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II.- Demonios - Históricos

JUECES

Rebelión de los siquemitas contra Abimélec

Capítulo 9

22 Abimélec gobernó tres años en Israel, 23 pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélec y los señores de Siquem, y estos traicionaron a Abimélec.

24 Así debía ser castigado el crimen cometido contra los setenta hijos de Ierubaal, y su sangre debía recaer sobre su hermano Abimélec, que los había matado, y sobre los señores de Siquem, que habían sido cómplices en la matanza de sus hermanos.

25 Por eso, los señores de Siquem preparaban emboscadas contra él en las cimas de los montes, y saqueaban a todos los que pasaban por allí.

Abimélec fue informado de todo esto.

[…]

45 Abimélec atacó la ciudad durante todo el día. Cuando la tomó, mató a la población, arrasó la ciudad [de Siquem] y esparció sal sobre ella.

[…]

55 Al ver que Abimélec estaba muerto, los hombres de Israel regresaron cada uno a su lugar.

56 Dios hizo recaer sobre Abimélec el crimen que había cometido contra su padre, cuando mató a sus setenta hermanos.

57 Y también hizo que toda la maldad de la gente de Siquem recayera sobre ellos mismos.

Así se cumplió la maldición que Jotam, hijo de Ierubaal, había pronunciado contra ellos.


PRIMER LIBRO DE SAMUEL

David al servicio de Saúl

Capítulo 16

14 El Espíritu del Señor se había retirado de Saúl, y lo atormentaba un mal espíritu, enviado por el Señor.

15 Sus servidores le dijeron:

«Un mal espíritu de Dios no deja de atormentarte.

16 Basta que nuestro señor lo diga, y los servidores que te asisten buscarán un hombre que sepa tocar la cítara.

Así, cuando te asalte el mal espíritu de Dios, él tocará la cítara, y tú te sentirás aliviado».

17 Saúl respondió a sus servidores:

«Sí, búsquenme un hombre que toque bien y tráiganlo».

18 Entonces intervino uno de sus servidores, diciendo:

«Justamente he visto a un hijo de Jesé, el de Belén, que sabe tocar. Además, es valiente y hábil guerrero; habla muy bien, tiene buena presencia y el Señor está con él».

19 Entonces Saúl envió unos mensajeros a Jesé para decirle:

«Envíame a tu hijo David, que está con el rebaño».

20 Jesé tomó un asno, pan, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl con su hijo David.

21 David se presentó a Saúl y se puso a su servicio.

Saúl le tomó un gran afecto y lo hizo su escudero.

22 Luego mandó decir a Jesé:

«Que David se quede a mi servicio porque me ha caído bien».

23 Y cuando un espíritu de Dios asaltaba a Saúl, David tomaba la cítara y tocaba.

Saúl se calmaba y se sentía aliviado, y el mal espíritu se retiraba de él.


Las cinco piedras de David contra Goliat (el demonio)

Capítulo 17

Espiritualidad de Medjugorje:

1. Rosario orado con el corazón;
2. Eucaristía la más frecuente posible;
3. Palabra de Dios cotidiana;
4. Ayuno a pan y agua miércoles y viernes;
5. Confesión mensual.


40 Luego tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo.

41 El filisteo se fue acercando poco a poco a David, precedido de su escudero.

42 Y al fijar sus ojos en David, el filisteo lo despreció, porque vio que era apenas un muchacho, de tez clara y de buena presencia.

43 Entonces dijo a David:

¿Soy yo un perro para que vengas a mí armado de palos?”.

Y maldijo a David invocando a sus dioses.

44 Luego le dijo:

Ven aquí, y daré tu carne a los pájaros del cielo y a los animales del campo”.

45 David replicó al filisteo:

Tú avanzas contra mí armado de espada, lanza y jabalina, pero yo voy hacia ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de las huestes de Israel, a quien tú has desafiado.

46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos;

yo te derrotaré, te cortaré la cabeza, y daré tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a los pájaros del cielo y a los animales del campo.

Así toda la tierra sabrá que hay un Dios para Israel.

47 Y toda esta asamblea reconocerá que el Señor da la victoria sin espada ni lanza.

Porque esta es una guerra del Señor, y él los entregará en nuestras manos”.

48 Cuando el filisteo se puso en movimiento y se acercó cada vez más para enfrentar a David, este enfiló velozmente en dirección al filisteo.

49 En seguida metió la mano en su bolsa, sacó de ella una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente.

La piedra se le clavó en la frente, y él cayó de bruces contra el suelo.

50 Así venció David al filisteo con la honda y una piedra; le asestó un golpe mortal, sin tener una espada en su mano.

La amistad de Jonatán con David

Capítulo 19

5 Siempre que salía de campaña, enviado por Saúl, David tenía éxito.

Entonces Saúl lo puso al frente de sus hombres de guerra.

David era bien visto por todo el pueblo y también por los servidores de Saúl.

Los celos de Saúl contra David

6 A su regreso, después que David derrotó al filisteo, las mujeres de todas las ciudades de Israel salían a recibir al rey Saúl, cantando y bailando, al son jubiloso de tamboriles y triángulos.

7 Y mientras danzaban, las mujeres cantaban a coro:

«Saúl ha matado a miles y David a decenas de miles».

8 Saúl se puso furioso y muy disgustado por todo aquello, pensó:

«A David le atribuyen los diez mil, y a mí tan sólo los mil. ¡Ya no le falta más que la realeza!».

9 Y a partir de ese día, Saúl miró con malos ojos a David.

10 Al día siguiente, un mal espíritu que venía de Dios se apoderó de Saúl, y él se puso a delirar en medio de su casa.

David tocaba su instrumento como los otros días, y Saúl tenía su lanza en la mano.

11 De pronto, Saúl empuñó la lanza, pensando:

«Voy a clavar a David contra la pared».

Pero David esquivó el golpe una y otra vez.

12 Entonces Saúl tuvo miedo, porque el Señor estaba con David y, en cambio, se había retirado de él.

13 Por eso lo apartó de su lado, constituyéndolo jefe de un militar de hombres.

Así David iba y venía al frente de las tropas.

14 El éxito lo acompañaba en todas sus empresas y el Señor estaba con él.

15 Al ver que todo le salía bien, Saúl le tuvo miedo.


David excluido del ejército filisteo

Capítulo 29

1 Los filisteos concentraron todas sus fuerzas en Aféc, y los israelitas acamparon junto a la fuente que está en Izreel.

2 Los príncipes de los filisteos avanzaban al frente de divisiones de cien y de mil, mientras que David y sus hombres marchaban a la retaguardia con Aquís.

3 Entonces los jefes filisteos preguntaron:

«¿Qué hacen aquí esos hebreos?».

Aquís les respondió:

«¿No ven que es David, el servidor de Saúl, rey de Israel?

Ya hace uno o dos años que está conmigo, y no lo he sorprendido en ninguna falla, desde que se pasó a mi servicio hasta el día de hoy».

4 Pero los jefes filisteos se irritaron contra Aquís y le dijeron:

«¡Despide a ese hombre!

Que se vuelve al lugar que le has asignado y no baje a combatir con nosotros, no sea que lo tengamos como adversario [shatán] en pleno combate.

¿Con qué va a congraciarse con su señor sino con la cabeza de estos hombres?

5 ¿No es él acaso ese David de quien decían, cantando y bailando:

«Saúl ha matado a miles y David a decenas de miles?».


La bruja de Endor

Capítulo 28

3 Samuel había muerto.

Todo Israel había estado de duelo por él y lo habían sepultado en Ramá, en su ciudad.

Saúl, por su parte, había expulsado del país a los nigromantes y adivinos.

4 Los filisteos se reunieron y fueron a acampar en Suném. Saúl concentró a todo Israel y acamparon en Gelboé.

5 Pero al divisar el campamento filisteo, tuvo miedo y se estremeció su corazón.

6 Luego interrogó al Señor, pero él no le respondió ni por sueños, ni por el Urím, ni por los profetas.

7 Entonces Saúl dijo a sus servidores:

Búsquenme una nigromante, para que yo vaya a verla y la consulte”.

Sus servidores le dijeron:

Precisamente hay una nigromante en Endor”.

8 Saúl se disfrazó, poniéndose otra ropa, y partió en compañía de dos hombres.

Llegaron de noche, y Saúl dijo a la mujer:

Predíceme el futuro evocando a un muerto, y haz que se aparezca el que yo te diga”.

9 Pero la mujer le respondió:

Tú sabes bien lo que hizo Saúl, cómo extirpó del país a nigromantes y adivinos.

¿Por qué me tiendes una trampa para hacerme morir?”.

10 Entonces Saúl le juró por el Señor:

¡Por la vida del Señor, nadie te inculpará a causa de esto!”.

11 La mujer le dijo:

¿Quién quieres que se te aparezca?”.

Que se me aparezca Samuel”, respondió él.

12 La mujer vio a Samuel y lanzó un fuerte grito.

Luego dijo a Saúl:

¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!”.

13 Pero el rey le dijo:

No temas. Dime qué has visto”.

La mujer respondió a Saúl:

Vi un dios que subía de lo profundo de la tierra”.

14 “¿Qué forma tiene?”, preguntó él.

Ella respondió:

Es un anciano que sube, y está envuelto en un manto”.

Saúl comprendió entonces que era Samuel, y se postró con el rostro en tierra.
15 Samuel dijo a Saúl:

¿Por qué me has perturbado, haciéndome subir?”.

Es que estoy en un grave aprieto, respondió Saúl; los filisteos me hacen la guerra, y Dios se ha apartado de mí: ya no me responde, ni por medio de los profetas ni en sueños.

Por eso te llamé para que me indiques lo que debo hacer”.

16 Samuel replicó:

Si el Señor se ha apartado de ti y se te ha vuelto hostil, ¿por qué me interrogas a mí?

17 El Señor ha obrado contigo conforme a lo que predijo por mi intermedio: él ha arrancado de tu mano la realeza, para dársela a otro, a David.

18 Porque tú no escuchaste la voz del Señor y no diste libre curso a su ira contra Amalec, por eso, el Señor te ha tratado de esta manera en el día de hoy.

19 Y junto contigo, el Señor entregará también a Israel en manos de los filisteos.

Mañana, tú y tus hijos estarán conmigo, y también al ejército de Israel el Señor lo entregará en manos de los filisteos”.
20 Al instante, Saúl se desplomó en tierra cuan largo era, aterrorizado por lo que había dicho Samuel.

Además, estaba sin fuerzas porque no había comido nada en todo el día y toda la noche.

21 La mujer se acercó a Saúl y, al verlo tan abatido por el terror, le dijo:

Ya ves que tu servidora te ha hecho caso.

Yo arriesgué mi vida y obedecí la orden que me diste.

22 Ahora tú tienes que hacerme caso: deja que te sirva un pedazo de pan y come.

Así tendrás fuerza cuando vayas por el camino”.

23 Pero él rehusó, diciendo:

¡No comeré!”.

Sus servidores, y también la mujer, le insistieron, y al fin Saúl les hizo caso; se levantó del suelo y se sentó en el catre.

24 La mujer tenía en casa un ternero cebado.

En seguida lo mató, tomó un poco de harina, la amasó e hizo cocer unos panes sin levadura.

25 Después sirvió todo eso a Saúl y a sus servidores.

Ellos comieron y se pusieron en camino aquella misma noche.


SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL

El censo de los israelitas

Capítulo 24

10 Pero, después de esto, David sintió remordimiento de haber hecho el recuento de la población, y dijo al Señor:

«He pecado gravemente al obrar así. Dígnate ahora, Señor, borrar la falta de tu servidor, porque me he comportado como un necio».

11 A la mañana siguiente, cuando David se levantó, la palabra del Señor había llegado al profeta Gad, el vidente de David, en estos términos:

12 «Ve a decir a David: Así habla el Señor: Te propongo tres cosas. Elige una, y yo la llevaré a cabo».

13 Gad se presentó a David y le llevó la noticia, diciendo:

«¿Qué prefieres: soportar tres años de hambre en tu país, o huir tres meses ante la persecución de tu enemigo, o que haya tres días de peste en tu territorio?

Piensa y mira bien ahora lo que debo responder al que me envió».

14 David dijo a Gad:

«¡Estoy en un grave aprieto! Caigamos más bien en manos del Señor, porque es muy grande su misericordia, antes que caer en manos de los hombres».

15 Entonces el Señor envió la peste a Israel, desde esa mañana hasta el tiempo señalado, y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba.

16 El Angel extendió la mano hacia Jerusalén para exterminarla, pero el Señor se arrepintió del mal que le infligía y dijo al Angel que exterminaba al pueblo:

«¡Basta ya! ¡Retira tu mano!».

El Angel del Señor estaba junto a la era de Arauná, el jebuseo.

17 Y al ver al Angel que castigaba al pueblo, David dijo al Señor:

«¡Yo soy el que he pecado! ¡Soy yo el culpable! Pero estos, las ovejas, ¿qué han hecho? ¡Descarga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre!».


PRIMER LIBRO DE LOS REYES

Elías y los 400 sacerdotes de Baal

Capítulo 18

Las incisiones con cuchillos y punzones hasta derramar sangre y el delirio profético denotan una influencia satánica [P. Fortea]

20 Ajab mandó buscar a todos los israelitas y reunió a los profetas sobre el monte Carmelo.

21 Elías se acercó a todo el pueblo y dijo:

¿Hasta cuándo van a andar rengueando de las dos piernas?

Si el Señor es Dios, síganlo; si es Baal, síganlo a él”.

Pero el pueblo no le respondió ni una palabra.

22 Luego Elías dijo al pueblo:

Como profeta del Señor, he quedado yo solo, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta.

23 Traigamos dos novillos; que ellos se elijan uno, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña, pero sin prender fuego.

Yo haré lo mismo con el otro novillo: lo pondré sobre la leña y tampoco prenderé fuego.

24 Ustedes invocarán el nombre de su dios y yo invocaré el nombre del Señor: el dios que responda enviando fuego, ese es Dios”.

Todo el pueblo respondió diciendo:

¡Está bien!”.

25 Elías dijo a los profetas de Baal:

Elíjanse un novillo y prepárenlo ustedes primero, ya que son los más numerosos; luego invoquen el nombre de su dios, pero no prendan fuego”.

26 Ellos tomaron el novillo que se les había dado, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo:

¡Respóndenos, Baal!”.

Pero no se oyó ninguna voz ni nadie que respondiera.

Mientras tanto, danzaban junto al altar que habían hecho.

27 Al mediodía, Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo:

¡Griten bien fuerte, porque es un dios!

Pero estará ocupado, o ausente, o se habrá ido de viaje.

A lo mejor está dormido y se despierta”.

28 Ellos gritaron a voz en cuello y, según su costumbre, se hacían incisiones con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre.

29 Y una vez pasado el mediodía, se entregaron al delirio profético hasta la hora en que se ofrece la oblación.

Pero no se oyó ninguna voz, ni hubo nadie que respondiera o prestara atención.
30 Entonces Elías dijo a todo el pueblo:

¡Acérquense a mí!”.

Todo el pueblo se acercó a él, y él restauró el altar del Señor que había sido demolido: 31 tomó doce piedras, conforme al número de los hijos de Jacob, a quien el Señor había dirigido su palabra, diciéndole:

Te llamarás Israel”,

32 y con esas piedras erigió un altar al nombre del Señor.

Alrededor del altar hizo una zanja, como un surco para dos medidas de semilla.

33 Luego dispuso la leña, despedazó el novillo y lo colocó sobre la leña.

34 Después dijo:

Llenen de agua cuatro cántaros y derrámenla sobre el holocausto y sobre la leña”.

Así lo hicieron.

Él añadió:

Otra vez”.

Lo hicieron por segunda vez, y él insistió:

Una vez más”.

Lo hicieron por tercera vez.

35 El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua.
36 A la hora en que se ofrece la oblación, el profeta Elías se adelantó y dijo:

¡Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel!

Que hoy se sepa que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu servidor y que por orden tuya hice todas estas cosas.

37 Respóndeme, Señor, respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que eres tú el que les ha cambiado el corazón”.
38 Entonces cayó el fuego del Señor: Abrazó el holocausto, la leña, las piedras y la tierra, y secó el agua de la zanja.

39 Al ver esto, todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y dijo:

¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!”.

40 Elías les dijo:

¡Agarren a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno!”.

Ellos los agarraron: Elías los hizo bajar al torrente Quisón y allí los degolló.


Preparativos para la campaña contra Ramot de Galaad: Ajab, Josafat y Miqueas

Capítulo 22

13 El mensajero que había ido a llamar a Miqueas le dijo:

«Mira que las palabras de los profetas anuncian a una sola voz buena fortuna para el rey. Habla tú también como uno de ellos, y anuncia la victoria».

14 Pero Miqueas replicó:

«¡Por la vida del Señor, sólo diré lo que el Señor me diga!».

15 Cuando se presentó al rey, éste le dijo:

«Miqueas, ¿podemos ir a combatir contra Ramot de Galaad, o debemos desistir?».

Él le respondió:

«Sube y triunfarás: el Señor la entregará en manos del rey».

16 Pero el rey le dijo:

«¿Cuántas veces tendré que conjurarte a que no me digas más que la verdad en nombre del Señor?».

17 Miqueas dijo entonces:

«He visto a todo Israel disperso por las montañas, como ovejas sin pastor, El Señor ha dicho: Estos ya no tienen dueño; vuélvase cada uno a su casa en paz».

18 El rey de Israel [Ajab] dijo a Josafat:

«¿No te había dicho que este no me vaticina el bien, sino sólo desgracias?».

19 Miqueas siguió diciendo:

«Por eso, escucha la palabra del Señor: Yo vi al Señor sentado en su trono, y todo el Ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a derecha e izquierda.

20 El Señor preguntó:

«¿Quién seducirá a Ajab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?».

Ellos respondieron, uno de una manera y otro de otra.

21 Entonces se adelantó el espíritu y, puesto de pie delante del Señor, dijo:

«Yo lo seduciré».

«¿Cómo?», preguntó el Señor.

22 El respondió:

«Iré y seré un espíritu de mentira en la boca de todos los profetas».

Entonces el Señor le dijo:

«Tú lograrás seducirlo. Ve y obra sí».

23 Ahora, el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos los profetas, porque él ha decretado tu ruina».

24 Sedecías, hijo de Canaaná, se acercó a Miqueas y le dio una bofetada, diciendo:

«¿Por dónde se me escapó el espíritu del Señor para hablarte de ti?».

25 Miqueas repuso:

«Eso lo verás el día en que vayas de una habitación a otra para esconderte».

26 Entonces el rey de Israel ordenó:

«Toma a Miqueas y llévalo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, el hijo del rey. Tú les dirás:

27 Así habla el rey: Encierren a este hombre en la cárcel y ténganlo a pan y agua, hasta que yo regrese victorioso».

28 Miqueas replicó:

«Si tú regresas victorioso, quiere decir que el Señor no ha hablado por mi boca».


Muerte de Ajab en Ramot de Galaad

35 Aquel día, el combate fue muy encarnizado.

El rey [Ajab] debió ser sostenido de pie sobre el carro, frente a los arameos, y murió al atardecer.

La sangre de su herida había chorreado hasta el fondo del carro.


SEGUNDO LIBRO DE LOS REYES

El profeta Elías y la muerte de Ocozías

Capítulo 1

1 Después de la muerte de Ajab, Moab se sublevó contra Israel.

2 Ocozías se cayó por el balcón del piso alto de su casa, en Samaría, y quedó malherido.

Entonces envió unos mensajeros con este encargo:

«Vayan a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón, si me repondré de mis heridas».

3 Pero el Angel del Señor dijo a Elías, el tisbita:

«Sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría, y diles:

¿Acaso no hay Dios en Israel, para que ustedes vayan a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón?».

[…]

16 y le dijo:

«Así habla el Señor:

Por haber enviado mensajeros a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón, como si no hubiera Dios en Israel para consultar su palabra, por eso, no te levantarás del lecho donde te has acostado: morirás irremediablemente».

17 El rey [Ocozías] murió, conforme a la palabra del Señor que había pronunciado Elías.

En lugar de él reinó su hermano Joram, en el segundo año de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá; porque Ocozías no tenía hijos.


PRIMER LIBRO DE LAS CRÓNICAS

Capítulo 21

1 Satán se alzó contra Israel e instigó a David a hacer un censo de Israel.

2 David dijo a Joab y a los jefes del pueblo:

«Vayan a hacer el recuento de Israel, desde Berseba hasta Dan, y tráiganme el resultado para que sepa cuántos son».

3 Joab respondió:

«¡Que el Señor multiplique a su pueblo cien veces más!

Pero, rey y señor mío, ¿no son todos ellos tus servidores?

¿Por qué entonces mi señor hace esto?

¿Por qué cargar con una culpa a Israel?».

4 Sin embargo, la orden del rey prevaleció sobre el parecer de Joab, y este salió a recorrer todo Israel.

Luego volvió a Jerusalén 5 y presentó a David las cifras del censo de la población:

en todo Israel había 1.100.000 hombres aptos para el servicio militar, y en Judá, 470.000.

6 Pero Joab no incluyó en el censo ni a Leví ni a Benjamín, porque consideraba abominable la orden del rey.

7 Dios vio esto con malos ojos y castigó a Israel.

8 Entonces David dijo a Dios:

«He cometido un grave pecado al obrar de esta manera.

Dígnate ahora borrar la falta de tu servidor, porque me he comportado como un necio».

9 El Señor dirigió su palabra a Gad, el vidente de David, en estos términos:

10 «Ve a decir a David: Así habla el Señor:

Te propongo tres cosas.

Elige una, y yo la llevaré a cabo».

11 Gad se presentó a David y le dijo:

«Así habla el Señor:

Tienes que elegir,

12 o bien tres años de hambre;

o bien tres meses de derrotas ante tus enemigos, bajo los golpes de espada de tus adversarios;

o bien tres días en que la espada del Señor y la peste asolarán el país y el Angel del Señor hará estragos en todo el territorio de Israel.

Ahora mira bien qué debo responder al que me envió».

13 David dijo a Gad:

«¡Estoy en un grave aprieto!

Prefiero caer en manos del Señor, porque es muy grande su misericordia, antes que caer en manos de los hombres».

14 Entonces el Señor envió la peste a Israel, y cayeron setenta mil hombres de Israel.

15 Dios mandó un Angel a Jerusalén para exterminarla;

pero cuando la estaba exterminando, el Señor miró y se arrepintió del mal que le infligía, y dijo al Angel exterminador:

«¡Basta ya! ¡Retira tu mano!».

El Angel del Señor estaba junto a la era de Ornán, el jebuseo.

16 David alzó los ojos, y vio al Angel del Señor erguido entre la tierra y el cielo, con su espada desenvainada en la mano, apuntando hacia Jerusalén.

David y los ancianos, vestidos de sayales, cayeron con el rostro en tierra,

17 y David dijo a Dios:

«¿No he sido yo el que ordenó hacer el recuento del pueblo?

¿No he sido yo el que ha pecado y ha obrado mal?

Pero estos, las ovejas, ¿qué han hecho?

¡Señor, Dios mío, descarga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre, pero no castigues a tu pueblo!».

18 El Angel del Señor ordenó a Gad que dijera a David:

«Que David suba a erigir un altar al Señor en la era de Ornán, el jebuseo».

19 David subió, conforme a la palabra que había dicho Gad en nombre del Señor.

20 Ornán, que estaba trillando el trigo, al darse vuelta, había visto al Angel, y los cuatro hijos que estaban con él se habían escondido.

21 David llegó adonde estaba Ornán.

Este dirigió una mirada y, al ver a David, salió de la era y se postró delante de él con el rostro en tierra.

22 David dijo entonces a Ornán:

«Cédeme el terreno de la era para edificar en él un altar al Señor;

entrégamelo por su valor real, y así cesará la plaga que azota a mi pueblo».

23 Ornán respondió a David:

«Tómala, y que mi señor el rey haga con ella lo que mejor le parezca.

Te doy los bueyes para los holocaustos, los trillos para que sirvan de leña y el trigo para la oblación.

Yo te entrego todo esto».

24 Pero el rey David dijo a Ornán:

«¡De ninguna manera!

La compraré por su precio real en plata, porque no voy a tomar para el Señor lo que te pertenece, ni voy a ofrecer un holocausto que no cuesta nada».

25 Así David entregó a Ornán por ese terreno la suma de seiscientos siclos de oro.

26 Allí edificó David un altar al Señor, y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión.

Invocó al Señor, y él le respondió enviando fuego del cielo sobre el altar del holocausto.

27 Y el Señor ordenó al Angel que volviera a enfundar su espada.

28 En aquel tiempo, al ver que el Señor le había respondido en la era de Ornán, el jebuseo, David ofreció sacrificios allí.

29 La Morada del Señor, que Moisés había hecho en el desierto, y el altar de los holocaustos estaban entonces en el lugar alto de Gabaón.

30 Pero David no había podido presentarse allí para consultar a Dios, porque la espada del Angel del Señor lo había llenado de terror.


SEGUNDO LIBRO DE LAS CRÓNICAS

Capítulo 11

5 Roboam habitó en Jerusalén y construyó ciudades fortificadas en Judá.

[…]

11 El reforzó sus fortificaciones y puso en ellas comandantes y depósitos de víveres, aceite y vino.
12 En cada ciudad había escudos y lanzas. El rey las hizo extremadamente fuertes, y así le estuvieron sometidos Judá y Benjamín.

13 Los sacerdotes y levitas de todo Israel acudían desde sus territorios para plegarse a Roboam.

14 En efecto, los levitas abandonaron sus campos de pastoreo y sus posesiones y se fueron a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos les impedían ejercer el sacerdocio del Señor, 15 al instituir por su cuenta sacerdotes para los lugares altos, para los sátiros y para los terneros que él había fabricado.
 
Capítulo 18

3 Ajab, rey de Israel, dijo a Josafat, rey de Judá:

«¿Irías conmigo contra Ramot de Galaad?».

Josafat respondió al rey de Israel:

«Cuenta conmigo como contigo mismo, con mi gente como con la tuya».

4 Pero añadió:

«Consulta primero la palabra del Señor».

5 El rey de Israel reunió a los profetas –unos cuatrocientos hombres– y les preguntó:

«¿Podemos ir a combatir contra Ramot de Galaad, o debo desistir?».

Ellos respondieron:

«Sube, y el Señor la entregará en manos del rey».

6 Pero Josafat insistió:

«¿No queda por ahí algún profeta del Señor para consultar por medio de él?».

7 El rey de Israel dijo a Josafat:

«Sí, queda todavía un hombre por cuyo intermedio se podría consultar al Señor.

Pero yo lo detesto, porque nunca me vaticina nada bueno, sino sólo desgracias: es Miqueas, hijo de Imlá»

[...]

16 Miqueas dijo entonces:

«He visto a todo Israel disperso por las montañas, como ovejas sin pastor.

El Señor ha dicho:

Estos ya no tienen dueño; vuélvase cada uno a su casa den paz».

17 El rey de Israel dijo a Josafat:

«¿No te había dicho que este no me vaticina nada bueno, sino sólo desgracias?».

18 Miqueas siguió diciendo:

«Por eso, escuchen la palabra del Señor:

Yo vi al Señor sentado en su trono, y todo el Ejército de los cielos estaba de pie a su derecha y a su izquierda.

19 El Señor preguntó:

«¿Quién seducirá a Ajab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?».

Ellos respondieron, uno de una manera y otro de otra.

20 Entonces se adelantó el espíritu y, puesto de pie delante del Señor, dijo:

«Yo lo seduciré».

«¿Cómo?», preguntó el Señor.

21 El respondió:

«Iré y seré un espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas».

Entonces el Señor le dijo:

«Tú lograrás seducirlo. Ve y obra así».

22 Ahora, el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de estos profetas, porque él ha decretado tu ruina»

[...]

25 Entonces el rey de Israel ordenó:
«Tomen a Miqueas y llévenlo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, el hijo del rey.

26 Ustedes dirán:

Así habla el rey:

Encierren a este hombre en la cárcel y ténganlo a pan y agua, hasta que yo regrese victorioso».

[...]

33 Pero un hombres disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la coraza.

El rey dijo al conductor de su carro:
«Vuelve atrás y sácame del campo de batalla, porque estoy malherido».

34 Aquel día, el combate fue muy encarnizado.

El rey de Israel se mantuvo de pie sobre su carro frente a los arameos hasta la tarde, y murió a la puesta del sol.

Capítulo 33

1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén.

2 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor, siguiendo las costumbres abominables de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas.

3 Reedificó los lugares altos que había derribado su padre Ezequías; erigió altares a los Baales, hizo postes sagrados, y se postró delante de todo el Ejército de los cielos y lo sirvió.

4 Edificó altares en la Casa del Señor, de la que el mismo Señor había dicho: “En Jerusalén estará mi Nombre para siempre”.

5 Edificó altares a todo el Ejército de los cielos en los dos atrios de la Casa del Señor.

6 Inmoló a sus propios hijos en el fuego, en el valle de Ben Hinnóm, practicó la astrología, la magia y la hechicería, e instituyó nigromantes y adivinos.

Persistió en hacer lo que es malo a los ojos del Señor, provocando su indignación.

7 La estatua del Ídolo que había hecho, la instaló en la Casa de Dios, de la que el mismo Dios había dicho a David y a su hijo Salomón:

En esta Casa y en Jerusalén, que yo elegí entre todas las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre.

8 Ya no permitiré que Israel ande errante lejos del suelo que destiné a sus padres, con tal que se empeñen en practicar todo lo que les he mandado, de acuerdo con la Ley, los preceptos y las normas, transmitidos por Moisés”.

9 Manasés extravió a Judá y a los habitantes de Jerusalén, a tal punto que obraron peor que las naciones que el Señor había exterminado delante de los israelitas.

10 El señor habló a Manasés y a su pueblo, pero ellos no le prestaron atención.



TOBÍAS
 
El enfrentamiento entre el Arcángel Rafael como “Dios cura”, contra el demonio Asmodeo como “destructor”, “demonio de la ira”, o incluso como “demonio de la lujuria”

Capítulo 3

7 Ese mismo día sucedió que Sara, hija de Ragüel, que vivía en Ecbátana, en Media, fue insultada por una de las esclavas de su padre.

8 Porque Sara se había casado siete veces, pero el malvado demonio Asmodeo, había matado a sus maridos, uno después de otro, antes de que tuvieran relaciones con ella.

La esclava le dijo:

«¡Eres tú la que matas a tus maridos!

¡Te has casado con siete y ni uno solo te ha dado su nombre!

9 Que tus maridos hayan muerto no es razón para que nos castigues.

¡Ve a reunirte con ellos y que jamás veamos ni a un hijo ni a una hija tuyos!».

10 Aquel día, Sara se entristeció mucho, se puso a llorar y subió a la habitación de su padre, con la intención de ahorcarse.

Pero luego pensó:

«¿Y si esto da motivo a que insulten a mi padre y le digan:

«Tú no tenías más que una hija querida, y ella se ha ahorcado por sus desgracias»?

No quiero que por culpa mía mi anciano padre baje a la tumba lleno de tristeza.

Mejor será que no me ahorque, sino que pida al Señor que me haga morir.

Así no oiré más insultos en mi vida».

11 Entonces, extendiendo los brazos hacia la ventana, Sara oró de este modo:

«¡Bendito seas, Dios misericordioso, y bendito sea tu Nombre para siempre!

¡Que todas tus obras te bendigan eternamente!

12 Ahora yo elevo mi rostro y mis ojos hacia ti.

13 ¡Líbrame de esta tierra, para que oiga más insultos!

14 Tú sabes, Señor, que yo he permanecido pura, porque ningún hombre me ha tocado; 15 no he manchado mi nombre ni el nombre de mi padre, en el país de mi destierro.

Soy la única hija de mi padre; él no tiene otro hijo que sea su heredero, ni tiene hermanos ni pariente cercado a quien darme como esposa.

Ya he perdido siete maridos, ¿por qué debo vivir todavía?

Si no quieres hacer morir, Señor, mírame y compadécete de mí, para que no tenga que oír más insultos».

16 A un mismo tiempo, fueron acogidas favorablemente ante la gloria de Dios las plegarias de Tobit y de Sara, 17 y fue enviado Rafael para curar a los dos:

para quitar las manchas blancas de los ojos de Tobit, a fin de que viera con ellos la luz de Dios, y para dar a Sara, hija de Ragüel, como esposa de Tobías, hijo de Tobit, librándola del malvado demonio Asmodeo.

Porque Tobías tenía derecho a ser su esposo, antes que todos los demás pretendientes.

En aquel mismo momento, Tobit volvía de patio al interior de su casa, y Sara, hija de Ragüel, bajaba de la habitación alta.


Capítulo 6

7 Entre tanto, el joven preguntó al ángel:

«Hermano Azarías, ¿qué clase de remedio hay en el corazón, en el hígado y en le hiel del pez?».

8 El ángel le respondió:

«Si se quema el corazón o el hígado del pez delante de un hombre o de una mujer atacados por un demonio o espíritu maligno, cesan los ataques y desaparecen para siempre.

9 En cuanto a la hiel, sirve para ungir los ojos afectados de manchas blancas: basta con soplar sobre esas manchas para que se curen».

[…]

14 Tobías dijo a Rafael:

«Hermano Azarías, he oído decir que ella se ha casado siete veces, y que todos sus maridos han muerto la noche misma de la boda, apenas se acercaban a ella.

También he oído decir que es un demonio el que los mataba.

15 Yo tengo miedo, ya que a ella no le hace ningún mal, porque la ama, pero mata a todo el que intenta tener relaciones con ella.

Y soy hijo único, y si muero, mi padre y mi madre bajarán a la tumba llenos de dolor por mi causa.

Y ellos no tienen otro hijo que les dé sepultura».

16 El ángel le dijo:

«¿No recuerdas que tu padre te recomendó casarte con una mujer de tu familia?

Escúchame bien, hermano.

No te preocupes de ese demonio y cásate con ella.

Estoy seguro de que esta noche te la darán por esposa.

17 Pero eso sí, cuando entres en la habitación, toma una parte del hígado y del corazón del pez, y colócalos sobre el brasero de los perfumes.

Entonces se extenderá el olor, y cuando el demonio lo huela, huirá y nunca más aparecerá a su lado.

18 Antes de tener relaciones con ella, levántense primero los dos para orar y supliquen al Señor del cielo que tenga misericordia de ustedes y los salve.

No tengas miedo, porque ella está destinada para ti desde siempre y eres tú el que debe salvarla.

Ella te seguirá, y yo presiento que te dará hijos que serán para ti como hermanos.

No te preocupes».

19 Cuando Tobías oyó decir esto a Rafael y supo que Sara era hermana suya, de la misma descendencia que la familia de su padre, la amó intensamente y se enamoró de ella.


Capítulo 8

1 Cuando terminaron de comer y beber, decidieron ir a costarse.

Acompañaron al joven y lo hicieron entrar en la habitación.

2 Entonces Tobías se acordó de los consejos de Rafael, sacó de su bolsa el hígado y el corazón del pez y los colocó sobre el brasero de los perfumes.

3 El olor del pez alejó al demonio, y este huyó por el aire hacia las regiones de Egipto.

Rafael lo persiguió, lo sujetó y lo encadenó al instante.

4 Mientras tanto, los padres habían salido de la habitación y cerraron la puerta.

Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara:

«Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su misericordia y su salvación».

5 Ella se levantó, y los dos se pusieron a orar para alcanzar la salvación.

Él comenzó así:

«¡Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos!

¡Que te bendigan los cielos y todas tus criaturas por todos los siglos!

6 Tú creaste a Adán e hiciste a Eva, su mujer, para que le sirviera de ayuda y de apoyo, y de ellos dos nació el género humano.

Tú mismo dijiste:

«No conviene que el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda semejante a él».

7 Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para constituir un verdadero matrimonio.

¡Ten misericordia de ella y de mí, y concédenos llegar juntos a la vejez!».

8 Ambos dijeron:

«¡Amén, amén!»,


Capítulo 14

9 Tú, hijo mío, vete de Nínive; no te quedes aquí.

10 Una vez que hayas enterrado a tu madre junto a mí, parte el mismo día y no te quedes más en este país, donde veo que se cometen desvergonzadamente la iniquidad y el engaño.

Mira, hijo mío, todo lo que hizo Nadab con Ajicar, que lo había criado.

¿Acaso no lo sepultó en vida?

Pero Dios hizo pagar su infamia al criminal, porque Ajicar salió a la luz, mientras que Nadab entró en las tinieblas eternas, por haber tramado la muerte de Ajicar.

A causa de sus limosnas, Ajicar se libró de la trampa mortal que le había tendido Nadab, y este cayó en ella para su perdición.

11 Vean entonces, hijos míos, cuál es el fruto de la limosna y cuál el de la injusticia que lleva a la muerte. Pero ya me falta el aliento».

Entonces lo tendieron sobre su lecho, y él murió y fue enterrado honrosamente.

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