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IV.- Demonios - Sabiduría


Libros sapienciales


- Job

- Proverbios
- Eclesiastés (Cohélet o Qohélet, Eclesiastés: el hombre de la asamblea, el maestro o el predicador, el representante de la asamblea)

- Sabiduría

- Eclesiástico (de Liber Ecclesiasticus por San Cipriano; Sabiduría de Jesús Ben Sirá, Ben Sirá o Sirácida)



- Biblia utilizada preferentemente en este apartado: EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS, La Biblia (Traducción argentina), 1990, Vatican.va; Biblia Clerus; Biblia de Jerusalén.



 
JOB

Capítulo 1
 
5 Una vez concluido el ciclo de los festejos, Job los hacía venir y los purificaba; después se levantaba muy de madrugada y ofrecía un holocausto por cada uno de ellos.

Porque pensaba:

«Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en su corazón».

Así procedía Job indefectiblemente.

6 El día en que los hijos de Dios fueron a presentarse delante del Señor, también el Adversario estaba en medio de ellos.

7 El Señor le dijo:

«¿De dónde vienes?».

El Adversario respondió al Señor:

«De rondar por la tierra, yendo de aquí para allá».

8 Entonces el Señor le dijo:

«¿Te has fijado en mi servidor Job?

No hay nadie como él sobre la tierra: es un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal».

9 Pero el Adversario le respondió:

«¡No por nada teme Job al Señor!

10 ¿Acaso tú no has puesto un cerco protector alrededor de él, de su casa y de todo lo que posee?

Tú has bendecido la obra de sus manos y su hacienda se ha esparcido por todo el país.

11 Pero extiende tu mano y tócalo en lo que posee: ¡seguro que te maldecirá en la cara!».

12 El Señor dijo al Adversario:

«Está bien. Todo lo que le pertenece está en tu poder, pero no pongas tu mano sobre él».

Y el Adversario se alejó de la presencia del Señor.


Capítulo 2

1 El día en que los hijos de Dios fueron a presentarse delante del Señor, también fue el Adversario en medio de ellos, para presentarse delante del Señor.

2 El Señor le dijo:

«¿De dónde vienes?».

El Adversario respondió al Señor:

«De rondar por la tierra, yendo de aquí para allá».

3 Entonces el Señor le dijo:

«¿Te has fijado en mi servidor Job? No hay nadie como él sobre la tierra: es un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal.

El todavía se mantiene firme en su integridad, y en vano me has instigado contra él para perderlo».

4 El Adversario respondió al Señor:

«¡Piel por piel! Un hombre da todo lo que tiene a cambio de su vida.

5 Pero extiende tu mano contra él y tócalo en sus huesos y en su carne: ¡seguro que te maldecirá en la cara!».

6 El Señor respondió al Adversario:

«Está bien. Ahí lo tienes en tu poder, pero respétale la vida».

7 El Adversario se alejó de la presencia del Señor, e hirió a Job con una úlcera maligna, desde la planta de los pies hasta la cabeza.


Capítulo 7

9 Una nube se disipa y desaparece: así el que baja al Abismo no sube más.

10 No regresa otra vez a su casa ni el lugar donde estaba lo vuelve a ver.

11 Por eso, no voy a refrenar mi lengua: hablaré con toda la angustia de mi espíritu, me quejaré con amargura en el alma.

12 ¿Acaso yo soy el Mar o el Dragón marino para que dispongas una guardia contra mí?


Capítulo 9

13 Dios no reprime su furor: los secuaces de Rahab yacen postrados a sus pies


Capítulo 26

5 Bajo la tierra se retuercen las Sombras, las aguas y los que habitan en ellas.

6 El Abismo está desnudo ante él, y nada cubre a la Perdición.

7 El extiende el Norte sobre el vacío, suspende la tierra sobre la nada.

8 Encierra el agua en sus densos nubarrones, y las nubes no se rompen bajo su peso.

9 Oscurece la faz de la luna llena, desplegando sus nubes contra ella.

10 Trazó un círculo sobre la superficie de las aguas, en el límite mismo de la luz y las tinieblas.

11 Las columnas del cielo vacilan, presas de terror por su amenaza.

12 Con su fuerza, reprimió al Mar, con su inteligencia, quebrantó a Rahab.

13 Con su soplo, despejó los cielos, su mano traspasó a la Serpiente huidiza.


Capítulo 28

12 Pero la Sabiduría, ¿de dónde sale? ¿Y cuál es el lugar de la Inteligencia?

13 El hombre no conoce su camino ni se la encuentra en la tierra de los vivientes.

14 El Abismo dice: «No está en mí», y el Mar: «No está conmigo».

[…]

22 La Perdición y la Muerte dicen: «Sólo su fama llegó a nuestros oídos».


Capítulo 40

6 El Señor respondió a Job desde la tempestad, diciendo:

7 ¡Ajústate el cinturón como un guerrero: yo te preguntaré, y tú me instruirás!

8 ¿Quieres realmente anular mi sentencia, y condenarme a mí, para justificarte?

9 ¿Tienes acaso un brazo como el de Dios y truena tu voz como la de él?

10 ¡Adórnate entonces de magnificencia y altivez, revístete de esplendor y majestad!

11 Da libre curso a los desbordes de tu ira y humilla al orgulloso con tu sola mirada.

12 Con una mirada, doblega al arrogante, aplasta a los malvados allí donde están.

13 ¡Húndelos a todos juntos en el polvo, enciérralos en la prisión subterránea!

14 Entonces, yo mismo te alabaré por la victoria obtenida con tu mano.

15 Mira ante ti a Behemot: él se alimenta de pasto como un buey.

16 ¡Cuánta fuerza hay en sus riñones, qué vigor en los músculos de su vientre!

17 Endereza su cola como un cedro, los nervios de sus muslos están bien entrelazados.

18 Sus huesos son tubos de bronce: sus miembros, como barras de hierro.

19 Es la primera de las obras de Dios, que lo convirtió en el adalid de sus compañeros, 20 porque las montañas le aportan un tributo, y también las fieras que retozan en ellas.

21 El se recuesta bajo los lotos, en lo oculto de los cañaverales y pantanos.

22 Los lotos lo cubren con su sombra, los sauces del torrente lo rodean.

23 Si el río se enfurece, no se perturba; está sereno, aunque un Jordán le llegue a la garganta.

24 ¿Quién podrá tomarlo por los ojos o taladrar su nariz con un punzón?

25 Y a Leviatán, ¿podrás pescarlo con un anzuelo y sujetar su lengua con una cuerda?

26 ¿Le meterás un junco en las narices o perforarás con un garfio sus mandíbulas?

27 ¿Acaso te hará largas súplicas o te dirigirá palabras tiernas?

28 ¿Hará un pacto contigo y lo tomarás como esclavo para siempre?

29 ¿Jugarás con él como con un pájaro y lo atarás para entretenimiento de tus hijas?

30 ¿Traficarán con él los pescadores y se lo disputarán los comerciantes?

31 ¿Acribillarás con dardos su piel y su cabeza a golpes de arpón?

32 Prueba a ponerle la mano encima piensa en el combate y desistirás.


Capítulo 41

1 Tu esperanza se vería defraudada: con sólo mirarlo quedarías aterrado.

2 ¿No es demasiado feroz para excitarlo? ¿Quién podría resistir ante él

3 ¿Quién lo enfrentó, y quedó sano y salvo? ¡Nadie debajo de los cielos!

4 No dejaré de mencionar sus miembros, hablaré de su fuerza incomparable.

5 ¿Quién rasgó el exterior de su manto o atravesó su doble coraza?

6 ¿Quién forzó las puertas de sus fauces? ¡En torno de sus colmillos reina el terror!

7 Su dorso es una hilera de escudos, trabados por un sello de piedra.

8 Se aprietan unos contra otros, ni una brisa pasa en medio de ellos.

9 Están adheridos entre sí, forman un bloque y no se separan.

10 Su estornudo arroja rayos de luz, sus ojos brillan como los destellos de la aurora.

11 De sus fauces brotan antorchas, chispas de fuego escapan de ellas.

12 Sale humo de sus narices como de una olla que hierve sobre el fuego.

13 Su aliento enciende los carbones, una llamarada sale de su boca.

14 En su cerviz reside la fuerza y cunde el pánico delante de él.

15 Sus carnes son macizas: están pegadas a él y no se mueven.

16 Su corazón es duro como una roca, resistente como una piedra de molino.

17 Cuando se yergue, tiemblan las olas, se retira el oleaje del mar.

18 La espada lo toca, pero no se clava, ni tampoco la lanza, el dardo o la jabalina.

19 El hierro es como paja para él, y el bronce, como madera podrida.

20 Las flechas no lo hacen huir, las piedras de la honda se convierten en estopa.

21 La maza le parece una brizna de hierba y se ríe del estruendo del sable.

22 Tiene por debajo tejas puntiagudas, se arrastra como un rastrillo sobre el barro.

23 Hace hervir las aguas profundas como una olla, convierte el mar en un pebetero.

24 Deja detrás de él una estela luminosa: el océano parece cubierto de una cabellera blanca.

25 No hay en la tierra nadie igual a él, ha sido hecho para no temer nada.

26 Mira de frente a los más encumbrados, es el rey de las bestias más feroces.



PROVERBIOS

Capítulo 2

16 Así te librarás de la mujer ajena, de la extraña que se vale de palabras seductoras, 17 que abandona al amigo de su juventud y olvida la alianza de su Dios.

18 su casa se hunde en la muerte y sus senderos van hacia las Sombras;

19 los que entren en ella no podrán volver atrás ni alcanzarán los senderos de la vida.


Capítulo 15

11 El Abismo y la Perdición están delante del Señor: ¡cuánto más los corazones de los hombres!


Capítulo 27

20 El Abismo y la Perdición son insaciables, e insaciables son también los ojos del hombre.



SABIDURÍA

Capítulo 2

23 Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza, 24 pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y los que pertenecen a él tienen que padecerla.


Exhortación a buscar la Sabiduría

Capítulo 6

1 ¡Escuchen, reyes, y comprendan! ¡Aprendan, jueces de los confines de la tierra!

2 ¡Presten atención, los que dominan multitudes y están orgullosos de esa muchedumbre de naciones!

3 Porque el Señor les ha dado el dominio, y el poder lo han recibo del Altísimo:
él examinará las obras de ustedes y juzgará sus designios.
 
4 Ya que ustedes, siendo ministros de su reino, no han gobernado con rectitud ni han respetado la Ley ni han obrado según la voluntad de Dios, 5 él caerá sobre ustedes en forma terrible y repentina, ya que un juicio inexorable espera a los que están arriba.

6 Al pequeño, por piedad, se le perdona, pero los poderosos serán examinados con rigor.

7 Porque el Señor de todos no retrocede ante nadie, ni lo intimida la grandeza:
él hizo al pequeño y al grande, y cuida de todos por igual,

8 pero los poderosos serán severamente examinados.

9 A ustedes, soberanos, se dirigen mis palabras, para que aprendan la Sabiduría y no incurran en falta;

10 porque los que observen santamente las leyes santas serán reconocidos como santos,
y los que se dejen instruir por ellas, también en ellas encontrarán su defensa.

11 Deseen, entonces, mis palabras; búsquenlas ardientemente, y serán instruidos.


Capítulo 17

1 Grandes e inenarrables son tus juicios, por eso, las almas ignorantes se extraviaron.

2 Porque cuando los impíos pensaban que podían oprimir a una nación santa, yacían encadenados en las tinieblas, prisioneros de una larga noche, encerrados bajo sus techos, excluidos de la providencia eterna.

3 Ellos pensaban mantenerse ocultos con sus pecados secretos, bajo el oscuro velo del olvido, pero fueron dispersados, presa de terrible espanto, y aterrorizados por fantasmas.

[…]

7 Los artificios de la magia resultaban ineficaces, y su pretendida ciencia quedaba vergonzosamente desmentida,


Capítulo 18

21 porque muy pronto un hombre irreprochable [Moisés] salió en su defensa, con las armas de su propio ministerio: la oración y el incienso expiatorio.

El afrontó la cólera divina y puso fin a la calamidad, demostrando así que era tu servidor.

22 El venció la animosidad divina, no con la fuerza del cuerpo ni con el poder de las armas, sino que, por medio de la palabra, hizo entrar en razón al que infligía el castigo, recordándole las alianzas y los juramentos hechos a los Padres.

23 Cuando los cadáveres yacían amontonados unos sobre otros, él se interpuso, contuvo la cólera divina y le cerró el camino hacia los que aún vivían.

24 Porque sobre sus vestiduras sacerdotales estaba el mundo entero, sobre las cuatro hileras de piedras preciosas estaban grabados los nombres gloriosos de los Padres, y sobre la diadema de su cabeza estaba tu Majestad.

25 Ante esto, el Exterminador retrocedió lleno de temor, ya que bastaba con una sola prueba de tu ira.



ECLESIÁSTICO
 
Capítulo 7
 
17 Sé profundamente humilde, porque fuego y gusanos son el castigo del impío.


36 En todas tus acciones, acuérdate de tu fin (novísimos: cielo, purgatorio, infierno, juicio personal y universal) y no pecarás jamás. [In omnibus operibus tuis memorare novissima tua et in aeternum non peccabis.]

Comentario:
Eleuterio Fernández Guzmán

- Juan Pablo II, “Cruzando el umbral de la Esperanza”“El hombre en una cierta medida está perdido, se han perdido también los predicadores, los catequistas, los educadores, porque han perdido el coraje de ‘amenazar con el infierno’. Y quizá hasta quien los escuche haya dejado de tenerle miedo”

- Benedicto XVI: “quizá hoy en la Iglesia se habla demasiado poco del pecado, del Paraíso y del Infierno” porque “quien no conoce el Juicio definitivo no conoce la posibilidad del fracaso y la necesidad de la redención. Quien no trabaja buscando el Paraíso, no trabaja siquiera para el bien de los hombres en la tierra". 

Capítulo 16
 
7 El Señor no perdonó a los antiguos gigantes que se rebelaron con toda su fuerza.


Capítulo 21

1 ¿Has pecado, hijo mío? No lo vuelvas a hacer, y pide perdón por tus faltas pasadas.

2 Huye del pecado como de una serpiente, porque si te acercas, te morderá; sus dientes son dientes de león, que arrebatan la vida de los hombres.

3 Toda transgresión es como espada de dos filos: no hay remedio para su herida.

4 La violencia y la soberbia hacen perder las riquezas: así será arrasada la casa del orgulloso.

5 La oración del pobre va de su boca a los oídos del Señor, y la sentencia divina no se hace esperar.

6 El que odia la reprensión sigue las huella del pecador, pero el que teme al Señor se arrepiente de corazón.

10 El camino de los pecadores está despejado de piedras, pero desemboca en lo profundo del Abismo.

11 El que observa la Ley domina sus inclinaciones, y el temor del Señor es la culminación de la sabiduría.

[…]

27 Cuando el impío maldice al adversario, se maldice a sí mismo.


Capítulo 25

16 Preferiría habitar con un león o un dragón antes que vivir con una mala mujer.

[…]

24 Por una mujer tuvo comienzo el pecado, y a causa de ella, todos morimos.
 
 
Capítulo 28

18 Muchos han caído al filo de la espada, pero son menos que los caídos a causa de la lengua.

[…]

21 ¡Muerte funesta es la que inflige y es preferible el Abismo a una lengua así!
 
22 Pero ella no tiene poder sobre los hombres buenos y ellos no se quemarán en sus llamas.

23 Los que abandonan al Señor serán sus víctimas: ella los abrasará sin extinguirse, se lanzará sobre ellos como un león y los destrozará como una pantera.



 

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