosigan con mayor decisión en su esfuerzo por amar a Dios.
155. De los postulantes se espera la voluntad de llegar al sentimiento íntimo de Cristo y de la Iglesia, y muy en especial el progreso en el sincero conocimiento de sí mismos, la reflexión seria de la conciencia y la verdadera penitencia.
156. En el rito del exorcismo, celebrado por los sacerdotes o por los diáconos, los elegidos, instruidos por la santa madre Iglesia acerca del misterio de Cristo que nos libra del pecado, se desprenden de las consecuencias del pecado y del influjo diabólico, consiguen fuerzas para su itinerario espiritual, y se les abre el corazón para recibir los dones del Salvador.
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Exorcismo
164. Después de las súplicas, el celebrante, vuelto hacia los elegidos, dice con las manos juntas:
Oremos.
Oh Dios, que nos enviaste como Salvador a tu Hijo,
concédenos que estos catecúmenos,
que desean sacar agua viva como la Samaritana,
convertidos como ella con la palabra del Señor,
se confiesen cargados de pecados y debilidades.
No permitas, te suplicamos,
que con vana confianza en sí mismos,
sean engañados por la potestad diabólica,
mas líbralos del espíritu pérfido,
para que, reconociendo sus maldades,
merezcan ser purificados interiormente
para comenzar el camino de la salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

A continuación, si se puede hacer con comodidad, el celebrante impone la mano en silencio a cada uno de los elegidos.

Después, con las manos extendidas sobre los elegidos, el celebrante prosigue:

Señor Jesús,
tú eres la fuente
a la que acuden estos sedientos
y el maestro al que buscan.
Ante ti, que eres el único santo,
no se atreven a, proclamarse inocentes.
Confiadamente abren sus corazones,
confiesan su suciedad,
descubren sus llagas ocultas.
Líbrales, pues, bondadosamente de sus flaquezas,
cura su enfermedad,
apaga su sed, y otórgales la paz.
Por la virtud de tu nombre,
que invocamos con fe,
séles propicio y sálvalos.
Domina al espíritu maligno,
derrotado cuando resucitaste.
Por el Espíritu Santo
muestra el camino
a tus elegidos
para que caminando hacia el Padre,
le adoren en la verdad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Otras fórmulas de exorcismo «ad libitum» en el n. 379.
Si parece oportuno, se puede entonar algún canto a propósito, elegido, v.gr., entre los salmos 6, 25, 31, 37, 38, 39, 50, 114, 129, 138, 141.

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Exorcismo
178. Después de las súplicas, el celebrante vuelto a los elegidos dice con las manos juntas:

Oremos.
Oh Padre de la vida eterna,
que no eres Dios de muertos sino de vivos,
y que enviaste a tu Hijo como mensajero de la vida,
para arrancar a los hombres
del reino de la muerte
y conducirlos a la resurrección,
te rogamos que libres a estos elegidos
de la potestad del espíritu maligno,
que arrastra a la muerte,
para que puedan recibir
la nueva vida de Cristo resucitado
y dar testimonio de ella.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

A continuación, si puede hacerse con comodidad, el celebrante impone la mano en silencio a cada uno de los elegidos.

Después, con las manos extendidas sobre los elegidos, el celebrante prosigue:

Señor Jesús,
que, resucitando a Lázaro de la muerte,
significaste que venías para que los hombres
tuvieran vida abundante,
libra de la muerte a éstos,
que anhelan la vida de tus sacramentos,
arráncalos del espíritude la corrupción
y comunícales por tu Espíritu vivificante
la fe, la esperanza y la caridad,
para que viviendo siempre contigo,
participen de la gloria de tu resurrección.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.

Otra fórmula para el exorcismo «ad libitum» en el n. 387.
Si parece oportuno se puede entonar algún canto a propósito, elegido v.gr., entre los salmos 6, 25, 31, 37, 38, 39,50, 114, 129, 138, 141.
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Oración del exorcismo y unción del catecúmeno
255. Omitido el «Misereatur». («Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros») el celebrante concluye diciendo la oración siguiente:

Señor Dios todopoderoso,
que enviaste a tu Hijo único
para que el hombre,
esclavo del pecado,
alcance la libertad de tus hijos,
humildemente te rogamos por este siervo tuyo,
que ha experimentado los halagos de este mundo
y las tentaciones del diablo
y ahora reconoce en tu presencia sus pecados;
por la pasión y resurrección de tu Hijo
arráncalo del poder de las tinieblas y,
fortalecido con la gracia de Cristo,
guárdalo a lo largo del camino, de la vida.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.

256. El celebrante prosigue:
Para que el poder de Cristo Salvador te fortalezca,
te ungimos con este óleo de salvación
en el nombre del mismo Jesucristo,
Señor nuestro,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.


Y unge al candidato con el Óleo de los catecúmenos en el pecho o en ambas manos, o bien, si pareciere oportuno, en otras partes del cuerpo.

Esta unción puede omitirse a juicio de la Conferencia Episcopal; en tal caso, el celebrante dice:

Que te fortalezca el poder de Cristo Salvador,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.


E inmediatamente impone la mano en silencio sobre el candidato.

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SEGUNDO GRADO
ESCRUTINIOS O RITOS PENITENCIALES

330. Estos ritos penitenciales, que señalan el paso entre las diversas etapas del catecumenado, pertenecen al género de los escrutinios, que tienen lugar en el Ritual de la iniciación de los adultos (nn. 152-180).
Por tanto, como tienen una finalidad similar, se pueden utilizar y acomodar las normas que se establecen para los escrutinios (nn. 25-1, 154-159).
331. Como los escrutinios de ordinario pertenecen al último tiempo de la preparación para el Bautismo, los ritos penitenciales exigen que los niños se acerquen a ellos con la fe que se requiere para el Bautismo.
332. Estos ritos, en los que participan a una con los catecúmenos sus padrinos (madrinas) y sus compañeros de catequesis, son apropiados para todos los asistentes, de modo que se conviertan en celebraciones penitenciales también para los que no son catecúmenos. En realidad, durante esta ceremonia, algunos niños ya bautizados de tiempo atrás, y pertenecientes al grupo catequístico, pueden ser admitidos por primera vez al sacramento de la Penitencia. En tal caso, procúrese que en la celebración se añadan oportunamente las moniciones, intenciones de la oración y los actos que requieran estos niños.
333. Los ritos penitenciales se celebran en Cuaresma, si los catecúmenos han de ser iniciados en las solemnidades pascuales; en otro caso, se celebran en el tiempo que parezca más oportuno. Téngase por lo menos un rito penitencial. Si cómodamente se puede tener otro, mejor. Su esquema será similar al primero; para las súplicas y para la oración del exorcismo, se emplean los textos de los nn. 164, 171, 178, convenientemente acomodados.

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Exorcismo

339. Después el celebrante con las manos extendidas sobre los niños, hace la oración siguiente:

Oremos.
Padre de las misericordias,
que entregaste a tu amado Hijo
para dar al hombre,
oprimido con la esclavitud del pecado,
la libertad de tus hijos,
escucha a estos siervos tuyos,
que ya han experimentado las tentaciones
y reconocen sus propias culpas,
y mira con clemencia su esperanza.
Concédeles pasar de las tinieblas
a la luz que no se apaga,
limpiarse de los pecados,
y, llenos de paz, marchar
ilesos bajo tu protección
por el camino de la vida.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.
Otra fórmula de exorcismo en el n. 392.
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379. Al n. 164: Otra fórmula de exorcismo para el primer escrutinio:

Oremos.
Oh Padre de las misericordias,
que por medio de tu Hijo
te compadeciste benignamente
de la Samaritana
y movido por la misma paterna solicitud
ofreciste la salvación a todos los pecadores,
mira con extraordinario
amor a estos elegidos,
que desean recibir la adopción de los hijos por los
sacramentos:
desátalos de la esclavitud del pecado
y del pesado yugo de Satanás,
para que tomen el suave yugo de Jesús;
protégelos en todos los peligros,
para que sirviéndote fielmente a ti,
llenos de paz y de alegría,
puedan ofrendarte también su gratitud
durante toda la eternidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Señor Jesús,
que por admirable designio de tu misericordia
convertiste a una mujer pecadora,
para que en adelante adorara al Padre en espíritu
y en verdad,
libra ahora con tu poder a estos elegidos
de los dañinos engaños de Satanás,
pues se acercan al manantial del agua viva;
convierte sus corazones con la fuerza del Espíritu Santo,
para que con la fe sincera,
que actúa por la caridad,
conozcan a tu Padre.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
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387. Al n. 178: Otra fórmula del exorcismo para el tercer escrutinio:

Oremos.
Oh Padre, fuente de toda vida,
que buscas tu gloria en el hombre que vive
y que descubres tu omnipotencia
en la resurrección de los muertos,
dígnate sacar del imperio de la muerte
a estos elegidos tuyos,
que por el Bautismo anhelan acercarse a la vida.
Líbralos de la esclavitud del diablo,
que introdujo la muerte por el pecado,
y que se esfuerza en corromper al mundo,
que tú creaste bueno.
Somételos a la potestad de tu amado Hijo,
para que reciban de él la fuerza de la resurrección
y ante los hombres den testimonio de tu gloria.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R/. Amén.

Señor Jesucristo,
que mandaste a Lázaro salir vivo del sepulcro,
y que con tu resurrección liberaste de la muerte
a todos los hombres,
te rogamos humildemente por tus siervos,
que se apresuran al agua de la regeneración
y a la cena de la vida:
No permitas que queden detenidos
por el imperio de la muerte,
los que por su fe
han de tener parte en la victoria de tu resurrección.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

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